Sólo tú.

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El rey del infierno había muerto, y su sucesor, Damien Thorne no estaba para lamentos. Siempre creyó que su padre era débil y ridículo, por eso, gobernaría mucho mejor y los humanos volverían a tener el miedo y respeto que su reino merece.
Pasaron años aquí y allá: supervisando cada profundidad del infierno y arreglando asuntos en la Tierra; una dictadura no era tarea fácil pero siempre contaba con su asistente Pip, un "ángel rechazado".
Llegaron a la solitaria mansión, heredada de Satán, para descansar y tener una cena, en silencio, así habían construido la rutina, cuando hablaban sólo era de trabajo, Damien no estaba interesado más allá de eso. 

Algo no se sentía bien, Pip dejó su comida a medias y tuvo que retirarse, diciendo como excusa que estaba cansado aunque el otro no le dio importancia.

Al día siguiente Damien despierta de un tenso sueño, se viste de mala gana y baja a desayunar pero no había nadie ni en la cocina o el comedor, recuerda lo de ayer y busca a Pip, no estaba en su habitación y en vez de preocuparse, siempre elige molestarse por algo que sale de su control, ahora necesitaba encontrar al rubio, pero nada, al menos adentro de la mansión, ante eso, sale al abandonado patio trasero, solía ser un lugar hermoso, Satán era el único que lo cuidaba; revisando los alrededores, nota una figura sobre el techo, así que va a revisar. Busca la forma de llegar ahí, no estaba de humor para sacar sus alas. Cuando finalmente lo logra, ve a Pip, recargado en un viejo fuste de chimenea observando al cielo rojo y rocoso.

—¿Qué haces aquí?— regaña el demonio a sus espaldas de brazos cruzados.

—¡Oh! Lo siento— se pone de pie rápidamente —Se me fue el tiempo, debes tener mucha hambre, perdón— se sacude un poco y baja corriendo.

Con el paso de los días, gracias a que Damien se levantó temprano para ir al baño, descubre que Pip siempre visitaba el techo y se sentaba en el mismo lugar cada mañana. Curioso, en vez de volver a dormir, va con él en silencio y lo observa: no hace nada, no tiene sentido, ¿Por qué se queda ahí quieto durante casi una hora?

—¿Damien?— pregunta sin desviar la mirada del cielo.

—¿Otra vez?— evade en tono serio, se aproxima y queda a su lado.

—Lo siento—

—¿Qué? No— también se sienta.

—Me gusta pensar que es un amanecer, es todo— adormilado.

—¿Un qué?—

—Lo único precioso que tiene la Tierra— susurra —Ya lo has visto, lo que pasa cuando el sol sale—

—Ah, eso—

—Sí, eso—

—¿Por qué?—

—No lo sé— bosteza —Cosas de humanos— baja el tono de su voz paulatinamente y deja su cabeza caer de lado, encontrando el hombro de Damien, percatándose de esto, despierta de la nada y se levanta —Me iré a recostar un rato y luego haré el desayuno— nervioso, aclara su garganta y se va.

Seguía sin entender, pero esto hizo que se fijara un poco más en él. "¿Cosas de humanos?" ¿Pip aún se consideraba humano?
Sin admitirlo, Damien siempre lo vio como un ángel. Tocó su hombro. Un ángel con un bello halo que al parecer sólo él podía mirar.

Rato más tarde, dicho y hecho, el desayuno estaba listo, ese británico siempre lo preparaba, con ayuda de Satán, aprendió a cocinar para no sentirse inútil.

Hasta apenas, había percatado el empeño y los pequeños detalles que ponía en cada banquete, además de ser delicioso.
¿Por qué se sentía raro?

Halo | South Park | DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora