Marzo 08, 2013.

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Lo primero que pienso cuando entro en la universidad es; ¿En qué me metí?
La gente aquí es muy distinta a todos los que he conocido durante mi vida. Quiero decir que no veo gente introvertida, avergonzada o simplemente callada en ningún rincón. Se siente como estar en casa, todo lleno de ruido, música, gente conversando alegremente como si fueran amigos de toda la vida... ¿serán amigos de toda la vida? Nunca he tenido un amigo o amiga que me dure tantos años.
Camino lento por los pasillos hasta encontrar la sala que indicaron por correo.

"Estimados estudiantes:

Con mucho ánimo y ganas de verles nos dirigimos a ustedes para invitarlos a una inducción y presentación de cursos este viernes 08 de marzo del 2013 a las 10:00hrs. en la sala 1 del departamento de Artes. Esta inducción tendrá una duración aproximada de cinco (5) horas, por lo cual les pedimos que vengan preparados para absorber nueva información y con mucha batería en su teléfono, o que traigan su cargador.
No se preocupen por la comida, les tenemos desayuno, almuerzo y una pequeña colación en caso de extendernos más de lo esperado (aunque esperamos que no suceda).
Traigan un lápiz para poder tomar nota, del cuaderno nos encargamos nosotros. ¡Traigan muchas ganas también!

Un saludo afectuoso,
Aylen Ayala.
Directora de la facultad de Artes."

Una vez que encuentro la sala me pongo nerviosa, ¿Y si no decidí bien? ¿Y si mi destino en realidad es estudiar medicina? ¿Y si me equivoqué?. No puedo dejar de pensar y dudar hasta que siento que me tocan el hombro suavemente. Me giro y encuentro a una chica pelirroja, me sonríe.

–¿No piensas entrar?
–Sí... sólo me quedé pensando.
–¿Cómo te llamas?
–Sky, ¿tú?
–¿Cómo el cielo? No puedo creerlo, que nombre tan genial. Ojalá mi nombre fuera tan genial como el tuyo, de seguro hablaría y conocería a muchísima más gente. –Habla tan rápido que me cuesta seguirle el ritmo, me parece graciosa.
–Uhm... ¿gracias?
–¿De nada? –se ríe. Es muy bonita–. ¿Entramos o ya no quieres estudiar artes?

Y aquí estoy, sentada junto a un montón de extraños y mirando como todo simplemente encaja, ya no es que a mí me guste vestirme raro; es que no había encontrado mi grupo donde todos vestimos medio "raro". Tampoco es que mi manera de pensar esté mal, es que no había conocido a las personas correctas con mis mismas ideas locas.

–¿Pasa algo? –susurra–. Te quedaste callada de repente.
–Nunca me dijiste tu nombre... –susurro también–.
–Es que no es un nombre cool.
–¿Según quién?
–¿En qué universo paralelo "Camila" es un nombre genial que todas desearían tener?
–No encuentro que tenga nada de malo, es muy bonito.
–Sí, sí. Como digas –sacude sus manos restando importancia, me río–.
–Bueno... –me giro y le estiro la mano–. Hola, Camila. ¿Qué tal?
–Nunca sé que responder cuando me dicen "qué tal?" –en vez de responder a mi mano se pone a hablar muy rápido de nuevo, como sumergida en su mundo–. ¿Es algo así como un cómo estás?, ¿O más bien un... cómo te va en la vida? Porque si es como estoy, estoy nerviosa como la mierda. Y si es como va mi vida... espero que bien. Pero bueno, ¿y tú?, ¿qué tal?
–Yo bien... creo –me vuelvo a reír. Habla demasiado rápido para ser normal–. Mi vida va bien, espero haber tomado la decisión correcta y amar la carrera.
–Espero que así sea, porque es una carrera difícil de seguir. Tengo una amiga que estudia en la otra sede Audiovisual; esos que hacen películas. Y siempre... –me susurra como si nadie pudiese escuchar–, siempre me dice que es la universidad más difícil que alguien puede elegir para estudiar algo aún más difícil de ejercer en este puto país.
–Espero que no sea demasiado difícil –le susurro de vuelta, nerviosa–. Si lo es, estaré tentada a abandonar este lugar e irme a la zona segura.
–Yo al contrario, espero que sea muy difícil –se echa un chicle a la boca y el sonido hace que se distraiga de tanto en tanto–.

Entra una señora de cincuenta y tantos, con el pelo completamente blanco, acompañada de un caballero de treinta y tantos con una tabla llena de hojas bien ordenadas. Ambos nos observan y luego cuentan, si conté bien con ellos, somos 85. Luego conversan un rato, y yo no puedo dejar de seguir sus pasos. A los diez minutos entra un tipo calvo de unos cuarenta años, alto, asumo que 1.75, con buen físico y ojos claros, se viste muy bien... vuelvo a la realidad cuando nos grita pidiendo silencio.

