Capítulo XII

128 10 5
                                    

La junta con el corporativo había concluido. Y tal como lo había solicitado, Alexis fue llevado a conocer el Departamento de Desarrollo de Nuevas Tecnologías. Meade había intentado acompañarlo, pero inteligentemente Alexis le hizo ver que aun seguía siendo el presidente de la compañía, y que por lo tanto debía atender sus responsabilidades del puesto. Sin querer queriendo, Alexis había comenzado a sospechar que algo no andaba bien en la compañía, no sabía exactamente que, pero haría lo posible por averiguarlo. Por lo pronto, sabía que tenía que ver con el departamento que Meade intentaba vender, y como no sabía en quien confiar, de momento solo Molina le inspiraba confianza, decidió ir solo, además, el mayordomo no lo podía acompañarlo por no pertenecer a la compañía.

Al llegar al departamento, Alexis quedó maravillado. Al ingresar, una enorme bodega con pasillos llenos de estantes industriales repletos de cajas estaba ante sus ojos. Había guardias de seguridad solo en las afueras de la bodega, en el interior solo cámaras de seguridad, y una enorme puerta de acero, magnetizada, se encontraba a la entrada, y que solo podía ser abierta desde dentro, la cual daba acceso a una estancia donde solo había un escritorio con una recepcionista. Para abrir la siguiente puerta fue toda una odisea, solo dos personas la podían abrir, el difunto Carlos Slim y el mismo "Profesor Inventillo",  pues se requería un escaneo de retina, un escaneo de la palma de la mano, y un reconocimiento facial. Nadie dentro de Slim Enterprises tenía contacto, directo o indirecto, con el departamento, ni siquiera Meade, y no había contingencia para un cambio de propietario. Todo lo que ocurría en el departamento, personal, accesos, etcétera, era manejado por el Dr. Heisenberg; quien estaba enclaustrado en esa bodega, ajeno a los asuntos del mundo. Fue necesario avisarle por un intercomunicador especial que el nuevo dueño de la compañía estaba intentando ingresar.

Heisenberg no había escuchado hablar de la muerte de Slim, estaba tan absorto en su trabajo que había perdido la noción del tiempo, no sabía que fecha era, ni la hora exacta del día; medía el tiempo en base a su rutina diaria, pero encerrado en esa hermética bodega no sabía si era de día o de noche, su único contacto con el mundo exterior era la recepcionista, aunque no platicaba mucho con ella, sus conversaciones se limitaban a un intercambio de palabras para autorizar el pago de las facturas, principalmente. Fue algo triste para él enterarse de la muerte de su benefactor, ni siquiera se había enterado que el cáncer le había regresado.

Después de un extenuante interrogatorio, Heisenberg por fin pudo darle acceso a Alexis. Una vez dentro, lo llevó por entre los pasillos hasta su oficina.

- Cada caja tiene ya sea un proyecto sin concluir, o bien planos con especificaciones. - Le comentaba "Inventillo", mientras caminaban. - Se utiliza un sistema de coordenadas para saber la ubicación de la caja. Cada sección del estante está debidamente numerada, y el estante esta identificado con una letra. Por ejemplo, estamos pasando por la sección A113.

- Interesante. - Comentó Alexis.

- Así me ubico más fácilmente, y no me pierdo cuando tengo que ir al baño. - Bromeó Heisenberg.

Cuando arribaron a la oficina, Heisenberg le ofreció un café a Alexis, éste accedió y continuaron con la conversación.

- Supongo que tienes muchas dudas.

- Muchas, por ejemplo, ¿Cómo conoció a mi padre? ¿Cómo terminó aquí? ¿Qué es todo esto?

- Muy buenas preguntas. - Dijo Heisenberg, dando un sorbo a su café. - Primero que nada, soy un científico alemán, escapé a México, y del ejercito estadounidense y de Alemania durante la Guerra Fría. Desde finales de la década de 1940, la Unión Soviética consiguió instaurar gobiernos marioneta en varios países, Alemania incluida,  lo que le permitió mantener una fuerte presencia militar. Muy pocos lo saben, pero Estados Unidos con la ayuda de Gran Bretaña hizo lo mismo a finales de la década de los setenta, con el pretexto de que Alemania ayudaba a los soviéticos a construir misiles. En realidad, era una "cacería de brujas", buscaban científicos alemanes para robarles sus descubrimientos, estaban obsesionados con la teoría del supersoldado.

- ¿Supersoldado?

- Sí. Durante la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos invadió Europa pensando que los Alemanes realizaban experimentos en los campos de concentración para fabricar a un supersoldado.

- Pero, Estados Unidos tiene a su propio supersoldado, ¿no? El Capitán América. De hecho, tengo entendido que él estuvo peleando en esa guerra.

- Sí, pues, lo que no sabes es que Estados Unidos siempre ha querido ser la única superpotencia. Por eso el conflicto durante la Guerra Fría. Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una "Guerra Mundial", la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del Siglo XX. Pues, las dos superpotencias ciertamente deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta. El único país ajeno a ambos conflictos era México, así que era una decisión lógica. Yo y otros científicos llegamos aquí buscando asilo político a mediados de los ochentas.

- ¿Fue entonces cuando conoció a mi padre?

- Tu padre... A tu padre lo conocí unos meses después de haber llegado. Al principio no nos querían en el país, nos negaron la entrada, pero fue tu padre quien nos ayudó y nos dio empleo en su compañía. Dijo que estaba buscando la cura para el cáncer.

- ¿Entonces, cómo terminó aquí? ¿Qué pasó con los demás científicos?

- Tu padre ordenó que canceláramos todas las operaciones después del ultimo proyecto. Los científicos fueron reubicados. Pero, con el tiempo, uno a uno fueron pereciendo, todos de manera sospechosa, como si se tratara de una maldición, o como si alguien intentara obtener información de este lugar, o tal vez intentaba entrar. Yo he sobrevivido, por que me quedé aquí por miedo. Este era el único lugar seguro. Solo tres personas sabíamos donde estaba este lugar.

- ¿Tres? Pero, ¿Y los guardias, y la recepcionista?

- Todos son androides... ¿Sorprendido? Solo es una de las innumerables maravillas que podrás encontrar aquí. - Dijo Heisenberg animado de tener por fin a alguien con quien conversar. - Ven, ¿Te gusta la ciencia?

- Bueno, en realidad, sí. Tengo un doctorado prácticamente para todo, en física, química, robótica, etcétera. Solo digamos que no tengo vida social. Tuve una infancia traumática, así que prefiero refugiarme en los libros, o en las computadoras.

- Algo que tenemos en común. - Dijo Heisenberg soltando una carcajada. - Mira, aquí tengo una lista de todo el inventario, ve a pasear por la bodega, a ver si encuentras algo que llamé tu atención. Eres libre para explorar las instalaciones, puedes ir a donde tú quieras, solo que aquí adentro, no vayas afuera; pasa por aquí a despedirte cuando termines. Espera tengo algo con lo que puedes comenzar.

Heisenberg abrió un cajón en su escritorio, removió el contenido hasta encontrar lo que buscaba. Sacó un frasco del interior, y se lo puso a Alexis en su mano.

- Noté que tienes tu brazo lastimado, esto te ayudará. Tómalo hoy por la noche, y si puedes mañana me cuentas, digo, si es que tienes tiempo de venir a verme. Por cierto, ¿Qué te pasó? ¿Cómo te lo lastimaste?

- Gracias. - Dijo Alexis. - En realidad, no es mi brazo, es mi hombro.

Alexis le contó al profesor lo ocurrido en Roma, después de un intercambio de bromas para romper la tensión, se fue a recorrer las instalaciones. Heisenberg sonriente, trataba de ocultar su nerviosismo.

- ¿Será que ha este muchacho ya lo habrán puesto en la mira para encontrar este lugar? - Pensó para sus adentros.

Chapulín Colorado: El InicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora