Navidad

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Navidad 2011

Tenía una sonrisa soñadora mientras volteaba hacia el asiento de atrás. Sus hijos se había quedado profundamente dormidos.

—Va a estar interesante la bajada. —Una voz masculina murmuró a su lado.

Ella sonrió y recargó la cabeza en la cabecera del asiento y lo vio con el mismo amor de hace doce años.

—Comieron, jugaron y gritaron, creo que no iban a aguantar llegar a casa —respondió en voz baja.

Él sonrió y tomó su mano con ternura para depositar un beso sobre ella; uno que llenó su pecho de calidez y su estómago de mariposas.

—¿Te dije qué tan afortunado me siento de pasar otra Navidad a tu lado? —preguntó él en un susurro.

Ella se sonrojó. No importaba que tuvieran dos hijos, ni los años que llevaban juntos, sus palabras siempre la ponían así.

Suspiró y miró de nuevo a sus niños; parecían dos ángeles... Se sentía especial al estar rodeada de puros hombres hermosos, ni siquiera el hecho de haberlos tenido joven era suficiente para arrepentirse de sus decisiones.

En todo caso, agradecía al cielo por haberlos mandado cuando había perdido la esperanza.

Se detuvieron en un semáforo junto a una gasolinera que se encontraba en la esquina de una intersección; a esa hora de la noche casi no había nadie en las calles, ansiaba llegar a dormir. Una sonrisa se formó en su rostro al pensar en el regalo que planeaba darle a su esposo.

La luz verde les indicó que eran libres de avanzar, su esposo aceleró poco a poco cuando de pronto escucharon un fuerte ruido de llantas derrapándose y unas luces iluminaron sus rostros antes de recibir un golpe en el costado. Fue tan fuerte que volcó el auto y los hizo girar varias veces.

El estruendoso golpe resonó en la silenciosa noche, vidrios volaron por todos lados. Golpes y un inmenso dolor se expandieron a lo largo de su cuerpo hasta que de un momento a otro, el carro finalmente dejó de girar.

Abrió los ojos con dificultad, le costaba respirar y podía sentir el rápido latido de su corazón en la cabeza. Escuchó voces gritando y con pesadez notó que el auto había quedado de cabeza. Pudo ver a los trabajadores de la gasolinera correr hacia ellos. Trató de voltear para revisar a sus acompañantes pero un intenso dolor en su cuello se lo impidió. Lágrimas recorrieron su rostro al darse cuenta de que no podía escuchar nada que le hiciera saber que su familia estaba viva.

—¡Ayuda! —Uno de los hombres gritó mientras trataba de abrir la puerta del auto—. ¡Llamen a una ambulancia!

Todo se hizo borroso, los ruidos a su alrededor empezaron a desaparecer paulatinamente hasta que la oscuridad la tomó.

Todo se hizo borroso, los ruidos a su alrededor empezaron a desaparecer paulatinamente hasta que la oscuridad la tomó

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Nochebuena 2016

Podía ver la gente caminando a gran velocidad, siempre dejando todo al último y corriendo de aquí para allá.

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