Trato de rebuscar en mis memorias.
Trato de hallar el momento donde inició todo esto y simplemente no hay un pensamiento concreto. Busco y por más que lo hago no hay una solución.
El amor es una de las cosas que no tiene principio ni fin, es una de las cosas que simplemente no tienen explicación, difícil de entender y complicado de sentir.
Si tuviera que partir de un punto en donde esto inició, sería cuando ellos se conocieron, cuando se hablaron por primera vez aquella tarde de juegos, aquella tarde común donde no pensaban que cambiarían sus vidas. Pero eso es demasiado antes, muchísimo antes de que se clarificara ese amor, así que partiré de ahí.
Quisiera pensar que esto ya no me afectará, que esas heridas ya sanaron y que puedo olvidarlas, pero me estaré mintiendo. Nunca puedes olvidar algo que marcó y cambió el rumbo de tu vida.
Esa aventura verdaderamente emocionante, esa anécdota dolorosa, esa música triste, esa poesía sin rima, ese libro sin título, esa canción sin entonación, ese texto sin coherencia, esas emociones que hacen al ser humano único, se resume en esta historia.
Esta aventura emocionante que viví, esa anécdota dolorosa que recuerdo, esa música triste que escuche, esa poesía sin rima que leí, ese libro sin título que encontré, este texto sin coherencia alguna, esas emociones que me hacen ser humana y me mantiene aquí... y ella.
Esa estrella tintineante que se levanta en lo alto del manto oscuro, observándome y recordándome que debo ser fuerte por su promesa, por la promesa de que vendrá por mí, y estoy feliz de saber que ese día ha llegado.
Saber que este camino ya ha acabado para mí.
Pero antes de partir, quiero dejar mis memorias, aquellas que estuve cuidando como mi mayor tesoro, aquellas que me ayudaron a llegar aquí.
Esta historia que se compone de aventuras, anécdotas, músicas, poesías, textos sin coherencias y sobretodo, mucho, mucho amor: emociones que hacen al ser humano único.
Esta es la historia de Rubén y Mangel.
M.R.R.D
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Estrellas Latentes (Rubelangel)
Fanfiction"Sentía como el corazón le palpitaba lentamente. Con las yemas de sus dedos acarició las ojeras que adornaban su cansado rostro: una caricia sutil, una caricia débil, una caricia suplicante y demandante. Besó delicadamente sus cienes, tan delicado q...