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Querida M;

Escribo esto mientras escucho está canción que grita tu nombre y me fumo el último cigarro que fumaré en toda mi vida. Sé que no lo leerás, pero es mi manera de desahogarme.

Recordé la primera vez que fumé. Tú te veías preciosa mientras nos reíamos porque me ahogaba con el humo. Mí única preocupación era estar perdidamente enamorada de tí y no encontrar ningún consuelo sobre eso. Pero lo encontré, lo encontré en tus abrazos y esa maravillosa sensación de ser joven y confesar un secreto y ser correspondida.

Esa también fue la primera vez que besé a alguien. Habíamos tomado unas cervezas y después dormimos juntas. Amaba dormir junto a tí, me sentía segura entre tus brazos.
Así comenzó todo. Me fuí perdiendo poco a poco en ti.

A veces me pregunto cómo estás, a veces me pregunto si alguien más dibuja cosas en tu piel cuando veo las margaritas dibujadas en la mía. Y espero que sí.
Espero que jueguen con tus manos y te hagan dibujos lindos de cosas que te gustan.

Me gustaba soñar con esa estúpida boda en Las Vegas. Me pasaba la tarde entera llenando las paredes de mi habitación con tus dibujos. Pero el tiempo se encargó de borrar esa sonrisa de nuestras caras. Nos convertimos en otras personas, nos alejamos inevitablemente, y el día que te fuiste, una pequeña parte de mi murió.

Creo que la vida te enseña a vivir sin esa parte de tí. Tú volvías y te ibas, llevandote partes de mi que temo que no voy a recuperar. Mis amigos decían que tenía que dejar de fumar. Tus amigos dirán que yo soy de lo peor. Todos tienen una historia contada a medias.

Nunca te di una explicación sobre mi partida. Todo empezó ese verano donde nos llamabamos por teléfono a hablar sobre el pasado. Me llenaste las manos de promesas mientras me soltabas poco a poco, casi imperceptible, pero lo podía sentir.
Las llamadas fueron desapareciendo, acompañadas de respuestas cortas y falta de interés. Las flores se marchitaban, los cielos seguían grises y yo fumaba más de la cuenta.

Quería quedarme. De verdad. Buscaba entre las nubes y en tu voz alguna señal que me dijera que me necesitabas a tu lado. Sólo me encontraba excusas de tu parte y mi corazón pidiéndome respuestas a cosas que no querías responder.
La respuesta la encontré en un libro de poesía alemana: “ahí donde me dejaste, jamás me volverás a encontrar

Esa noche de verano hice mi maleta. Te mandé un mensaje. Salí de mi casa y no regresé. Tenía un torbellino en la mente y una gran negación a el amor mediocre y a mi futuro. Quería todo o nada.

Tal vez fuí egoísta, pero mi vida estaba cambiando,y tú no tenías tiempo para verla hacerlo. Cuando te recuerdo, te recuerdo como la misma chica de la clase de filosofía. La primera persona que amé de verdad. La chica que me hizo valiente y que me enseñó que el amor puede venir en diferentes formas.

Pero es hora de dejar de fumar, de olvidar.

Atentamente, S.

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2017 ⏰

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cartas que el verano se llevó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora