Capítulo 19: Paralelismos

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Todos los chicos consiguen alcanzarnos y se quedan igual de paralizados que nosotros al presenciar la escena; Queremos ayudar pero nuestro cuerpo está inmovilizado por el pánico.
Las criaturas tienen la estatura de un hombre adulto. Su estructura corporal es similar a la humana pero están formados por.. ¿Tentáculos? Al menos eso parecen. Tentáculos de un verde claro y brillante.
Caminan encorvados, sus pies y manos son grandes, su cabeza es extraña: Como una especie de rectángulo en vertical pero ligeramente curvo. Los tentáculos les forman algo similar a orejas de perro chihuahua. Sus mandíbulas son más grandes que la parte superior de sus bocas: Enseñan unos largos y afilados dientes.
A pesar de no tener un tamaño descomunal, poseen una fuerza increíble: Uno toma con sus propios brazos uno de nuestros autos y lo lanza contra Victoria, quien huye despavorida chillando y viva por unos pocos centímetros.
Noto que mi hermana lleva una pistola en la mano: Para que la obligasen a portarla tiene que ser grave.
Finalmente reaccionamos y comenzamos a correr hacia el lugar de la pelea: Los chicos se dirigen al hotel, en busca de armas o escondite, pero yo en cambio voy directamente hacia uno de los monstruos.
Le doy un puñetazo en la cabeza, atacándolo por la espalda, y éste se da vuelta para mirarme: Sus dientes afilados y ojos rojos me causan escalofríos. El monstruo intenta devolverme el ataque pero, para mi suerte, consigo moverme hacia abajo y esquivarlo.
Con una rapidez que no veo venir, la criatura me sujeta del cuello con una de sus manos gigantes, elevándome unos centímetros del suelo: Me está ahorcando.
No fue una buena idea esto de querer luchar sin armas...
Me retuerzo, intento respirar, pero me resulta imposible. Si no consigo una forma de quitármelo de encima ya mismo... Moriré asfixiada...
-¡Íngrid! -Escucho una voz. Observo con el rabo del ojo hacia mi izquierda y puedo ver a Luciano.
Mi primo me lanza un cuchillo kukri mientras corre, junto con Federico y Nahuel, a la vez que le disparan a otros monstruos.
Con las pocas fuerzas que me quedan consigo sujetar el cuchillo, luego de que éste vuele por los aires, y le corto la mano a la criatura en un movimiento. Finalmente toco el suelo y el monstruo grita en agonía alejándose de mí.
Quito los tentáculos que formaban su mano de mi cuello y los tiro al suelo. Me repugnan: Son fríos y pegajosos. También veo en el césped una granada y una pistola, que al parecer se le cayeron a alguien, y las guardo luego de corroborar que funcionan.
Me toco la garganta y, tosiendo, intento recuperar un poco del aire perdido.
Sin embargo el aire vuelve a esfumarse cuando veo lo que ocurre frente a mis ojos: No puedo creerlo.
El monstruo regenera su mano: Los tentáculos comienzan a crecer desde la herida y forman la parte del cuerpo amputada a la perfección.
Aunque realmente estoy asustada, me las ingenio para continuar pensando, e idear un plan.
Veo que uno de nuestros vehículos sigue intacto: El único que esas cosas aún no han utilizado para hacer daño.
Guardo el kukri y corro hacia allí mientras que la criatura me sigue a paso veloz.
En el apresurado trote, volteo la cabeza y corroboro que el monstruo esté lo suficientemente cerca del vehículo: Esta vez sí que no puedo fallar.
Lanzo la granada hacia allí, dando un salto antes de que yo misma esté demasiado cerca, y por la mezcla bestial de componentes y maquinaria el vehículo se prende fuego: La criatura arde junto con él.
Suspiro, aún recostada en el suelo por el salto y el impacto, agotada. Uno menos, faltan dos.
Veo a otro de ellos ahorcando a Lautaro. Me muevo apresuradamente hacia él y en el trayecto, tomo otra vez el cuchillo. Cuando estoy cerca de ambos, le realizo al monstruo un gran tajo en la espalda. Como me lo esperaba, la herida no tarda más que unos segundos en regenerarse, y la criatura se voltea para mirarme. Para mi suerte se olvida de Lautaro soltándolo y yo le lanzo rápidamente mi pistola a éste. No hay de qué preocuparse: Tengo un plan.
Empiezo a realizar pequeños ataques consecutivos. Le clavo al monstruo el cuchillo en el pecho, luego consigo darle una patada en el rostro, y así sucesivamente hasta dejarlo lo más desestabilizado posible.
Finalmente, giro sobre mí misma y recibe un profundo corte en ambos ojos: El dolor que le provoca lo hace retroceder hasta estamparse contra un árbol. Ahora sólo tengo que terminar definitivamente con él.. ¿Pero cómo?
Otra persona vuelve a ayudarme: Esta vez es Franco. Al verme me trae su escopeta y se va rápidamente, sólo dirigiéndome una intensa mirada, una intensa mirada que dice a gritos "Ten cuidado". Me sorprende que se esfume tan rápido sabiendo que estoy en peligro, pero entonces lo recuerdo: Todos deben de estar ocupándose del otro bicho. "Sabe que puedo hacerlo sola", pensé. Ese es mi chico... Por eso lo quiero tanto.
