Tormenta silenciosa.

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Capítulo 1.

Envolver y desenvolver. Envolver y desenvolver. ENVOLVER Y DESENVOLVER. Envolver-y-desenvolver. El trozo de papel. Ni siquiera recuerdo por qué lo llevaba en el bolsillo. Esa nota que aquella tan lejana mañana había recibido. "Vives en una tormenta silenciosa, Lourín." Decía. Ahora es imposible leerlo. Quizás él tenía razón, siempre la tenía. Era la persona más sabia y madura que yo conocía. Le quiero. Dani.

La habitación en la que me encontraba estaba oscura. Iluminada por un rallito de luz que penetraba por las rendijas de la puerta. Cerrada. Tranquila. La verdad no sabía donde estaba ni como llegué ahí. Lo único que recuerdo vagamente es dos señores de luto reprimiendo mis ganas de gritar, creo que me sedaron. Sí, seguro que lo hicieron.

No podía hacerme a la idea que habían asesinado a mi mayor protectora, mi madre.

¿Dónde estoy? ¿Quién soy? Y tantas otras preguntas sin contestar. Hasta la fecha mi única familia era ella. No recuerdo más que a ella. Nunca tuve una figura paterna y un hermano a quien contarle las cosas, con el que pelear... Y ahí entra Dani de nuevo, supongo.

Tras la puerta escucho pasos, a lo que no reacciono. Una voz femenina y otra masculina hablan, no presto atención hasta que deduzco que soy el tema de conversación.

No te preocupes, verás como todo sale bien, entiéndela.-dice la voz masculina.
Adiós. -corta la voz femenina y se escuchan pasos de nuevo.

Tocan en la puerta. No reacciono. Entra un octogenario señor. No reacciono. Sí, me sorprende que la voz que escuché antes sea de él, pero no reacciono.

Lourín, muchachita.-dice dulcemente casi sonando un poco estúpido y esperando mi respuesta, cosa que no llega.
Oye, sé que no entiendes nada, pero no lo pongas tan difícil, hazme el favor. Coge tus cosas que voy a enseñarte tu nueva habitación. -prosigue hablando.

Coge "tus cosas"... "Mis cosas" una chaqueta de chandal y un trozo de papel arrugado con algo escrito pero inelegible, esas eran "mis cosas", mis pertenencias. Obedezco y me levanto del suelo. El señor me invita a salir de la habitación Cortés. Salgo y me dirige por pasillos con estancias al aire libre, como pequeñas casitas en la aldea de los pitufos.

Me llamo Georius. Estás en un internado, pequeña. Uno muy caro. Muy, muy, caro. Sé que no entiendes que pasa, ni siquiera nosotros lo entendemos. Alguien te mandó a buscar, alguien quiere que te protegamos. Y llamó personalmente, su petición era que estuvieras en esta habitación 209, con su inquilino, Louis. Un chico encantador, desde luego. Nadie sabe por qué. -tuve la sensación de que estaba siendo muy sincero y era duro, me sentía expuesta, y lo estaba, expuesta a gente desconocida.

Eso ayuda mucho-dije sarcásticamente, él se sobresaltó más bien por escuchar mi voz y sonrió.

Me tendió las llaves de mi estancia compartida. Las cogí al vuelo y observé mi nueva "casa", pequeña y rústica con un buzón en el que ponía "209 Lourín & Louis"
Entré.
Buenas noches, señorita-Georius se va y cierra la puerta.
Yo, desanimada, doy un repaso visual a mi habitación, con el fin de encontrar mi cama, esa noche mi habitual curiosidad se había escondido y sin examinar mi nuevo compañero me tiré en la que supuse que era mi cama. Pensando y pensando, me dormí.

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⏰ Última actualización: May 18, 2014 ⏰

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