Parte única.

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Un joven de largo cabello negro escuchaba distraídamente lo que le contaban a través del teléfono en su oreja, cuando, de repente, escuchó abrirse la puerta de la entrada junto a una pregunta que lo descolocó e hizo que el llamado se cortara precipitadamente.

Bajó el aparato hasta la mesa a su lado y se dio la vuelta para ver a un chico albino de ojos azules que ahora mostraban gran curiosidad por que le respondiera la pregunta.

–Hermano, ¿Nuestra madre se llamaba Nel?

El mayor ocultó su sorpresa y respondió con tono ofendido.

–¿Cómo osas olvidar el nombre de nuestra amada madre?

–¿Cómo se llama entonces?

El pelinegro volvió a tardar en contestar, esperaba provocar a su hermano y llevar la conversación hacia otro lado, pero esta vez el albino estaba determinado a saber. Por lo que solo le quedaba fingir demencia.

–... Touché

–¿Cómo osas olvidar el nombre de nuestra amada madre? –Contraatacó repitiendo las palabras de su hermano.

Suspiró pensando en su siguiente respuesta, negó levemente con la cabeza viendo el suelo y pensó en decir una verdad que no aplicaba al caso y bien le podría ganar el infierno.

–No tengo memoria para los nombres, ¿Cuál es tu excusa?

–Nunca me dijiste su nombre, ella murió cuando yo nací.

La tranquilidad en las palabras del menor, tenía incomodo a su hermano. Tantas veces intentando evitar el tema y parecía que esta vez no tenía salida.

–Es un recuerdo doloroso para mí.

Sus ojos azules se oscurecieron de dolor y evitó ver al menor directamente. Un resentimiento creciendo en su alma a la vez que recordaba la causa de su muerte.

–¡¿Lo sabías, Ace?! ¡No me mientas, Ace, ¿Lo sabías?! –Gritó tomándolo del cuello de la camisa, con sus ojos brillando iracundos.

Una voz resentida en su cabeza gritándole que lo golpeara y le dijera la verdad que tanto quería saber, sin embargo, tiró aquella voz al fondo de su mente y dejó que su hermano se desahogara.

–No sé de qué hablas, hermano.

El cambio en los ojos del menor fueron notorios, sus manos se aflojaron y bajó la mirada. En una postura abatida se dio media vuelta para irse no sin antes comentar lo que haría resurgir la ira de Ace.

–Sabía que debía hacerle caso a Shaka.

–(¡Ese hermano bastardo!) –Pensó al recordar que le colgó hace un rato al escuchar la voz del menor a través del teléfono. –No sé qué te habrá dicho, pero ¿Cómo crees que iba a saberlo, pequeño?

Intentó tranquilizar el ambiente llamándolo como lo hacía cuando era un niño, pero un tono afligido se coló en la oración. Igualmente detuvo su caminar.

–Eres el mayor.

–Y por ello debo cuidarlos, así siempre lo quiso, Lu. –Malinterpretando sus palabras como una tregua, se acercó y colocó una mano en el hombro de su hermano menor.

–Mentiroso...

Un susurró escuchado en la silenciosa habitación precedió al manotazo que Luxssiel le dio a la mano en su hombro y continuó su violencia con un puñetazo directo a la cara del mayor, pero se detuvo justo antes de golpearlo.

El cabello de Ace se movió levemente en reacción al golpe parado. Quitó la mano de en frente para ver sus ojos inyectados en ira, los cuales vacilaron ante los de su casi padre.

–Confié en ti, Ace. Confié en ti y tú me fallaste.

El dolor en las palabras calaron hondo en su alma, no importa que, él era el mayor de los tres y parecía que el más pequeño hacia mejor su trabajo.

–Y me arrepentiré el resto de mi vida...

Sus ojos se cerraron con pesar y soltó la mano de su hermano que aun sostenía, no quería dejarlo, pero no parecía merecerlo.

–No pararé hasta enmendarme, Lux.

El albino retiró su mano, cerró sus ojos, respiró profundamente y dejó escapar todo el aire antes de hablar.

–No lo creas tan fácil.

Vuelve a abrir sus ojos para mirarlo con seriedad y decepción, seguidamente se gira y se coloca su bufanda, caminando hasta la salida.

–Hasta pronto, Ace.

–¡Espera! ¿A dónde vas ahora? –Pregunta en un tono de alarma el azabache.

–A acabar con todo esto. –Informa con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo, mientras continua caminando.

–No tienes que encargarte de esto, no es tu deber.

–Normalmente no. –Al llegar a la puerta la abre mirando de reojo hacia atrás y mostrando una media sonrisa. –Pero los has incluido a todos, y yo prometí protegerlos, ahora es mi batalla.

El más pequeño, rebelde y hedonista de los tres le mostró una última sonrisa de confianza y arrogancia, justo antes de cerrar la puerta.

–Tsk... –Chasquea la lengua al perderlo de vista, adoptando una postura más relajada con ambas manos en los bolsillos del pantalón. –Es tal y como predijiste, casi me siento celoso de lo bien que lo conocías antes de que siquiera naciera...Madre...

Habló en susurros con su mirada clavada en el cielo del atardecer que se mostraba a través de la ventana.

¿Cuál es su nombre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora