Veinticinco

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Diciembre del 2011.

Annie estaba total y indudablemente enamorada de Nate.

En cuanto Annie se había recuperado de lo del bebé, ella y Nate se encargaron de recorrer los lugares más emblemáticos lugares de París,  empezaron por el panteón más famoso de París, en ese lugar que albergaba a restos de las figuras más destacadas, como lo era el escritos favorito de Nate, el fallecido Víctor Hugo; al día siguiente fueron al arco del triunfo para subir a la cima y tener una maravillosa vista de la ciudad y fotografiar las cosas emblemáticas de ese lugar; después fueron al “ Centre Pompiou” el museo más visitado del cuarto distrito de París, un museo de arte moderno que a Annie habia dejado maravillada, sobre todo el arte callejero que se podía apreciar a sus afueras cerca de la plaza; su siguiente día lo dedicaron a los bellos y más encantadores jardines de Luxemburgo, con sus flores coloridas y pastos verdes, un hermoso lugar que Annie no dejaba de fotografiar;  después de eso, Nate había elegido algo distinto a las bellas flores, se adentraron a un recorrido turístico en las catacumbas de París, una red de túneles y subterráneos que contaban extrañas historias sin salida, Ann estaba aterrada pero segura al pasear de su mano; Annie había dejado casi al final la bella catedral de Notre Dame, ambos estaban maravillados con esa estructura antigua con lindas gárgolas y su hermosa campana que resonaba como música al escucharla; Nate era más enamorado del arte, pasaron toda una tarde en el museo de Orangerie, un museo con grandes obras de arte del siglo XX que le habían dejado un gran sabor de boca; Annie se moría por ir a la más emblemática torre de París, subieron hasta el último piso y tomaron una foto panorámica del campo de marte donde las parejas enamoradas paseaban tomados de la mano y llenándose de besos, ellos no eran la excepción, fotos y momento maravillosos quedaron en sus recuerdos esos bellos recorridos, el invierno ya había llegado y la nieve se vía próxima, Annie quería parar en la torre Eiffel para disfrutar el lo que restaba del invierno en ese cómodo departamento en los brazos de Nate bebiendo un rico café, pero Nate quería hacer un recorrido más.

Con la nieve cayendo sobre su rostro abrigados y tonados de la mano, ambos fueron al hermoso puente de las artes que estaba sobre el río Sena, pero su bella construcción no hacia este puente espectacular, también lo hacia esa bella costumbre de parejas que colocaban un candado cerrado en los barrotes del puente con el nombre de los enamorados en el, una vez cerrado, arrojaban la llave al río para jamás encontrarla y así sellas su amor para siempre.

Nate se detuvo a la mitad del puente y se recargó en el viendo el agua correr, ese día él estaba distante, serio y muy pensativo, Annie sabia que la fecha se acercaba y lo intentaba comprender, así que sólo se puso a su lado mirando lo mismo, la corriente del agua llevándose las llaves que sellaban un amor eterno.

— Cuando Alice cumplió 16, venimos en un día de verano — Dijo Nate con melancolía — El sol brillaba y el agua corría agitada, Alice sacó un candado y lo cerro por aquí — Dijo viendo la barrera de candados — Después lanzó la llave al agua y nos besamos.

Annie no dijo nada, ella sabía cuanto significaba eso para él, que, aunque le rompiera el corazón tenia que entender.

— Que lindo — Dijo intentando sonar honesta.

— Yo siempre lo creí ridículo — Respondió Nate riendo — Pero contigo es diferente — La miró para después tomarla de las manos — Eres una gran mujer, Ann. No te dejas caer aunque has pasado cosas horrible, gracias, me has ayudado bastante, con tu cariño y lindas ocurrencias, eres hermosa y siempre estás llena de sentimientos — Dijo intentando no llorar de la emisión — Me has enseñado lo bello de París y que el invierno no es tan malo si lo pasas en los brazos de alguien — Derramó lágrimas — Has reconstruido mi vida poco a poco y ahora en la nieve ya no siento frío y lo sé porque...

París en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora