Capítulo 3.

35.4K 1.7K 107
                                    

                  

—¿Quién es usted? —pregunté confundida.

—Mi nombre es Sam Cromwell, soy el médico de St. Gulliver —dijo sonriendo.

—¿St. Gulliver? —repitió mi hermano. Él asintió.

Creo que faltaba poco para que me salga un inmenso signo de interrogación en la cara. Miré a mi hermano sin saber qué estaba pasando. Nunca había escuchando un lugar con ese nombre y asumo que por la cara de Chase, tampoco.

—Chicos, han tenido un accidente del que no habrían salido vivos sin mi ayuda.

A mi mente llegó una imagen distorsionada del accidente, el auto que venía hacia nosotros, las vueltas en el carro, yo gritándole a Chase que se despertara, el momento en que un desconocido me inyectaba algo al igual que mi hermano. ¿Habrá sido él?

—¿Usted estuvo ahí? —pregunté —¿Fue usted a quien vi?

Sam me miró con un pequeña sonrisa mientras caminaba hacia un pequeño refrigerador que se encontraba en la sala y se agachó —Pensé que lo olvidaría, pero sí, la persona a la que vio ayer fui yo —respondió mientras buscaba algo dentro. Cuando lo encontró, se puso de pie nuevamente y se volteó. En sus manos llevaba dos fundas plásticas casi transparente, ambas contenía un líquido muy parecido a la sangre. Cuando mi mente llegó a la conclusión de que sí era sangre, intenté apartarme, pero mi cuerpo me lo impidió.

—Seguramente deben estar sedientos, llevan años sin tomarla —Sam me tendió una de las fundas por lo que lo miré sin saber a qué se refería.

—¿Planea que tomemos sangre? ¿Esto es alguna clase de culto satánico? —salió de mi boca, pero en lo único en que pensaba era en tomar la bolsa, abrirla y tomar de ella —Espere, ¿Dice que el accidente fue ayer? Es imposible. Mi hermano quedó inconsciente y con heridas que seguro tomarían más de un mes en sanar, al igual que yo. ¿Qué nos inyectó? ¿Están haciendo experimentos con nosotros?

Sam no pudo evitar soltar una pequeña risa a mi comentario —Tiene razón, es imposible que esas heridas sanaran tan rápido, pero no para ustedes —Caminó hacia cada una de las camillas y depositó las fundas llenas de sangre encima de ellas —No seré yo quien les explique su vida verdadera identidad, para eso está el señor Gulliver, pero lo que sí les diré es que deberían tomar esas fundas rápido, la abstinencia en un vampiro no es muy agradable y considerando el hecho de que llevan sin tomar sangre más de 10 años, deben hacerlo lo más pronto posible.

— ¿Vampiros? —solté entrecortada —¿Pretende que creamos que somos vampiros ahora? ¿Está usted demente?

—Pregúnteselo a sus heridas, señorita Olivia.

Tenía razón. Revisé mis brazos por última vez para ver que no tenía nada, mi piel estaba en perfectas condiciones, pero quizá teníamos más días en coma, quién sabe cuánto tiempo hemos estado aquí. ¿Y si nos tienen secuestrados?. Esperen...

—¿Olivia? Soy Charlie, señor —volteé a mirar a Chase y tuve que retroceder un poco hasta tocar mi camilla con mi espalda. Chase estaba bebiendo la bolsa de manera salvaje, como si su vida dependiera de ello. Me miró a los ojos y para sorprenderme aún más, sus ojos ya no eran de ese color verde que me derretía de ternura cada vez que los veía. Ahora eran amarillos y podía jurar que estaban brillando. Al terminar la bolsa la alejó de su boca y me quedó mirando.

—No sé qué me acaba de pasar, pero juro que eso supo a gloria. Debes tomarla Char, si sientes lo mismo que sentía yo deberías hacerlo —no podía evitar notar que de sus labios sobresalían unos pequeños colmillos cada vez que decía algo.

Vampire Academy (Una decisión podrá salvarlos) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora