Adiós.

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- ¿Cómo fue que me encontraste? - preguntó Draco mordiéndose el labio.

- Fue fácil, en realidad - respondió Harry enfadado - solamente seguí el sonido de la absoluta y completa traición.

Draco le tomó del brazo y susurró: - Puedo explicarlo.

Harry se zafó bruscamente de su agarre y lo miro fríamente, casi con odio.

- Yo creo que no.

Y con esas últimas palabras, Harry se desapareció. Abandonó a Draco y a su amante en la habitación.

Algo tan bonito no podía pasar en su desdichada vida, tuvo oportunidad de notarlo antes, pero decidió hacer oídos sordos y creer ciegamente en su amor por el otro. Su vida siempre fue así, una montaña rusa en la que las altas duraban mucho, pero mucho menos que las bajas.

Él era un persona dedicada, una vez amaba algo, hacia lo imposible por mantenerlo de la mejor manera posible. Pero al parecer esto no le bastó al contrario. Hizo todo lo que pudo para hacerlo feliz. Sacó a sus padres de prisión, le dio lujos y riquezas. Cambió su estilo de vida, sus amistades. Dejo de lado a las personas que alguna vez le dieron cupo en su familia, cobijándolo como si fuese parte de ella desde el principio.

Abandonó todo, sólo para hacerlo feliz.

Quiso creer en sus dulces palabras, en sus tiernos gestos, en todo lo que le regalaba, quiso creer y se esforzó en creerlo, evitó mirar sus faltas, como cada palabra iba con tintes plásticos, como cada gesto era automático, como todo era una perfecta actuación.

Dolía saber que todo era falso. Las lágrimas caían libremente por las morenas mejillas, rojizas, ya sea por la rabia, o la vergüenza de verse engañado de semejante manera.

A veces pecaba de ingenuo, y esta fue una de aquellas ocasiones, ver a Draco; el que era sólo suyo, que presumía ante todos como el mejor, al que le regaló todo lo que era, con el que logró olvidar un poco lo miserable que fue su infancia y adolescencia, aquel al que le regaló sin esperar nada a cambio su corazón. Verlo revolcarse con otro, ver destrozados sus sueños y el futuro que el tanto anhelaba, fue tan, pero tan doloroso.

No sabía que hacer, incluso a su cabeza llegó el pensamiento de sólo hacer como si nada hubiese pasado, desentenderse e irse y seguir con la vida como la conocía, con mañanas llenas de Draco, cobijando su cuerpo, abrazándolo cuando las pesadillas del pasado llegaban, recibiéndolo con un beso cuando regresaba a su hogar. Pero no podía, no estaba dispuesto a volver a vivir como si nada pasará, pensando sólo en el bien de otros cuando el lo único que sentía era un inmenso dolor. No quería acabar su vida y recordar que toda era mentira, una burda falacia que deseaba creer para no quedarse solo.

En un principio no quería creer en el anónimo que llegó, tan bien trucado como para no saber de quien era el mensaje que yacía plasmado en el pergamino, pero si vena curiosa, que caracterizaba muy bien a su antigua casa de colegio, le obligó a echar un vistazo, de todas formas ¿qué perdía?.

Ahora tenía la respuesta... perdía todo.

Con sólo llegar a la puerta que le había indicado la recepcionista de ese gran hotel muggle. Sintió como poco a poco todo se desmoronaba. La voz de Draco era inconfundible para el, siendo que fueron enemigos durante gran parte de su adolescencia y luego pareja, el podía reconocerla donde fuera. Pero lo que hizo que su mundo se cayera a pedazos fue la otra voz que acompañaba a la que tanto amaba. No la reconocía, pero no tenía que ser experto para saber a que tipo de situación provenía aquel ronco tono.

Solamente abrió la puerta con un mudo alohomora, y lo vio todo.

Cuando el acto fue interrumpido, como cada mentira caía trozo por trozo.

Ver a Malfoy entre los brazos del ajeno, repitiendo lo que a el en la cama le gritaba.

Solamente pudo reprochárselo e irse sin esperar ninguna palabra más, no necesitaba más mentiras.

Apareció en la que era su casa, rápidamente invocando todas sus pertenencias para colocarlas en un baúl.

Ahora no tenía a nadie que le consolara, no tenía a nadie con quien acudir. Había abandonado todo por él, no tenía a nadie.

Tal vez si se arrodillaba frente a sus antiguos amigos, lo perdonarían.

Una vez todo estaba en su lugar, cuando revisaba que no faltara nada, escucho el característico sonido de aparición, no volteó, pues sabía de quien provenía, sólo ellos dos podían parecerse dentro del lugar.
- ¿qué haces?

La pregunta había abandonado los labios del rubio antes de siquiera notarlo.

- ...

Ninguna respuesta abandono sus labios.

- Yo, Harry...

- Adiós

Esas fueron las últimas palabras dedicadas, antes de abandonar el lugar, desapareciendo.

Dolía, claro que lo hacia, pero era mayor el suplicio de saberse jamás amado. Tal vez, en un futuro lograría verlo de frente y darle una sonrisa, sin rencores ni odio retenido.

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Y allí estaba, viendo como la única persona que alguna vez le amo, se casaba con otro joven, alguien de mirada sincera y llena de amor dedicada a su, próximo, esposo.

Al cruzar miradas, el moreno le dedicó una bella sonrisa, cargada de gratitud. Se sentía enfermo, sucio; no sabía como el todavía podía verlo sin remordimiento, no después de lo que hizo, no cuando él, aún después del tiempo, aborrecía la escena que presenciaba. No ahora, que veía como Harry se casaba con otro, no ahora que sabía que el mismo lo había empujado a los brazos de aquel. No ahora que no podía hacer nada para poder parar aquello. No ahora, que aquel adiós de hace algunos años, dolía como si apenas la hubiera escuchado.

Y entonces, los labios del de ojos verdes se movieron, repitiendo la palabra que le perseguiría para siempre.

-Adiós.

-&-

Este one-Shot esta hecho en base al Drabble no.13 del libro "Crónicas de Hogwarts" de Sophie_Velazco.

J'J

Adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora