Capítulo 1

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Bruce se encontraba en su casa, como siempre, jugando al ordenador.

Su madre había salido y él estaba, como todas sus tardes, solo.

Aunque Bruce estaba acostumbrado a estar solo, la idea de la soledad le asustaba un poco. Pues él tenía novia, amigos, y gente que le quería. Perder todo eso le aterraba, y por éso siempre se esforzaba para contentar a todos.

Eso, según él, podría afirmarle que no se irían de su lado. Que no le dejarían solo.

Aunque su vida era bastante buena, Bruce sentía que algo le faltaba..

Su vida no tenía drama, pues algo quería.. Algo tenía..

Él quería.. Aventura..

De repente.. Su móvil sonó..

Quién podría ser?

La voz dulce y tierna de una niña inundó los oídos de Bruce, casi hipnotizándole con cada palabra que articulaba.

- H-Hola?..-dijo la niña al otro lado de la línea

-Hola..? Quién habla?..-preguntó Bruce algo confundido

Era una niña pequeña.

Tan avanzada iba la juventud que ya sabía manejar los aparatos electronicos a tan corta edad?

-Por favor señor! Necesito ayuda!..-dijo llorando desconsoladamente-Mi familia y yo tuvimos un accidente.. No sé en donde estoy! Sólo puedo leer la frase "Autoservicio Hundsell".. Y al telefono de mamá se le está terminando la batería...

-Si esto es una broma.. Es una de muy mal gusto..-dijo él dudando

Ya le habían hecho muchas bromas similares.. Te hacen ir hasta allá y luego no hay nada..

-Se lo ruego! Mi familia está sangrando! Mi padre está muerto y si no viene rápido mi madre pronto lo estará! Ayúdeme por favor!...-dijo la niña aún llorando

Esas palabras conmovieron el frío corazón de Bruce.

Él también había perdido a su padre en un accidente.. Y sólo por eso.. No iba a dejar que una niña tan pequeña como él lo era en su momento sufriera el mismo horroroso destino..

Además.. Si iba y no había nada.. No perdería nada..

-Vale.. Intenta tranquilizarte.. Iré para allá.. Mi nombre es Bruce.. Intenta salir del coche.. Okay?

La niña sólo soltó un grito desgarrador para luego cortar.

Éso hizo que Bruce apurara su paso hacia el autoservicio.

Tomó las llaves de su motocicleta, la encendió, arrancó y condujo hacia el dichoso autoservicio.

Al llegar, encontró el auto. Negro y chamuscado por las llamas ya apagadas.

Luego, bajó la mirada. Vió a una niña, seguramente la que  lo había llamado, con un teléfono en la mano y lágrimas corriendo por sus mejillas rosadas.

Se acercó suavemente hacia ella. La niña no emitía ruido alguno, hasta podría decirse que era una muñeca. Inmóvil y tiesa.

Cuando Bruce apoyó su mano en el hombro de la pequeña, ya era demasiado tarde..


La Llamada del SuicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora