-CIGARETTE-

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Tomó la cajetilla con su mano izquierda, abrió la parte superior con su dedo gordo y sacó uno de los pequeños y delgados cilindros que se encontraban en ella, lo puso en su boca y lo encendió. Ingirió el humo de aquel pequeño objeto hasta que llenó sus pulmones, dejó salir el humo relajando su cuerpo y calmando sus pensamientos, como si aquella nube se llevara todo aquello que le afligía.

Dio un gran suspiro antes de copear nuevamente aquello que le hacía sentirse mejor. El frío era bastante denso, podía sentir como las puntas de sus dedos que salían por sus guantes se congelaban. No estaba acostumbrada a un frío como los que pasaban en Canadá, pensaba que sería mejor si volviese a casa. Negó con la cabeza y soltó una leve risa, dejó caer la colilla de cigarro y la pisó enterrándola bajo la nieve.

Acomodó su gorrito y se reintegró a clase. La siguiente hora llevaba cálculo, algo que no mejoraba para nada su día; caminaba por el pasillo hacia el aula donde comúnmente llevaba la clase cuando de pronto siente la presencia de alguien. Automáticamente, como si su cuerpo ya lo esperara, volteó los ojos.

—¡Lydia! -dijo animosamente. Dirigió la mirada hacia la izquierda donde se encontró con el chico de su clase de cálculo.

—¿Sí Matías? -dijo algo molesta. Ya estaba acostumbrada a que éste chico la siguiera a diario, pues ¿qué podía esperar si eran vecinos?

—Tengo tu tarea de la semana pasada, creo que deberías entregarla. El semestre está a punto de terminar y...-

Lydia siguió caminando y sin dirigirle la mirada dijo. —Agradezco tu ayuda, pero tu y yo sabemos que esta materia me vale un...-

El timbre de clase sonó interrumpiendo la conversación que mantenía con el chico. Caminó a paso rápido y entró al aula, con suerte el maestro aun no llegaba. Se sentó en la primera banca que encontró y se cruzó de brazos esperando a que el maestro llegara. Pocos minutos después Matías entró en el salón y se sentó junto a ella, tras él entró el profesor.

—Buenos días -dijo mientras caminaba hacia el escritorio. Lydia lo seguía con la mirada, alcanzó a ver que llevaba un sobre manila en el costado. Estaba segura de que en él se encontraban los exámenes finales.

El profesor abrió su maletín, sacó una carpeta la cual abrió y comenzó a tomar asistencia. —¿Black? -dijo alzando la mirada. Lydia levantó la mano e hizo contacto visual con el profesor. —Es un milagro verla por aquí señorita. -rio junto con la clase en unísono.

Lydia volteó los ojos nuevamente como si fuera una reacción automática, soltó un suspiro y el maestro siguió con la lista. Al terminar comenzó a explicar como funcionarían los puntos de evaluación y cuantos se necesitaban para acreditar la materia. Lydia tenía mas que claro que esta materia la llevaría nuevamente en el próximo curso.

El maestro comenzó a pasar por los lugares entregando los exámenes, Lydia podía sentir como sus manos comenzaban a sudar, necesitaba acreditar la materia sí o sí. El maestro llegó al lugar de Matías y le entregó su examen, como era de esperarse sacó la nota más alta del grupo. Se dio la media vuelta y se acercó a Lydia, sin mirarla dejó el examen boca abajo en su banca.

"Que sea un 70, que sea un 70..." pensaba Lydia aún con un poco de esperanza, pero al voltear la hoja se encontró con un 20 el cual cubría al menos una tercera parte del examen como si el maestro quisiera hacer más evidente aquella nota tan baja.

El timbre sonó haciendo saber que la clase al fin había terminado, el profesor había citado a los alumnos la próxima clase para la entrega de promedios finales. Era más que obvio que Lydia dejaría cálculo. Caminaba por el pasillo hacia la cafetería cuando de pronto siente la presencia de Matías otra vez.

—Lydia...- dijo con un tono algo apagado. - ¿Necesitas ayuda para el examen de segunda oportunidad? Sabes bien que puedo ayudarte con ello...-

Suspiró. —Matías... Ya basta, es suficiente. – dijo fastidiada. Miró directamente al chico quien automáticamente cambió su rostro a uno de tristeza. – Lo siento Mati, estoy un poco estresada es todo. Sabes que eres muy buen amigo y agradezco que quieras ayudar, pero, ahora no es el momento. –

Matías sonrió. —Sabes que cualquier cosa puedes contar conmigo Lydia y... aprecio que me cuentes como amigo. –

—¿Y cómo no hacerlo si nos conocemos desde hace años? -rio.

Lydia y Matías caminaron juntos a la cafetería, por suerte durante el segundo periodo no se llenaba así que tuvieron la oportunidad de conseguir una mesa. Lydia se acercó al área de las comidas y pidió un café y una bolsita de galletas de avena. Se volvió con Matías quien ya se encontraba dándole una gran mordida al sándwich que al parecer había traído de casa.

— Así que...-dijo antes de darle un sobro a su café. – Participarás en la feria de ciencias, ¿por segundo año consecutivo? –

— En efecto. – dijo Matías aún con comida en la boca. – Será un poco complicado ya que este año entrarán los de noveno...-

— ¿De qué estás hablando? Eres el mejor ñoño-científico que conozco, obviamente conseguirás el listón de primer lugar... Como siempre. – ambos rieron.

Matías era el tipo de chico con quien Lydia jamás pensaría en juntarse, no es que tenga nada de malo ser aplicado y que aún con veinte años siga respetando los toques de queda que ponía su madre, pero ella era del tipo contrario a él. Era seguro que jamás te imaginarías a dos personas tan diferentes como ellos siendo de los mejores amigos, porque sí, a pesar de que Matías era molesto y roñoso de vez en cuando, Lydia lo consideraba su mejor amigo.

Lydia adoraba pasar tiempo con Matías ya que le hacia olvidarse de todo aquello que le causaba problema a diario, incluso de aquellas sustancias de las que dependía para calmar su ansiedad. Entre bromas y risas ella aseguraba que con su mejor amigo todo podía salir bien y lo que no mágicamente se arreglaba. 

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⏰ Last updated: Dec 09, 2017 ⏰

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LYDIAWhere stories live. Discover now