–Ahora hablará su Directora sobre cómo se dividirán sus cursos, los detalles de la carrera y finalmente, Arthur les explicará las reglas, donde dejar sus cosas y cómo funciona todo –nos mira expectantes, como nadie responde, suspira y continúa su discurso–. Mi nombre es Drew, y soy quien organiza las obras, eventos y cosas culturales o muestras en general. En el mural de este Departamento está mi correo por si quieren hablar sobre cualquier evento u idea que se les ocurra para hacer dentro de vuestra nueva casa. Eso es todo, compórtense y tengan buena tarde.

Todos aplauden y silvan, Drew hace una leve reverencia y se ríe, luego le dice cosas a la mujer, una vez terminada la conversación nos mira nuevamente, sonríe y se va de la sala.
Si todo el mundo es así de guapo aquí, incluso los viejos como Drew, no sé cómo me mantendré enfocada en estudiar y no meterme en problemas.
La mujer da algunos pasos adelante y nos mira, estoy impaciente por escucharla porque me puso nerviosa. Sonríe cuando alguien silva y le grita que se apure.

–Mi nombre es Aylen Ayala, soy su Directora, profesora y amiga, espero. Les explico lo que sucederá ahora...

La sala literalmente está dividida en cuatro espacios con sillas, nos explica que esos son los espacios de los cursos. Por lo que en un lado tiene A y B, y al otro lado C y D. Lo que significa que estoy sentada en el C. Mi instinto me dice que no me tengo que mover o que no será necesario.
Mientras ella explica cómo se separan los cursos y la cantidad de estudiantes, capto la mirada de un muchacho de ojos café claro que me mira muy fijamente, y me sonríe. Aparto la mirada, ¿me está mirando a mí o a Camila? ¿Acaba de... sonreír? Procuro mantener la vista pegada en Aylen, pero siento su mirada presente en mi espacio personal. Me pongo nerviosa, ¿lo conozco de algo? Me concentro en recordar, pero no lo conozco de nada. Camila me da un codazo y vuelvo a la realidad. Aylen sigue hablando.

–Ahora iré diciendo los nombres del A, todos quienes estén deben sentarse en aquellas filas y los que no, quedarse de pie y esperar a ser nombrados –Arthur le pasa una hoja y ella comienza la labor–. Primero A: Josue Gonzáles. Camila Hogteu. Jeremy Stuart. Polette Figueroa...

Apenas Camila se levanta me topo nuevamente con la mirada del chico. Le desvío la mirada, realmente no recuerdo conocerlo. Aylen nombra al menos a veintiuna personas, ninguna de esas soy yo. Sigue con la lista B, los va nombrando y el chico de ojos café claro se levanta para dar su asiento. Él no está en ese curso, y yo tampoco. Ya van cuarenta y tres personas asignadas. Siento su mirada desde el frente de la sala. Comienzan a nombrar la lista C.

–José Herrera, Juliett Arenas, María Soto, Luck Vergara, Ethan Gothz... –el chico de ojos café claro camina hacia mi lado y se sienta a la derecha, lo miro, me sonríe. Es muy guapo. Maldición. Es demasiado guapo para estar a mi lado y sonreír de esa manera. Se parece a... un modelo. No sé si sonreír de vuelta o... –, Sky Simons...

Ese es mi nombre. Sky Simons. Estaba tan distraída que me he olvidado de escuchar nombres. Miro a Aylen y levanto la mano, ella asiente hacia mí y tacha algo en su hoja. Para mi fortuna –o desgracia–, sigo sentada al lado del chico en la fila C que no ha dejado de mirarme y sonreír desde que topamos miradas. Estoy nerviosa. Muy nerviosa. ¿Qué hago? ¿Saludo? No se siente igual que hablar con Camila.

–Hola –susurra.

Lo miro como si estuviera cometiendo algún delito. ¿Susurrar? ¿Susurrar mientras dictan los nombres? ¡¿Está loco?! No sé qué hacer, no sé cómo reaccionar. ¿Y si alguien nos escucha y Aylen nos reta?

–Lo siento... ¿te incomoda que te hable? –sonríe, espera. Suspira y se ríe levemente–. A veces no puedo evitar hablarle a la gente que me parece...

Se calla. Se calla, me mira. Estoy nerviosa. ¿Debería responderle? ¿Por qué pienso tanto las cosas? Quizás podamos ser amigos. Uno siempre necesita amigos en la Universidad. Aparte, tampoco puedo dejar de mirarlo. Estoy siendo muy descarada. Bueno, necesito un compañero de estudios, ¿verdad? Le sonrío y susurro de vuelta.

–Hola, lo siento. No estoy acostumbrada a que la gente sea tan... amigable.
–Me parece que venimos de lugares parecidos, entonces –sonríe. Una sonrisa preciosa.

Ahí, justo cuando me di cuenta de que su sonrisa es preciosa. Ahí comenzó mi aventura prohibida.

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