Me alejo un poco de la criatura y le disparo en la cabeza. Algunos tentáculos vuelan y su cuerpo cae. La sien no puede regenerarse si es destruida al completo... Justo como yo creía.
Sólo queda un monstruo más. Me acerco al bicho que queda, que se encuentra a unos cuantos metros de mí, recibiendo disparos de todos los demás.
Por primera vez noto que en su cara deformada puede verse una expresión: Está furioso. Sin embargo, apenas sus ojos rojos se cruzan con los míos, su actitud cambia.
La criatura empieza a ignorar las balas y se acerca lentamente hacia mí.
Repentinamente no sé qué hacer: Estoy paralizada. Sé que tengo que disparar, pero veo algo diferente en este monstruo. Me impone mucho más miedo que los demás.
Cuando aún está relativamente lejos de mí, algo me sorprende: Su brazo derecho empieza a deformarse y sus tentáculos se estiran de una forma inimaginable, llegando hasta mí en cuestión de segundos.
Genial, también pueden alargar sus extremidades...
Sus tentáculos rodean mi cintura y, cuando me sujeta bien, me arrastra hacia su cara de forma repentina y vuelve a elevarme a unos cuantos centímetros del suelo.
Sin embargo... La criatura continúa sin atacarme. Me mira de reojo.
Tengo el kukri a mano, y una oportunidad perfecta... Maldita sea Íngrid, reacciona ¿Qué es esa intuición dentro de mí que me dice que no lo ataque? Por qué.. ¿Por qué siento algún tipo de conexión con este monstruo?
El sonido de una hoja afilada interrumpe mis pensamientos y salgo del pseudo estado de shock; Franco le había rebanado los tentáculos del brazo a la criatura.
-¡In, apártate! -Mi novio me sujeta de la cintura y me empuja hacia atrás, a la vez que él también retrocede. Me quito las sobras de tentáculos adheridas a la cadera, pero él continúa sin soltarme.
-¿Qué ocurre, Franco?
-¡Tenemos que mantenernos lejos!
Entonces veo que Luciano porta, sobre su hombro, un lanzamisiles. Espera.. ¡Un lanzamisiles! ¡¿De dónde mierda ha sacado un lanzamisiles?!
Observo cómo le dispara al monstruo y posteriormente arde en llamas e, incinerado, deja de suponer una amenaza.
Por algún motivo desconocido, vuelvo a quedarme paralizada, observando a la criatura reducida a cenizas. Es como si... Me doliese su muerte.
-Mi amor ¿Te encuentras bien? -Escucho la voz de Franco detrás de mí.
-Sí... -Digo sin más, alejándome de él. El resto de la familia y los chicos se acercan a ver cómo estamos -Luciano ¿De dónde sacaste eso?
-Tu padre dijo que lo encontraron con Victoria en un saqueo... Pero era para emergencias
Pienso que no es momento para decir "Pues vaya, yo aniquilé a uno con una escopeta" y decido cerrar la boca: No sé por qué me siento tan irritada ahora, no me encontraba así antes. No es el típico malestar luego de una pelea.
-Y hablando de mi padre.. ¿Dónde está? Ahora que lo pienso, todos estamos aquí, a excepción de Victoria y él
Mi cara de tranquilidad pasa a ser una de espanto en cuestión de segundos y debido a mis propias palabras. Franco me observa y noto que lee mis pensamientos como lo hace habitualmente: Algo anda mal.
Corro muy preocupada hacia la parte trasera del hotel, ya que es la única que no es visible desde nuestra posición. Y como siempre, me encuentro con lo peor...
Victoria yace recostada en el suelo y mi padre está junto a ella: Sujeta su cabeza para mirarla a los ojos. Noto que intenta evadir las profundas heridas distribuidas por todas las partes del cuerpo de mi hermana.
Toda la familia se acerca hacia ella: Aún respira.
-¡Resiste, Vicky! -Suplico entre sollozos, pero en el fondo sé que no puede hacerlo por mucho tiempo más.
-¡Te llevaremos dentro, aguanta! -Dice mi padre con voz quebradiza. Éste intenta levantarla del suelo pero ella lo empuja levemente con las pocas fuerzas que le quedan.
-No... Déjame... Déjame aquí -Apenas podía balbucear un par de palabras -In... Ven aquí... Acércate más
Le acaricio el pelo a Victoria, entre lágrimas, y ésta sonríe débilmente.
-Quizás tenías razón en que debería haber aprendido a usar mejor la pistola... -Consigue decir y ríe como pudo -Eres... Una heroína. Perdón por esto... Pero este es tu feliz cumpleaños, hermanita... Te amo
Esas fueron las últimas palabras de Victoria antes de que sus párpados se cerraran para sumirse en un sueño eterno.
Las lágrimas brotaron con aún más fuerza de mis ojos.
-¡NO!
Grito con tal fuerza que siento cómo lastimo mi garganta. Un grito que atraviesa todo el terreno, un largo y agonizante "No".
Mis lágrimas continúan cayendo sobre el cuerpo de mi hermana. La abrazo, no quiero dejar de abrazarla nunca.
O quizás... Puede que sí.
Me levanto del suelo y podría jurar que, cualquier cosa que me molestase en este momento, sería propensa a morir por mis propias manos.
Empiezo a correr hacia el bosque: Tengo que llegar a la ciudad. Quizás porque los demás se encuentran de luto, o demasiado desconcertados ante mi actitud, pero Franco es el único que me sigue. De alguna forma consigue alcanzarme y me detiene sujetándome del hombro.
Ambos nos quedamos sólos entre los árboles. Volteo para verlo cara a cara y mi furia es evidente.
-¡Déjame ir! ¡¿Qué mierda crees que haces?! -Grito pero aún lloro.
-¡No solucionarás nada de esta forma! ¡Matándola, te conviertes en la misma asesina que ella! ¡¿En qué mierda se supone que estás pensando, Íngrid?! ¡Victoria no volverá contigo porque hagas esto!
Una gran serie de sentimientos parten desde mi corazón y atraviesan mi cabeza a la vez: Desesperación, ira, tristeza, resentimiento, angustia.
Y cada una de esas emociones desembocan en un golpe a Franco. No sólo una bofetada, sino un puñetazo cargado de fuerza.
Mi novio se tambalea sobre sus propios pies y noto que intenta detener la sangre emergente de su nariz. Cuando por fin logra estabilizarse, observo más claramente como el flujo rojo se desliza por todo su rostro.
-Agh... Íngrid -Entre los quejidos y balbuceos de Franco al hablar, no consigo distinguir si está furioso o decepcionado... O ambas -Bien, que yo me he pasado con lo que te dije.. ¡¿Pero qué diablos hay de ti?! ¡Me estás asustando!
"Me estás asustando": Tres palabras son suficientes para que consiga calmarme lo necesario.
Había sido tremendamente violenta: Y, lo que es peor, lo había sido con alguien que amaba. No quería que Franco, justo él, me temiese.
Me acerco rápidamente hacia mi novio y, aunque me siento una estúpida, luego de mirarlo a los ojos termino desplomándome al suelo. Íngrid estúpida... Ahora tú eres quien debería consolarlo a él...
Me echo a llorar como una niña pequeña y Franco se sienta junto a mí. Me abraza, o al menos lo intenta, debido a que necesita limpiarse constantemente la sangre de la cara.
-Lo siento... Lo siento mucho. No debí haberte hecho eso ¡Yo soy quien en verdad es un monstruo!
-Está bien, In, ahora sólo intenta tranquilizarte...
-Y esa malnacida... Va a pagar por todo el daño que nos ha causado ¡Tan sólo quiero vengar la muerte de mi hermana!
-Lo haremos, Íngrid, lo haremos...

Estoy sola, sentada frente a la tumba de Victoria, en la parte trasera del hotel. También hay una tumba simbólica para Luca: Ambas fueron hechas mientras mi novio y yo no estábamos.
Con Franco volvimos del bosque apenas conseguí calmarme un poco. Sin embargo, aunque he dejado de llorar, una angustia penetrante continúa clavándose en cada centímetro de mi ser.
Mi hermana, lo que había pasado con el monstruo, mi sangre, Mirage... Hay tantas preguntas y tan pocas respuestas...
Siento que alguien está de pie a mis espaldas y, cuando volteo la cabeza, veo a Franco. Me malhumora un poco el hecho de que no le haya quedado claro que, el mensaje que le di al resto de habitantes del hotel, también iba para él: "Déjenme en paz, al menos por un tiempo, tengo muchas cosas en las que pensar".
Se sienta a mi lado, sin decir nada, y rodea mi cintura con uno de sus brazos: Pese a todo no puedo evitar recostar mi cabeza en su hombro.
-¿En qué piensas?
Como no respondí, dado que las respuestas eran múltiples y obvias, nos quedamos por unos cuantos minutos en silencio.
Sin embargo, Franco es quien vuelve a romperlo.
-Íngrid... Hay algo de lo que quiero hablarte
-¿Qué mierda ha ocurrido, Franco? -Me pongo más ansiosa de lo normal, probablemente por todos los sucesos recientes, y muevo la cabeza de manera en la que puedo mirarlo a los ojos.
-Sé que quizás no es el mejor momento para decírtelo... Pero tengo que hacerlo
-¡Tan sólo habla y ya! -Aunque noto los nervios de Franco, yo no creo estar demasiado lejos de un ataque.
-Cuando... Cuando estabas quitándote los tentáculos de la cadera... Tu camiseta se levantó un poco y vi...
-¿Qué viste? -Estoy empezando a preocuparme de verdad. Él nunca es tan inseguro y mucho menos conmigo.
Franco se quita su camiseta y veo algo que me deja atónita.
Tiene una cicatriz idéntica a la mía. Cada tonalidad, cada ramificación, todo en ella...
Así que él también tiene el grupo sanguíneo desconocido.

Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora