Meses quizás pasaron. Pero para ella una eternidad que se reducía a monotonía.
Sin embargo, no tardó ni un segundo en salir corriendo con todo lo que le daba las piernas hacía aquella ala del hospital que tenía la BSAA.
Pero el lugar apestaba a muerte, su nariz captaba eso. Redfield estaba ahí, observando alguna escena con la expresión más seria posible.
Dall'acqua no entendía con exactitud, más aunque quiso saludar con alegría, al mirar a través del cristal supo de qué se trataba.
Su mundo se había derrumbado cuando lo había visto partir a Edonia, y los restos fueron destruidos al verle en aquel momento.
Estaba demasiado pálido, a tal punto de que se podían verle las venas, y en su único brazo sano, tenía aquel vial conectado.
Su corazón se había estrujado, le dolía verlo así.
¿Por qué la vida era tan injusta?
Observó a la mujer y al joven que estaban dentro, su madre y su hermano pequeño...Scott, seguramente, algo había escuchado.
Perder a un ser querido era doloroso, pero como madre o padre perder a un hijo lo era aún más.
No era eso, aunque comprendía lo que era perder a alguien a tan corta edad.
No interrumpiría...se quedaría ahí mismo junto al capitán cuanto fuese necesario.
—Puedes entrar luego de ellos...esperaré. —Le comunicó su superior. Aquello le había sacado un pequeño brillo en los ojos.
—Gracias, capitán. —Agradeció ella.
Poco después de que pasara una hora, observó a la mujer caminar a la salida junto al joven chico.
Cuando salieron, les saludó en voz baja, la mujer se había detenido cerca de ella, y le había sonreído...con dulzura.
—¿Eres Sonia, no? —A pesar de que casi no tenía fuerzas para hablar, lo hizo, y le sonrió. Sobre todo eso. La susodicha asintió en silencio. —Piers me ha hablado de ti.
—"¿De mí?" —Pensó, lo hubiese preguntado, pero la sorpresa se reflejaba en el rostro de la asiática.
—Me alegro...me alegro realmente que hayan sido compañeros. —Está vez le había tomado de ambas manos, y le miraba a los ojos. Ella hizo lo mismo, la miró.
Ojos color avellana, los mismos que Piers. Pero estaban cargados de dolor, tristeza. Una mezcla de todas las emociones.
Se obligó a mantenerle la mirada, no merecía flaquear, no, no quería.
Sonia sonrió, ya sabía de qué podía haberle hablado Piers.
Jugarretas, riñas, incluso siempre se sacaba a relucir que había cierta competencia entre ambos.
La mujer le mantuvo un poco más la conversación hasta que finalmente le dio el permiso de que podía entrar.
En cuanto a su hermano pequeño solamente la miraba con recelo, cierto...jamás había estado en tan buenas condiciones con el castaño.
Una vez que había entrado, cerró con cuidado la puerta blanca de la habitación, tras eso observó de reojo al capitán.
No se movía con nada, ni por nada. Tal vez porque temía que sucediese algo sino estaba presente.
Le hizo una señal de que ahora ella se quedaría ahí, no se movería por nada.
Y así de serio como se hallaba Chris, se retiró. Dejándola sola con Piers.