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Quedé en verme con la mamá de Sam éste sábado. O sea, mañana.

¿Tantas cosas pasan en solo una semana?

Extraño a mamá.

Extraño a mi hermano.

Pero también extraño a papá. El dueño de mi corazón. Mi primer amor. Pero también la primera persona en partirme el alma y convertirla en deshecho. Sonará dramático, pero así fue.

Papá nos dejó por una chica más joven y con dinero.

¿Todos los hombres siempre son interesados?

Algunos quieren sexo.

Otros dinero.

Otros, son como papá. Tienen "la crisis de la edad" y buscan chicas hasta de casi la edad de su hija. Nunca supe quien era ella. Lo que sé es que mamá me pidió, me imploró que no buscara nunca información de él, ni de ella.

Me dijo muchas veces que sí papá no me buscaba, yo no lo hiciera. Y eso hice. Hasta el último de sus días.

Ese día en el que despertó y la ví distante. Cómo lo estaba Malcolm.

¡Qué idiota fui!

¿Cómo no me pude dar cuenta de que mi mamá se quería suicidar?

—¡Soy tan imbécil! —digo en voz alta cuando salgo de la ducha.

Sam me está esperando sentado en la orilla de mi cama.

—¿Por qué lo dices?

Niego.

—¿Dónde queda la confianza? Tenemos que confiar, ambos. Yo confío en ti.

Suspiro.

Sujeto muy bien la bata de baño y retiro la toalla de mi húmedo cabello. Masajeando mi cabeza para que se seque más rápido.

Me siento a su lado.

No siento su calor.

No me siento como si estuviera en compañía de él. Pero está aquí.

—Mamá se suicidó.

Sus ojos se abren.

¿Saben?

Pensaba que Sam sería transparente como muestran en las películas.

Pero éste hombre está casi materializado. De no ser, claro, que no puedo verlo respirar. Ni nada de eso.

—Lo peor, es que ella me dijo que tenía que saber algo muy importante de papá...

—¿Y qué era eso? Espera, perdona mi imprudencia, ¿Tú padre no está muerto?

Niego.

—Está más vivo que yo. Papá nos abandonó. Se casó con una chica un tanto más joven que mamá... Demasiado joven.

—¡Ah!

Comienza a hablar de nuevo;

—¿Y tú mamá no dejó alguna nota? ¿Algo que te dejará claro por qué acusaba a tú papá de algo?

—Pues con la tía Luz revisamos la casa. Y la policía, desde luego que lo hizo. Pero nada. Ni un maldito rincón de la casa tiene pistas.

—¡Vaya! Eso es sí que es raro.

Se queda callado. Sé que quiere saber cómo pasó. Y sino quiere saberlo, me veo en la necesidad de contarle. Sam está peor que yo, porque aunque sea yo puedo sentir y padecer todo esto. Él ni eso puede.

—Papá comenzó a actuar extraño. De repente no venía a casa para dormir. Mamá con la muerte de Malcolm quedó inestable y permanecía en cama casi todos los días. Yo ayudaba en la cafetería porque siempre me gustó la cocina. Encontré a Jackson por casualidad en Facebook y fue la única cosa buena -o al menos eso pensé- que me pasó.

Me observa con mucha atención. Me acerco más hasta él. No sé cómo pude tenerle miedo.

¡Es hermoso!

Y ese moretón de su ojo... ¿Acaso está desapareciendo?

—Por fin decidieron separarse, y luego de unos cuántos meses, hace un par de años, creo... Se casó. Con una joven importante. De clase alta. Mil veces menor que él. Podría ser su hija. Lo que decían era que a ella le gustaban los hombres así. Y como tiene dinero, puede obtener lo que quiere.

—Me suena conocido, no sé porqué.

—A todas estás, la semana pasada, mamá descubrió algo... Tenía que ver con él. Pero no sé qué es. Cómo te dije, llegué tarde. Ya lo había hecho. Ya estaba su sangre esparcida por todo el baño...

Varias lágrimas se escapan de mis ojos.

—¿La encontraste? —asiento— ¡Wow! Debe ser brutal.

Me encojo de hombros.

—Angélica, sí tu vida está llena de personas que se suicidan. De gente que te abandona, ¿Por qué hacerlo?

—Ahm... No lo sé. Sam, tal vez por algo lo hacen. Quizás esa sea una decisión valiente y no cobarde. Después de todo, debes tener ovarios para saltar desde un precipicio o para cortarte las venas.

—Pues creo que choco contigo. Creo que esa es la decisión más egoísta del mundo.

Escucho un poco de desprecio en su voz.

—Lo siento pero, no deberías juzgar a nadie por sus actos, si no has estado en sus zapatos.

—Sí, creo que tienes razón... ¿Pero sabes qué? No estás sola. No quiero que vuelvas a pensar que no vales. Que el mundo te queda grande. Yo estoy aquí, no sé si estoy vivo. O muerto. Pero mientras pueda aquí estaré. Por y para ti. Soy tú ángel guardián.

Sus ojos.

Sus labios.

Esbozo una sonrisa.

¿Irónico no?

Que después de haber gritado, llorado y escapado de Sam lo único que quiera es tenerlo cerca.

Me acerco más hasta él y me sigue el juego.

Quedamos frente a frente.

Nuestros labios están a punto de tocarse.

Titubeó.

¿Y sí hago que se sienta incómodo?

—¿Qué dijiste? —pregunta.

Frunzo el ceño.

—¿Yo? Nada.

Me observa con nostalgia.

Acerco mis labios hasta los suyos. Los coloco encima y él me sigue el juego.

Lamento informar que no sentí nada.

Y él tampoco.

Sus ojos cargados de decepción me lo dicen.

—Perdóname... Yo...

—¡No! Soy un idiota al pensar que esto iba a funcionar.

Bajo mi cabeza, observo mis pantuflas.

—Tengo hambre.

Me pongo de pie lista para bajar a la cocina y olvidar éste vergonzoso momento.

Cuando estoy en el umbral de la puerta me doy vuelta para pedirle que me acompañe, pero hay algo que me sobresalta.

—¡¿SAM?! —grito desesperada al ver que el cuerpo de Sam está titilando como una luz de navidad.

Está intermitente.

Cómo si fuera parte de un programa de televisión, el cuál está perdiendo la señal.

—¡SAM!

—Chica rosa... Lo siento.

Y aquí quedé. Sola.

Cargada de dudas. Y de mucha tristeza.

Sam se ha ido y creo que ese beso era lo que lo mantenía conmigo.

No saltes, yo te amo💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora