— Listo. Te vez preciosa, mi pequeña Alicia —dijo Effie, acomodando el delantal sobre el vestido camisero celeste.
— Gracias mamá, ¿pero podrías asegurar que no esté flojo mi listón del cabello? No desearía que se cayera en medio de la fiesta.
Effie estaba por resoplar, pero de inmediato lo cambio a una sonrisa fingida — Por supuesto, cielo.
— Tenía que ser mía —, reprochó la mujer en sus pensamientos. Pero no la culpó, eso lo había sacado de ella, aunque eso implicara sacarla de quicio de vez en cuando.
Lenay había llegado del colegio, muy ansiosa de ver lo que su mamá preparó para su fiesta.
¿Y cómo no emocionarse si tenía una madre tan creativa?
Recordó su anterior cumpleaños donde le festejó con la temática de unicornios. Solo había colores pasteles, su cabello estaba pintado de múltiples colores a pesar de que era temporal, y tuvo la experiencia de convivir con adorables ponis y montarse a ellos. Sin duda, fue una de las mejores fiestas que tuvo, además de un total éxito. Sus compañeras y amigas no dejaron de hablar de ese tema y otras llegaron a copiar la misma temática, sin embargo, nadie podía compararle, su madre había sido lo bastante original como para opacar cualquier otra.
— Ahora sí, no tienes que preocuparte por tu listón, cariño. Debemos irnos, te están esperando.
Bajaron de las escaleras, donde se encontrón con Peeta esperando a Lenay. Sostenía en la mano un reloj de bolsillo, tratando de simbolizar al Conejo Blanco.
— ¡Tío! —corrió abrazarlo.
— ¡Hermosa! —Dijo con el mismo entusiasmo, devolviéndole el abrazo más fuerte— Feliz cumpleaños, te ves preciosa.
— Gracias..., señor conejo —se río entre dientes, ante su comentario. Esperando que Peeta siguiera con el papel.
Y claro, el rubio la iba a complacer — De nada, Alicia —igualmente se río— Vamos, que llegaremos tarde —Ofreció su mano como un caballero y ella aceptó con cortesía.
Feliz de jugar.
Él la llevó hacia el jardín principal para mostrarle las decoraciones que los invitados iban a ver antes de llegar al patio trasero.
Lenay, se topó con una línea larga de naipes de corazones que los guiaba hacia el patio, sus tamaños eran medianos y todos armados con lanzas inofensivas de madera, que podía ser imposible que un niño saliera lastimado o perdido por el gran jardín victoriano. Los arboles tenían colgados marcos de colores claros con grandes relojes alado marcando las tres. En los arbustos colocaron rosas rojas y otras blancas, pero manchadas de rojo, dando la impresión de que todas habían sido pintadas.
La niña estaba más que fascinada, no se le escapaba ningún detalle, siempre admirando el trabajo de su madre. En un futuro, deseaba ser como ella.
A diferencia de Lexie, a ella le encantaba la perfección a su corta edad, su mamá era su ejemplo a seguir. Sin embargo, Effie no lo aprobaba, y tenía la esperanza de que Haymitch pudiera hacerle cambiar de parecer, aunque claro, ser ordenado y organizado no era un problema, más tratar de ser perfecta era casi una maldición.
La búsqueda de la perfección no llevaba a nada bueno, siempre era solitario, y ella mismo lo sabía, al igual que su madre que es un vivo ejemplo. Pero a diferencia de Grace, Effie tuvo la fortuna de conocer a Haymitch y de que él la aceptara, de formar una vida juntos cuando los Juegos terminaron, y también fue afortunada de que él regresara para emendar su error.
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Les Debo Mi Amor (Hayffie)
FanfictionSeis largos años después de la Guerra, lo que podría decirse que los más felices tiempos en la vida de Haymitch Abernathy, lo convirtió en ceniza de nuevo al abandonar a su familia que le ha costado tanto mantener. No hablamos de su madre ni su herm...