Hoy se ha roto algo,
Puedo oír la agonía en mis adentros.
Siento mis huesos crepitar,
soy una cicatriz andante.
Mis hombros cargan pena y desidia.
Alguien sostiene mi cuerpo, inerte entre sus brazos.
Llevo puesto el color de la muerte,
si acaso es porque ya no vivo.
¿Quién osa golpear la puerta?
¿Quién rompe el silencio en el cual me encuentro absorto?
Es una voz profana, es dulce: me llama.
¿Trae con ella el fruto de la discordia?
La incógnita corre por mis venas,
aquellas por las cuales alguna vez corrió sangre.
Mi piel es pálida, y no porque tenga miedo.
Miedo, ¿podría sentirlo?
Creo que no. Mis emociones sucumbieron hace mucho.
Entonces, ¿por qué no abrirle?
Se rumorea que trae desgracia, y si de melancolía y corrupción, ¿por qué no, también, de sombra y eclipses?
No hables con extraños, habría dicho mi madre.
¿Por qué no? ¿Podrían asesinarme?
¿Podría alguien arrancarme la vida si por dentro ya he muerto?
El camino se bifurca: ¿cielo o infierno?
¿No quiere darme cielo? ¡Pues bueno!
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Fragmentos de una emoción
PoezjaNo más mentiras. No más cartas furtivas. Todo lo que pienso está aquí, justo frente a sus ojos. *Aunque preferiría mantenerlos como borradores, estos poemas han sido re-publicado gracias a Sarita Arbeláez.