Ella estaba cansada, no tenía la cabeza dónde realmente quería tenerla.
Todo había cambiado aunque ella no quisiese y sin darse cuenta vio que ya no era la misma.
Ya no aguantaba lo que podía aguantar, ya no podía soportarlo, ya no.
No tenía fuerzas para ser la persona optimista, no tenía fuerzas para ser ella quién guiase su camino, sí, debería de guiarse por ella misma, pero le costaba, le costaba muchísimo después de todo lo que había vivido.