Capítulo 33.

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_______'s P.O.V:

—No, por favor —dije tomándome del marco de la puerta—. ¿Qué clase de persona obliga a...? ¡Esto es un secuestro! ¡Te voy a demandar! —le grité a mi queridísima amiga Alice.

—Hace una hora te pusiste en este maldito rol de niña malcriada diciendo como idiota: "¡Juro por cada maldito Teletubie que no me meteré a bañar!", ¿Y ahora también me sales con esto?

—¡Ellos son sagrados! —le repliqué amenazándola con mi dedo índice; mala idea. Sentí el agarre de mi cintura disminuir, y aunque mi —en estos momentos— diminuto cerebro me hizo creer algo fantástico, algo me decía lo contrario.

»¡Soy libre, soy malditamente libre!«
Pensé cuando no sentí los brazos de mi amiga rodear mi cintura y jalarme fuera de mi habitación.

»Idiota«

Reaccioné cuando ella me cargó y me echó en su hombro sin pudor alguno.
¡Condenada mocosa del demonio! sí que era inteligente. Me superaba por niveles inimaginables.

—¡Es que ni siquiera te importa que lleve un maldito vestido! ¡No es justo! —golpeé con fuerza su espalda.

—¡No llevas un maldito vestido, idiota! —¡Cierto!, después de que casi me obligara a usar un vestido de zorra (que por cierto, le arrojé a la cara con un palpable aire de asco) la condicioné, si iría a la estúpida fiesta de la asombrosa Quinn Woods, sería con mis preciados jeans y no un puti-vestido del demonio.

Me metió con fuerza bruta a su auto y me abrochó el cinturón de seguridad.

—¡No soy un maldito bebé! —le dije enojada.

—¿Eso crees ___, eso crees? —dijo ella abreviando mi nombre ¡desgraciada!

—¡No lo soy! —crucé los brazos y bajé la mirada, furiosa.

—Y por estas acciones, digo que lo eres —cerró la puerta del auto y condujo al lugar de la fiesta.

¿Y mis amigas? Fácil, Alice las llevó a la fiesta mientras yo me bañaba y maquillaba un poco.

¿Cómo se aseguró de que lo hiciera? Más fácil aún, me amenazó con quemar todos y cada uno de mis libros. ¡Ella podría meterse conmigo, pero con mis libros no!, y pero aún ¡tomó el maldito libro de Carrie! ¡Mi maldito libro favorito, el que más trabajo me costó conseguir!

[···]

Llegamos a la fiesta, el acto casi ilícito (porque admitámoslo, cada chico era menor de edad y otros que a duras penas alcanzaban los veintiuno, consumiendo alcohol y drogándose era un acto ilícito) se llevaba a cabo en la casa de una amiga de Quinn, ¿Alissa? ¿Malissa? ¿Melissa? ¡Melissa!

—¿Lista? —preguntó Alice.

—No —ella me miró—. Pero andando —tomó mi mano temblorosa y nos adentramos a lo que yo no sabía que sería mi perdición.

El chico de las cartas. •[Andy Biersack]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora