Un cuento.

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Hace años había un chico que tenía una maldicion, solía convertirse en demonio cada vez que tenía una emoción, cualquier tipo de emoción, así que intentaba siempre estar neutro, trataba de no conocer a nadie por si lo llegaban a rechazar por su maldicion.

Un día conoció a un humano común y corriente que se había perdido en lo profundo de aquel bosque. El demonio se escondió tras los oscuros árboles para no espantarlo, notando aquellos rasgos hermosos del chico, no había visto nunca a alguien así de maravilloso. El humano no era temeroso por lo que esa misma noche se había puesto a acampar de manera simple ahí.

El demonio, cada noche se dedicaba a verlo dormir, él como se quejaba, comprendiendo que no serían solo unas noches que se quedaría, si no, la vida entera. Cerró momentáneamente sus ojos solo para escucharlo respirar, algo que en verdad le encantaba, lo había visto comer, hablar con aves, incluso con piedras, sin embargo jamás había escuchado tan profundamente a aquel chico dormitando.

Cuando abrió sus ojos se sorprendió ante la presencia del chico sentado frente a él, no lo escuchó moverse, más solo estaba mirándolo con curiosidad, sin decir palabra alguna, dibujando una sonrisa perfecta al ver al demonio mirarle. Hizo un ágil movimiento hacia atrás, sintiendo su corazón bombear más sangre de lo normal, sintiendo como ese aura negra comenzaba a brotar, cambiando de inmediato sus ojos de color a gris y su piel colocándose pálida, estaba entrando a su demonio interior.

El humano apoyó sus manos en el suelo abriendo grande sus ojos puesto aquel cambio le aterraba, pero no demasiado como para acercarse a él teniendo el valor de tomar su mejilla y sonreírle amable. El demonio por otro lado estaba aterrado de que la persona que había observado día tras día lo estuviese viendo tan de cerca y sonriéndole de esa manera tan dulce.

Una vez más se hacía hacia atrás, con miedo, ese maldito sentimiento que sacaba su demonio, su respiración estaba agitada mientras el humano se perdía en aquellos sólidos ojos grises.

- Eres tu quien me observa todos los dias. -El humano hablaba tomando asiento en el césped, tratando de no alejar más al demonio. Sin embargo este se colocó aún más nervioso dejando salir un destello de sombras que emanaba su cuerpo ante lo dicho.

- Te he visto, no lo puedes negar.- De un salto se metió entre las oscuras ramas de los árboles, yéndose, dejando que el chico hablara solo, sin responder nada a lo que él decía. Lo había escuchado cantar, hablar con los animales, pero jamás se había odio mejor su voz que cuando se dirigió a él.

Dos dias habían pasado y la distancia que había mantenido del humano era gigante, ya no oía su voz, ya no escuchaba su corazón, ya casi no lo veía y le comenzaba a molestar. Un ramo de flores fue lo que dejó al lado del cuando dormía, queriendo disculparse poco a poco ante su mala educación y solo haberse ido, pero segundos luego, cuando caminaba alejándose oyó aquella voz una vez más.

- No te vayas, por favor...-Pensó en una vez más irse, sintiendo su corazón palpitar con tanta fuerza que una vez más él aura comenzaba a emanar de su cuerpo, tiñéndose su piel de color blanco como la misma nieve. Se giró y esta vez a pasos temerosos se acercó a él quien le esperaba con una sonrisa.

El humano se levantó cogiendo de inmediato su mano sintiendo lo fría que estaba mientras lo jalaba para sentarlo junto a él.

-¿Por qué no me hablas? Quiero oírte - Insistente y curioso como él era, el humano Preguntaba y exigía al demonio, Quien atado a sus encantos abría su boca solo para expulsar una pregunta.

-¿No me temes?-Respondió el demonio curioso, queriendo saber de su respuesta. El chico cubrió su boca riendo y sonriendo a la vez, negando con su cabeza de inmediato.

- Te temí la primera vez, luego no. Eres quien me hace compañía en este solitario y silencioso bosque. ¿Por qué tendría que temer a quien me protege? - Apretó sus manos en sus muslos, nervioso. ¿Cómo podía haber sido tan idiota para dejarse ver? Aún recordaba esa primera semana que el chico estaba vagando por el bosque, buscando que comer cuando un Barranco se apareció en su camino, casi cayendo, sin embargo de un jalón, lo había sacado de allí, dejándolo en segundos en un lugar más seguro, desapareciendo en instantes. Si, fue demasiado obvio.

Permaneció esa noche a su lado, el humano le contaba historias del otro lado, mostrándole lo inusuales que los humanos eran, lo bullicioso y arrogantes. Lo que había provocado el abandono del pueblo hacia el bosque. A la vez el demonio le contaba de su maldicion, aquella que llevaba hace más de 20 años y que aún no manejaba, que las emociones lo invadían y tenia dañar a alguien.

-¿vamos al lago? -El humano Preguntó mientras se levantaba, la sexta mañana que despertaba con el demonio a su lado. Enorme, tranquilo y transparente, un lago que emanaba encanto rodeado de césped y rosas haciendo un solo camino hasta él y que el chico a malos pasos pudo encontrar.

Dhan tomó asiento en una roca muy cerca del lago mientras Stefan se desvestía sin pudor frente a él dirigiendo una que otra mirada al demonio sentado en la roca, dando su espalda se metía al lago soltando suspiros de placer al sentir el agua refrescar su cuerpo; los ojos grises de Dhan estaban fijos en el, en su cuerpo, en la miradas que regalaba y sus oídos agudos solo podían recordar sus suspiros una y otra vez.

-Ven conmigo.- Esa voz lo interrumpía y agradeció pues estuvo mucho tiempo observándolo sin si quiera pestañear. Apenado Asintió quitando su ropa y al igual que Stefan se adentró en aquella Laguna la cual calmaba su corazón y emociones, quitando sus ojos grises y apaciguando su aura.

-Es deliciosa ¿no? -Al abrir sus ojos, Dhan tenia a apenas unos centímetros el rostro ajeno, viendo esos rosados labios sonriéndole y sus claros ojos robando su propia alma. Debí alejarse más su cuerpo era prisionero del lago y de los encantos ajenos.

Callado, sin pronunciar palabra alguna, el demonio se había apoderado de la cintura ajena al mismo tiempo que los ojos de Stefan se abrían amplio ante la sorpresiva unión de labios entre ellos, la cual no demoró en corresponder hundiendo su desnudo cuerpo con el ajeno, llevando sus brazos a rodear su cuello. El ambiente cálido y el agua templada, solo por la alta temperatura de ambos cuerpos que se unían siendo uno entre melódicos gemidos, las pequeñas olas que ambos cuerpos provocaban estaban haciendo un compás acorde a los gemidos, siendo el mismo aire quien se templaba dando una entonada perfecta.

Por varios minutos se dejaron llevar por las aguas para calmar sus agitados cuerpos que anteriormente se habían unido, Dhan había conocido una nueva emoción y sus ojos grises miraban el cielo dando luego una corta mirada al chico quien adolorido alzaba sus brazos sobre su cabeza para estirarse, viéndosele las marcas de mordidas, de apretones y algunos rasguños en sus hombros y espalda. Le gustaba verlo así, pero a la vez le preocupaba si le dolía.

- ¿Cómo te sientes? -Preguntó viendo a un sonriente chico acercándosele para besarlo con entusiasmo, abrazándolo luego.

-Jamas había conocido la felicidad hasta ahora.

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2017 ⏰

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