CAPÍTULO I VISTA NUBLADA

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El corazón te empieza a latir a una velocidad alarmante.
Te falta el aire, no puedes despertarte.
Empiezas a respirar con agitación,  quieres despertarte, pero no puedes.

-¡Raven,  raven...!

-¡Cariño,  despierta,  despierta...!
Es la voz de tu madre.

Te aprietas la cabeza con las manos y abres de golpe los ojos.
Incluso austas un poco a tu madre.

-¿Mamá?
Tu voz suena algo desesperada.

Te incorporas rápidamente y te das cuenta de que estas en tu cama,  en tu habitación,  en la Tierra.  El paisaje negro y nublado de antes había desaparecido tan rápido como había aparecido. 

Cierras los ojos con fuerza y aprietas los dientes.

-Cielo...
Tu madre te devuelve a la realidad de golpe.

Te apoya las manos en los hombros.
Abres los ojos.

-¿Qué... qué ha pasado...? -logras preguntar con un hilillo de voz. 

Aunque parece que te lo estás preguntando a ti mismo.

-Te oí gritar desde mi habitación,  Damian.

-¿Qué?

-Sí, no parabas de gritar "¡Raven,  Raven! "

-Raven...-murmuras.
Ahora erais ambos los que estábais confusos.
Ese nombre...
Te era tan familiar y al mismo tiempo tan desconocido...

-¿Entonces,  tú tampoco sabes quién es?
Sacudes la cabeza.

-Tranquilo,  ha sido solo una pesadilla.
Empieza a abrir los brazos para darte un abrazo,  la miras extrañado y tu madre recuerda que tu no eres nada cariñoso y los baja rápidamente.

Se levanta mientras se aclara la garganta y se va dejándote solo.

-Raven...

Sientes una pequeña punzada de dolor al decirlo en voz alta.

Sacudes de nuevo la cabeza como si quisieras apartar esos pensamientos.
Te levantas y abres el armario y te preparas para otro estúpido día en el instituto.

Lo cierto es que no puedes quitarte ese nombre de la cabeza.  Lo estas murmurando por dentro cada segundo.
Es como si te quemase.  Pero no puedes evitarlo.

Sales de tu habitación sin poder ocultar que estás muy confuso y algo molesto e incómodo.

Tu padre te ve cerrar la puerta de un golpetazo enfadado.

-Eyy... -se ríe divertido- ¿Por que el tan mal humor,  Damian?
Tu padre te despierta.
-¿Qué mal humor?
Respondes con tu típico tono obstinado y arisco.
No estás para bromas.
Menos ahora que no sabes lo que te pasa.

Tu padre ignora el comentario con una sonrisa.

-¿Sabes?,  a veces me pregunto de donde habrás sacado esa personalidad. Parece que nunca tuviste infancia...

Piensas que tu padre tiene razón.  Él es divertido y alegre,  como tu madre.  En cambio,  tú eres todo lo contrario.

Te sientas en un taburete de la cocina.
Tu madre está allí,  preparándote el desayuno.
Tu padre se sienta junto a ti y se cala sus gafas para leer el periódico.

-Tuvo una pesadilla,  Bruce.
Suleta tu madre.  Debió de haber oído la conversación.

-¿Tú?
Se ríe.

Lo miras descaradamente mientras te metes una cucharada de cereales.

-¿Y por qué te sorprendes?

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