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Lentamente.

Komaeda abre los ojos lentamente, parpadea unas cuantas veces y estira los brazos para soltar un bostezo. Se incorpora para sentarse y nota que es de día, quita el edredón y observa su tobillo vendado, sabiendo que es una mala idea trata de ponerse de pie y suelta un gemido de dolor para sentarse, de nuevo, en la cama.

—Irracional —escucha como dicen desde el umbral de la puerta.

—Buenos días, Kamukura —saluda con una sonrisa.

Al parecer, el omega piensa olvidar lo que pasó ayer y aquello hará que las cosas para el azabache sean más fácil, y sencillas.

—Tu tobillo estará curado entre cuatro a cinco días —dice en tono serio—. Para pasado mañana podrás caminar, pero solo un poco.

— ¿Eres doctor? — Cuestiona al haberse dado cuenta que sabe demasiado sobre el tema.

—Es uno de mis talentos.

—Cierto, Kamukura dijo que tenía algunos —juega con su cadena señal de nerviosismo— ¿Cuáles son tus otros talentos? ¿Por qué tienes más de uno?

—Haces demasiadas preguntas. Que aburrido.

—Lo siento —susurra apenado—. Es que creo que es genial, no, más que genial que tengas tantos talentos —el gris brilla— ¡Puedes sentir mucha esperanza!

Ignora al omega y entra al baño para preparar la tina.

Komaeda no se queja cuando está siendo cargado por al alfa, sabe que no tiene otra opción que quedarse con él hasta que su tobillo sane, sin embargo, está preocupado por los preparativos del juego.

—No me vas a bañar —dice el albino en tono serio.

—No pensaba hacerlo —confiesa dejando un cambio de ropa encima del lavadero—. Al parecer, eso quieres, Komaeda.

— ¡Claro que no! — Chilla sonrojándose y desvía la mirada.

—Estaré afuera —avisa caminando hacia la salida y cuando la puerta se cierra el omega suelta un suspiro.

Es raro, demasiado, raro que Kamukura este haciéndose cargo de él, tiene que saber la verdadera razón por la cual lo hace, por qué ayudar a una basura como el albino, qué quiere en realidad. No obstante, Komaeda debe admitir que se siente bien; es decir, nadie jamás ha tenido este detalle hacia su persona y esto que el alfa está haciendo es lindo y le gusta, y tiene miedo demasiado miedo.

Sabe que Kamukura debe estar buscando usarlo de alguna forma, nadie puede ser amable, menos un remitente de la desesperación, con una basura, con alguien despreciable, con un omega defectuoso. Por ende, debe hacer que el alfa le diga la verdad, cueste lo que cueste.

Por otro lado, Kamukura sabe que no va pasar tanto tiempo para que el albino empiece a exigir una explicación del por qué está que lo cuida. Claro que no le dirá sus verdaderas intenciones, le va a mentir y quién sabe, quizás, meter una cursilería porque el azabache tiene la gran ventaja de que Komaeda no va a poder ignorar su lado omega, y va a sacar provecho de aquello.

Las mejillas del omega se prenden al observar la ropa que el de ojos rojos le ha dejado.

— ¡No pienso usar esto, Kamukura!

Escucha como le dice desde el interior del baño.

—Que aburrido —cruza, otra vez, los brazos—. Acaso quieres estar con la misma ropa sucia.

Silencio.

Komaeda infla las mejillas y mira con desconfianza la camisa de mangas largas y el pantalón negro de vestir. Es la ropa del alfa puede oler como el café se desprende de aquellas prendas y su omega salta de felicidad.

Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora