Secretamente tuyo (Shawn Mendes)

Capítulo 30

Al otro día me levanté muy temprano para ayudar a mi hermano a trasladar las cosas a su nuevo departamento, por lo que tuve que faltar a clases, no me importaba, una falta no dañaría mi currículum. Lo mejor de todo era que Max no se volvía a Canadá otra vez, gracias a que los directores de su universidad le asignaron venir al equipo de California.
No tardé nada en terminar de vestirme y alistarme a causa de que Max estaba apurandome en todo momento, no sé porque me ofrecí a ayudarlo.

-¡Max si no dejas de decirme que me apure me iré a la escuela y te dejaré solo!- dije dejando mi café en la mesa. Oí una risa por su parte.
-Pero estas muy lenta- dijo levantando mi desayuno que no lo había terminado sin mí permiso y lo dejo en la mesada de la cocina.
-Emm, si claro, ya ni quería seguir comiendo- solté con sarcasmo.
-¡Tengo que llevar las cosas a las 7:15 y son las 6:50!- agregó sin despegar sus ojos de la hora.

Luego el timbre se hizo escuchar en la casa, me levanté de mi silla y fui a atender.

-¡Sara!- dije con una sonrisa. -¿Qué haces aquí?- pregunté asiendome un lado para dejarla pasar.
-Pues mi querido novio me pidió para que lo ayudara con las cosas de su nuevo departamento.

Pasamos a la sala, lugar donde Max recibió a Sara con unos cuantos besitos ruidosos enfrente de mi.

Una vez que llegamos al nuevo hogar de Max, nos encargamos de bajar todas las cajas y subirla hacia dicho espacio. Agradecí que Max vivía en el segundo piso y no en último, así no tenía que subir por ascensor. Odio los asesores, por si no lo dije antes.

-Eeee​, ¿Pueden ayudarme con esto?- pregunté a la feliz pareja que se encontraba muy cariñosos. Cómo ninguno me contestó tuve que hacerlo sola -Imbéciles- susurré. Me adentré al departamento de mi hermano, era muy lindo y acogedor. Al entrar te encontrabas con una pequeña sala en que te dejaba ver un gran paisaje gracias a que había una extensa ventana, en el centro un televisión encima de una mesa blanca, un sillón blanco junto a una mesa con un florero. Luego estaba la cocina, había una pequeña barra junto con las sillas, además de la mesa principal, y por último había un extenso pasillo en el que había dos habitaciones con dos baños.

-¿Te gusta?- la voz de Max se escuchó, me hizo dar un salto en el lugar.
-Es muy lindo, ¿Lo pagaste todo tu solo?
-¡Si!- reí ante su respuesta, no le iba a creer ni un millón de años. -Bueno, mamá y papá me ayudaron un poco- lo miré desconfiada. -Me ayudaron en mucho- dijo finalmente, sabía que no iba a pagar todo esto él solo.
-¿Y Sara?
- Su madre la llamó, se tuvo que ir- respondió poniendo algunas cajas en la mesa principal.

Y así pasamos toda la mañana, hablando y riendo mientras que poníamos todo en su lugar. En parte que Max se mude me duele, porque significa que no estará más en casa, ya no podremos hacer una maratón de series los fines de semana, extrañaré que hagamos hacer enojar a mamá, además de nuestras "famosas clases de cocina", que al final todo quedaba hecho un desastre porque terminabamos haciendo una pelea de comida y luego papá nos obligaba a limpiar todo. Pero sobre todo voy a extrañar que no tendré a alguien que me console cuando esté sola en mi habitación y el se acerque hacia mí y me funda en sus brazos.

-Ei cambia esa cara- dijo empujándome delicadamente.
-Te voy a extrañar, Max- le susurré al oído una vez que salté a sus brazos.
-No tienes porqué hacerlo, sabes que eres bienvenida aquí cuando quieras, si tienes problemas con mamá y papá no dudes en llamarme- dijo frotando mi espalda suavemente. -Además de que aquí podremos hacer nuestras clases de cocina sin que nos regañen!- agregó dando palmadas de felicidad, solté una carcajada cuando lo ví.

{...}
Me encontraba tirada en el sillón viendo Bob esponja. Esa tarde estaba muy aburrida, ninguna de mis amigas podían venir a mi casa y Shawn seguía enojado conmigo, y yo no pensaba hablarle ya que mi orgullo es mayor y yo no fui la que se enojó.
Luego el timbre sonó, maldigo a la persona que vino a mi casa pues mis padres no estaban por lo que me quedé sola y solo yo podía abrir la puerta.
Al abrirla me llevo una gran sorpresa al ver quien está parado frente a mí.