—Bueno... —volviendo a su voz normal— ya que ambas se presentaron es hora de que Mari coma —y lo que vi a continuación me dejó paralizada. Había tirado la cabeza de la joven como si de una pelota se tratase. Al hacerlo, la sangre que salió volando por todas partes logró salpicarme en la cara y cuando chocó contra la pared pude escuchar el ruido del cráneo partiéndose por culpa de la fuerza con la cual fue lanzada. Jamás había visto una película de horror comparable con lo que estaba viviendo en ese instante. Sentía cómo mi sangre se congelaba del pánico—. Bien, así que ahora vas a comer, no quiero que te me mueras de hambre, aún tengo muchas cosas planeadas para ti... Así que di ahhh —con una mano tenía el plato de comida y con la otra un tenedor con un trozo de carne. Honestamente luego de todo lo que había pasado y visto, lo último que quería era comer. Me rehusé a abrir mi boca y negué con la cabeza—. Ohhh disculpa, no me expresé bien... o comes por las buenas o... —dejando el plato en el suelo— …comes por las malas… —sujetó con gran fuerza mi mandíbula obligándome a abrirla del dolor. Cuando lo hice metió el tenedor dentro de ella. Comencé a masticar con las lágrimas corriendo por mis mellijas, ya no lo soportaba más...—. Así me gusta —habló satisfecho— a ver, abre de bueno —y así continuó hasta que me terminé el plato. Tenía unas inmensas ganas de vomitar, no porque supiera feo, todo lo contrario, fue una delicia pero en mi mente aún estaba la escena de hacía un momento—. Perfecto... si sigues así de obediente podrás sobrevivir más de lo que piensas —sonriéndome.
De la nada se comenzó a acercar peligrosamente a mí. Se agachó hasta estar a mi misma altura. Su rostro estaba cada vez más cerca del mío, a pocos centímetros de distancia. Cerré fuertemente mis ojos del miedo y pude sentir cómo su lengua pasaba muy cerca de mi comisura.
—Te había quedado un poco de salsa ahí... —y con eso se marchó, dejándome más perpleja de lo que ya estaba.
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Mi dulce tortura [Adrinette]
Horror«"Nunca confíes en una cara bonita" Eso era lo que siempre solía decir mi madre, pero claro, nunca le hice caso. Me dije a mí misma ¿qué tiene de malo tener una cita a ciegas? ¿qué puede salir mal? Pues... todo...» Marinette Dupain Chen, una joven d...