Tiempo atrás, el día que te conocí, no te presté mucha atención, eras únicamente una persona más. ¿Cómo fue que todo eso cambió? Comenzamos a hablar, nos conocimos un poco más con cada palabra intercambiada, no queríamos hacer notar nada entre nosotros ni para otros. Fue sutil nuestro proceso de enamoramiento, sin dejar lugar a dobles significados, fuimos claros, más claros de lo que jamás podríamos haber sido.
Entonces, seguimos así, de a poco, paseando a veces de la mano y otras no, dependía si había gente presente, sobre todos que te conocieran a ti. Caminamos por horas, siendo solos tú y yo, recorriendo los caminos que ahora volvemos a caminar, solo que sin el mismo entusiasmo, o tal vez sí, pero tras tantas tapas de lo que nos hemos convertido que es difícil verlo.
Es curioso en lo que nos hemos convertido. Nuestro primer beso costó, tantas veces traté de robarlo y no se pudo, querías jugar y a mí me encantaba aquello, le daba una chispa a esta relación que jamás había sentido antes.
Cuando comenzaron los problemas sabíamos que lograríamos superarlos, ambos somos muy distintos pero logramos llegar a ese punto medio, a la forma en que fuimos la mejor versión de nosotros mismos para el otro, en donde no era necesario pedir nada pues nos entregamos lo que nos hacía falta. Fuimos indetenibles, irrompibles e inquebrantables, en muchos sentidos logramos alzarnos por sobre la cotidianeidad y rutina que estaba presente alrededor nuestro.
Hoy, mirando atrás, no puedo evitar que mi mirada se bajé o que la garganta se seque, que mis ojos se nublen de vez en cuando. Fuimos lo mejor que pudo habernos pasado en esta u otra vida, mas no lo supimos ver, no lo apreciamos y recién ahora veo que estábamos hechos del acero más resistente que ha existido, sin embargo yo mismo contribuí a oxidarlo tan gradualmente que ni cuenta nos dimos.
Otros podrán decir lo que quieran cuando nos vean juntos, o separados, podrán hablar, ladrar, gritar o susurrar, eso jamás nos ha importado o al menos no lo hacía. Duele pensar en el cómo todo cambió. ¿Fue culpa mía por pensar más que actuar? ¿Deje que mi inseguridad ocultase la única certeza que realmente he tenido en mi vida?
Durante el camino andado he aprendido, tal vez lo que jamás hubiese de otra manera. Soy un hombre fuerte, alguien que sabe qué quiere y cómo pretende lograrlo. Pero sin ti me siento débil, sin sentido, perdido, y no es por una dependencia, sino porque eres tú quien merece más que nadie la mejor versión de mí que puedo ser. ¿Por qué? Pues porque yo decidí que así fuera.
Entonces, ¿cómo llegamos al hoy? Si pudiese volver el tiempo a los primeros días juntos lo haría una y otra vez, solo para repetir la primera vez que te hable, la primera vez que rocé tu mano, la primera vez que mi estómago se sintió como una montaña rusa estando al lado tuyo. Y hoy haría lo que fuese con tal de volver a eso.
Mas no se puede, el tiempo avanza y no perdona a nadie. Los amantes son separados y las flores se marchitan. ¿Qué nos queda? Pudimos haber salvado, aún podemos, sin embargo nuestros contextos nos han impedido crecer como la pareja que podemos.
Es hoy el día que maldigo, por alejarme de ti, por alejarte de mí, por forjar a la persona que odio y que vive bajo mi piel.
No quiero dormir sin saber que antes de hacerlo te he dicho lo mucho que te amo y que lo hayas sentido, no quiero separarme de ti y que no me extrañes, no quiero no ser un apoyo para ti ni que tú no estés ahí. Quiero volver o buscar la forma de que el sentimiento regrese.
Ostento mucho, tal vez, el sentimiento que creo tener, digo que se ha marchitado y hablo de salvar algo, ¿no es aquello una contradicción? Quizás mi problema recae en buscar el problema, pero por Dios que te amo y no resisto no disparártelo en la cara, acompañado del beso que acalle todas las dudas que podríamos haber tenido.
Siempre pensaré en ti como el amor más grande o lo más cercano a la eternidad que he conocido. No quiero que acabe jamás, mas no puedo ir contra lo que tenga que suceder. Daría mi vida entera, dos tercios de mi alma y el disfraz que me cubre con tal de provocar en ti lo que alguna vez logré, de hacer que un suspiro te sorprenda cuando pienses en mí. Entregaría cada día que me queda por vivir con tal de que el último sea contigo, tal cual como fueron nuestros mejores tiempos.

YOU ARE READING
Lo que quizás fue
RomanceHay quienes dicen que todo es subjetivo, el cómo percibimos las cosas o el cómo las vivimos.