Parte Única

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Año nuevo, vida nueva solía ser el lema de muchos luego de darse cuenta que habían cagado monumentalmente el último año de sus vidas y querían mentirse a sí mismos que el próximo no sería tan asqueroso

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Año nuevo, vida nueva solía ser el lema de muchos luego de darse cuenta que habían cagado monumentalmente el último año de sus vidas y querían mentirse a sí mismos que el próximo no sería tan asqueroso.

Año nuevo, vida nueva era el mantra de los perdedores según Bakugo Katsuki.

No es que él estuviese mucho mejor, sin embargo. Faltaba poco para el 31 de diciembre y estaba tirado en el sofá, sin pantalones, rascándose la barriga con una mano y tomando manotazos de doritos de hace tres días con la otra. Pero no era eso lo más lamentable de sus últimos días del 2017.

Era que estaba tirado en el sofá de la casa de las dos personas que más detestaba en el mundo: el repugnante de Midoriya Izuku y su nauseabundo esposo, Todoroki Shouto.

¿Cómo es que él podía caer tan bajo como para pasar el rato en casa de esa chusma? Ni él mismo lo sabía. Lo único que tenía en claro es que estaba desempleado hace ocho meses y sin techo hace tres, cuando sus padres finalmente se habían cansado de que su quejica y holgazán hijo de veinticuatro años no hiciera más que gritar alrededor de la casa y tirarse pedos en lugares públicos.

Él no se arrepentía de nada, más que de tener que dormir bajo el mismo techo que Deku —así lo llamaba desde su tierna infancia, pero no tenía nada de eso— y Todoroki intimaban. Era simplemente desagradable, y más cuando aquellos dos calientes se ponían ansiosos al ver que Bakugo movería su trasero del sofá para salir a dar alguna vuelta.

Luego de eso había decidido que no saldría más de la casa.

—Kacchan —carraspeó Deku durante una cena, un par de semanas antes de la víspera de Año Nuevo— ¿No te parece que pasas mucho tiempo aquí adentro? ¿No quieres salir a disfrutar del aire fresco, la nieve y la bonita decoración invernal?

—Cállate —espetó Bakugo, amenazándolo con un palillo de madera que tenía un tempura de langostino pinchado al medio. A él le gustaba comerlos así—. Tú no me dices que hacer.

Todoroki levantó la mirada de su plato, arqueando una ceja hacia Bakugo. Le hubiese arrancado ese gesto con las uñas si pudiera.

—Te puede decir lo que quiera porque te da de comer.

—Y tú también cállate.

Deku no lucía enfadado como Todoroki. Se veía decaído, casi triste por Bakugo. Y eso le enfurecía mucho más.

—Es que no me gusta verte tirado, vegetando en el sofá. Afuera está hermoso y lleno de cosas por hacer. O al menos si te vas a quedar adentro podrías hacer algo, uh, más productivo.

—Sí, y no echarte a mirar esos reality show baratos que te la pasas consumiendo —intervino Todoroki— ¿Tienes idea de cuánto nos va a llegar de luz...?

—¡SILENCIO!

Bakugo estaba harto. No solo se metía con su manera de vivir si no también con sus sesiones del Gran Hermano extranjero que veía. Aquellos dos asquerosos no sabían nada, ¿pensaban que a él le hacía feliz estar como estaba?

Sempiterno [KiriBaku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora