Capitulo 1 "El arte de timar"

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De eso de trata, de coincidir con gente que te haga ver cosas que tu no ves. Que te enseñen a mirar con otros ojos."
                   — Mario Bendetti

Charlotte

Si buscas en un diccionario la definición de timar, probablemente te salga algo del estilo: Quitar o robar a una persona a base de engaños. O tal vez también: Engañar a una persona en un contrato o trato con promesas que no se van a cumplir. Muy bien, he de decir la gran estupidez que suponen para mi ambas afirmaciones. Timar no tiene nada que ver con aquellas definiciones...Timar es un arte. Un arte que no cualquiera posé el talento de crear. Timar es embellecer la realidad por unos instantes (claro esta, a cambio de un dinero). Sabéis, siempre he creído que los timadores somos unos incomprendidos, mentes brillantes sin un duro, que usan a la gente mas estúpida en su beneficio (o al menos eso era lo que siempre decía mi padre) Pero bueno ya hablaremos de ello más adelante. Porque ahora toca emplear mi talento a fondo con mi última víctima. Os preguntareis donde estoy y bueno, quien es el pobre idiota al que voy a desplumar; Primero, me encuentro en una de esas discotecas tan chic de la ciudad (si, de esas a las que van los niños ricos a fardar de pasta con sus cochazos) bueno más que en la discoteca, me encuentro en los baños, poniéndome el disfraz de aquella noche; el de heredera tonta y rica. Os puedo asegurar que es un arduo trabajo, esconder mi pelo teñido de azul nunca resulta fácil, ni os imagináis lo que pican las pelucas...por no hablar de los tacones altos (¿Pero porque contra más rica eres, más alto has de llevar los tacones? Si yo fuera rica iría a todos lados en pantuflas...)
Me miró en el espejo y aliso aquel ridículo vestido rosa. Estoy ridícula, parezco una especie de París Hilton versión enana (si, mido 1'56). Bueno, pues ya estoy lista para empezar, guardo mis patines (mi mejor, y más efectivo método de huida) en el amplio bolso que e traído y me dispongo a salir. Y aquí viene el segundo punto; la víctima. Muy bien al estúpido baboso al que pienso sacar todo su dinero hoy, es a nada más y a nada menos que a Victor DeSimome, el hijo de uno de los mejores banqueros de la ciudad. Alzó mi mirada al frente y repaso el local de lado a lado buscando a aquel pobre tonto, ¡Bingo! Lo distingo de lejos en uno de los reservados hablando con su grupito de lame culos. La imagen es bastante desagradable e de decir, Víctor suda como un cerdo mientras se mete un cóctel tras otro. Los botones de su camisa parecen apunto de ceder a causa de la presión de su enorme tripa, y unas manchas amarillentas empiezan a aparecer bajo sus axilas. Os preguntareis donde conocí a semejante espécimen, bueno fue fácil, era amigo de otra de mis víctimas a la que desplume. Pongo mi típica cara de inocencia y me dirijo hasta su reservado contoneando mis caderas.
—Victor querido, disculpa el retraso. —digo dándole dos sonoros besos. Que asco, huele peor que un cubo lleno de calcetines usados.
—Vaya, Victoria casi pensaba que me quedaba sin postre. —dice aquel seudo humano mientras mira mi escote. Trato de poner mi mejor cara y me siento a su lado. Esta noche soy Victoria no Charlotte, me recuerdo a mi misma.
—Di me ricura, ¿Te apetece bailar? —agarra mi mano sin darme tiempo a responder, y me dirige hacia la pista. Mejor para mí, pienso. Entre aquella multitud me será más fácil arrebatarle su cartera. La música taladra mis oídos al tiempo que Víctor y yo nos fundimos entre la multitud de la pista de baile.
—Hoy estas preciosa Vicky. —dice mientras pega a mi su sudoroso cuerpo. Desliza con cuidado una de sus pezuñas hasta mi trasero y lo presiona como si de una pelota antiestrés se tratase. Le sonrió con coquetería (aunque por dentro me muero por cortarle aquella mano) me pego más a él y...¡Bingo! allí esta su cartera, en su bolsillo inferior. Con un rápido movimiento me hago con ella y apartó a aquel estúpido de mi de un empujón.
—Disculpa Víctor, necesito ir al lavabo. Debo retocar el maquillaje, cosas de chicas. —pestañeo de la manera más cursi que me hes posible.
—Claro preciosa, pero no tardes. —dice guiñando un ojo. Muy bien, mi trabajo aquí a terminado. Entro en el lavabo y me dispongo a ver mi botín. Vaya vaya, no está mal unos 600 pavos. Salgo de manera sigilosa de aquel baño y me dirijo al estilo ninja hacia la salida de aquel horroroso local. De todas las cosas que podrían salir mal aquella noche, sucede la peor. A unos 2 metros de mi esta el idiota de Víctor hablando con un amigo, que vaya por Dios no es ni más ni menos que el otro idiota al que time hace un par de semanas. Mierda, creo que me han visto. Continuo andando velozmente hacia la salida.
— ¡Detengan a esa zorra! ¡Me ha robado la cartera! — la voz de Víctor resuena por todo el local mientras me señala. Mierda, mierda y mierda. Hago lo que cualquiera haría en mi lugar: correr. Noto que alguien trata de retenerme de un brazo. — De téngase señorita — me exige una voz a mi espalda. Me giro y veo a uno de los guardias de seguridad, no dudo y le doy una fuerte patada en sus partes. La gente a mi alrededor comienza a armar gran alborotó, pero no me detengo y continuó corriendo.
Y corro, y corro durante más de media hora, hasta alejarme lo suficiente. Mis piernas tiemblan ante la mezcla de esfuerzo físico y adrenalina. Joder ahora seguro que la poli me está buscando. Me dejo caer sobre frío césped de aquel apartado parque mientras me quito aquella ridícula peluca, y dejo que mi largo cabello azul cubra mi espalda. Menuda mierda de noche, con papá jamás habría pasado algo así, pienso para mí. Una punzada de dolor al recordarle hace que casi se me salte una lágrima, pero la retengo; las chicas duras no lloran, y como siempre decía papá: el no había criado a una debilucha. Busco en mi bolso la cartera de Víctor pero no está, joder se me debió caer durante mi huida. Vaya las cosas ya no pueden ir a peor...Me pongo mis viejos patines de rueda y pienso que dirección tomar. No tengo más dinero para pagar el motel joder. — La has hecho buena Charlotte — digo para mi en voz alta. Rebuscó en mi bolso en busca de un par de pavos pero nada, vacío. Y entonces me fijo; Hay está, al fondo de todas mis cosas esta la carta que me escribió mi padre en el hospital en sus últimos días. Tan sólo me dejo una dirección y un nombre junto a estas palabras: El cuidara de ti, me debe una.
Si soy sincera, nunca e pensado en ir realmente a ver a aquel desconocido, total sólo fue un desvarío de mi padre en sus últimos días de aliento. Pero que cojones, estoy sin blanca, hace frío y encima empieza a llover. ¡Muy bien Patrick Wein allá voy!

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