José siguió con la historia. Necesitaba estar concentrado para escribir ya que, como había visto, si dejaba vagar a su mente, Sara empezaba a actuar como le venía en gana, pero lo estaba consiguiendo. Ya llevaba cuatro capítulos de cinco páginas cada uno, así que la redacción iba viento en popa, según creía. Pero llegó un momento en el que Carla advirtió que el esfuerzo para controlar a Sara estaba dañando a José; una tarde cualquiera, mientras José estaba durmiendo su siesta rutinaria, lo oyó decir:
-Sara, te presento a Carla... Esta es mi mujer, te quiero tanto como a ella... Sí... Quiero hacer una familia con las dos...- A continuación, balbuceó algo ininteligible y volvió a quedarse en silencio.
-José, tenemos que hablar- dijo ella al despertarse José. El mal presagio que transmitían esas cuatro palabras era algo inimitable.
-Dime, cariño-José sabía de que iban a hablar, pero hizo como si no lo supiera.
-Des de hace días, estás obsesionado con la novela que te pedí: He visto tus borradores, y aunque en el principio tienen una visión increíble de Sara, hacia los capítulos tercero y cuarto tu narración se vuelve mucho más confusa hasta el punto en el que es ilegible. Además, te he oído hablar en sueños: ¡Tu subconsciente nos confunde a Sara y a mí hasta el punto en que no distingues la realidad de la ficción! Por estos motivos, te pido un favor: Para de escribir. Sé que has dedicado muchas horas a esta narración- ¡Quién va a saberlo mejor que yo, que he escrito éxitos editoriales!- pero por favor, si nuestro amor significa algo, para de escribir. Dale un descanso a tu mente-.
-Mi amor, sabes que estoy loco por terminar ese proyecto, pero si así lo quieres pararé de escribir- Y Sara suspiró aliviada.
Dos días más tarde, José se levantó de la cama con un sobresalto. Empapado en sudor, acababa de soñar como, durante un paseo con Carla, Sara lo agredía.
-Continúa mi historia- decía Sara, con una voz que parecía el producto de haber bebido ácido sulfúrico- O... Las consecuencias serán fatales-. Mientras lo decía, sacó un cuchillo de sus tejanos y apuñaló a José, mientras una risa malvada ensordecedora inundaba el ambiente...
José, aterrorizado, corrió al ordenador y se puso a escribir. Durante un momento de lucidez pudo ver que lo que decía Carla era cierto, sus capítulos más recientes no tenían continuidad alguna. Por poner un ejemplo, aquí tenéis un parágrafo del capítulo 4 de su libro:
<< ¿Pero y ella que tenía que ver? ¡Si no has estado haciendo nada malo!- Esto es lo que pensaba Sara en aquellos momentos en los que en aquellos momentos y Sara va a hablar mal de él, porque Martín sabe que no tenía nada que ver. Entonces Carla llegaba y le daba su opinión a Martín:
-Creo que José ha escrito esto, y ella no se lo cree->>
Este, textualmente, era uno de los parágrafos más legibles. José sabía que lo había escrito tan mal por su poca concentración, que le había impedido ver que había repetido "en aquellos momentos" y que él y Carla no participaban en la novela, entre otros tantos errores. Justo en aquel momento, José volvió a visualizar a Sara apuñalándole, y con un silencioso gemido de angustia, volvió a escribir. De repente le daba igual lo que escribiese, sólo quería describir lo más vívidamente posible el escenario de su mente, de Sara en todos sus momentos. Empezó a escribir; lo hacía con deleite, como cuando un león despedaza a su presa.
Y así fue ocurriendo; José se acabó enamorando de Sara. Se despertaba de buena mañana pensando en lo que había escrito la noche anterior con una sonrisa de oreja a oreja, a medida que iba avanzando el día estaba más y más impaciente, y se iba a la cama con más expectación por volver a escribir que un niño de recibir los regalos de Papá Noel. Una vez allí, José aguardaba silenciosamente a que Carla se durmiese, y una vez llegado el momento propicio, se deslizaba fuera de la cama hasta el ordenador. Una vez allí, pasaba de dos a cinco horas por noche, de modo que durante el día padecía de insomnio. El consejo de Carla, que dejase de escribir, había quedado olvidado en las profundidades de su mente.
Aquellos fueron los primeros signos de demencia en José.
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Tu Mente
RandomLa técnica de José para escribir es un fenómeno: Su personaje cala tan hondo en el corazón de su pareja que creen que José será el nuevo dueño del mercado literario. Pero entonces, al ponerse a escribir, ocurre algo inesperado con José: Su personaje...