Un milagro llamado Alana

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Me considero un completo imbécil, soy un animal con mis padres, con Bela y con cualquier persona que me rodea. No tengo absoluto control sobre mí mismo y estoy consciente de ello.

Aunque tengo solo 18 años he hecho cosas que una persona de mi edad no debería hacer ni a esta edad, ni nunca, pero, es que el misterio de qué sucedió con mi hermana ha acabado con mi vida desde ese día, desde ese asqueroso y maldito día.

Pero no todo ha sido tan malo, como leí en un libro: "A todos nos corresponde un milagro".

Mi milagro se llama Alana, apareció en mi vida, me aceptó con todo y los demonios que acompañan mi espalda, mi vicio, mi vida tan miserable, mi gran enigma entre saber cuántos defectos tengo más. Bela y Alana Banana son mi pilar y la razón por la cual estoy "Vivo" si se puede decir eso.

Lo único que se interpone en nuestra relación es la histérica de Clara, la bruja que tiene Alana como hermana gemela. Así como Alana solo ha traído luz en mi vida, Clara ha traído oscuridad.

Yo sé que no soy la mejor persona, que no merezco a Alana, pero, ¿Qué hago?, si esa mujer solo trae amor a mi vida, es el ser más puro que yo conozco, mi milagro enviado desde que tengo 15 años. Pero la infeliz de Clara solo ha intentado separarnos, pero eso no va a pasar nunca.

Recuerdo el día que desaparecí y todos me estaban buscando, estaba en una antigua fábrica abandona, propiedad de mi familia en lo más lejos de la ciudad, con un ataque de histeria, ebrio y drogado. Cuando sentí una presencia que entro en la pocilga donde estaba, unas manos de ángel tomaron mi sucia cara, se hincó ante mí y pude ver su virginal rostro, era mi Lana, que vino a rescatarme, lloré como un niño y le conté de nuevo esa maldita historia.

La curiosidad me mató, cuando dejé de ahogarme con mis lágrimas y pude hablar, le pregunté:

—¿Cómo supiste que estaba aquí, Lana? Maldita sea, es más fácil deshacerse de una deuda que de ti.

—Aníbal, eres tan tonto que cada vez me impresionas más, intentas desaparecer y te llevas mi auto, Aníbal, rastree mi auto, la próxima vez se menos imbécil, por favor. Ahora levántate tú madre está desesperada.

— Tu sabes que no es así.

—Lo sé, pero es buena actriz, y tenemos que llegar antes de que Clara termine de preparar tu funeral.

— Te amo, Lana Banana con pelos de rana.

  —Yo te amo de aquí a la luz de mis estrellas, Aníbal. Te levantaré de esto, así sea lo último que haga.




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