¿Será que te quiero?

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  ¡Maldición! El día de hoy me ha dejado agotada, tuve dos evaluaciones que, sinceramente, me dejaron a más no poder, sobre todo por el hecho de que estoy casi segura de haber reprobado una... (maldición) Pero el problema no radica ahí, no, sino que lo hice justo en frente de Andrés, el rubio alto y precioso (que me pone así de cursi, por cierto) con el que comparto la clase de estadística. Justamente hoy, al idiota le dio por sentarse detrás de mí, por lo que debe haber visto lo inútilmente torpe que soy cuando de números se trata... ¡Maldición, qué día para morir!

  Me dirijo a la cocina, son las 7:46p.m. y, con el stress del día, aún no he comido. Voy al refrigerador, veamos ¿Qué me apetece?... Pienso por unos instantes cuando, justo en el momento en el que decido qué elegir para comenzar a preparar mi cena (o el intento de una) suena mi teléfono. ¡Maravilloso! Es Robert... Mi "Mejor amigo", resignada porque ya tomé el celular, dejando de lado lo que comenzaría a hacer, decido leer el mensaje para ver qué rayos escribiría el chico.

Robert: ¡Hola, Clara! ¿Cómo estás? ¿Ya cenaste?

Clara: Hola, Rob ¿Qué hay? No, aún no ¿Qué pasó?

Robert: Es que ando aburrido ¿Quieres ir a comer? Te invito

Clara: O.k. ¿En cuánto tiempo llegas acá a mi casa?

Robert: Pues, una media hora, tal vez... De media a una hora

Clara: Está bien, me iré a vestir

Robert: Tampoco es como que vamos a una cita

Clara: No gastaré mis mensajes en esto, Rob... Lo sé, gafo, obvio que no es una cita... Maldición, lo hice... Pero de éste no paso, me iré a vestir

Robert: Jajaja sabes que lo harás

Clara: Te maldigo... ¡Rayos! Para, me tengo que arreglar

Robert: Recuerda, no es una cita, Clara, relájate jajajaja

Clara: ¡Carajo!...

Robert: Jajaja vale, vale, arréglate, ya no te quito tiempo

  No responderé ese último, sé que es otra trampa, como me mande otro, lo voy a patear como futbolista ansioso y molesto, juro que lo haré. Por otra parte, sabía que debía mencionar que no había comido, ahora el bobo me pagará la cena y, lo mejor ¡No tendré que hacer nada!

  Veré qué me pongo, la última vez que salí con el tarado de Robert (o sea, hace dos días), apareció acá de sorpresa, me dijo que lo acompañara al súper y resulta que el pequeño bastardo me ha llevado al cine. Pasé pena. Parecía que cargaba puesta una pijama pero, esta vez no sucederá, lo haré arrepentirse de ello. Me voy a poner una blusa negra, un tanto holgada, con brillantitos azules en el borde del cuello y una mini-falda negra. Unos tacones de aguja del mismo color; me usaré el cabello con un flequillo de medio lado, con volumen; me aplico un perfume de Dior, dulce, Hypnotic Poison y ¡Voilá! el maldito no me volverá a sorprender con otra jugarretita como la anterior.

  Ya han pasado 20 minutos aproximadamente, Robert debe estar por llegar ¿Qué me falta?... Ya el dinero está listo, la ropa... Creo que todo, pero soy tan boluda que a veces se me olvidan unas cosas... Suena la corneta del auto, llegó el infeliz.

  Bajo con ligera prisa y mucho glamour las escaleras, cojo mi cartera Gucci, tomo las llaves de la mesa sin detenerme, salgo, cierro la puerta y entro en el coche.

--Hola, Clara ¡Qué linda estás! Buenas noches

--Hola, Rob ¿Qué tal? Gracias, buenas noches- respondo con cara de póker

--¿Lista para cenar?

--No como desde las dos y ya son las 8 y algo, creo que... Sí, sí lo estoy- contesto con un cinismo exquisito

--Necia- ríe un poco- vamos, pues

¿Será que te quiero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora