Parte Única

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Sintió que las lágrimas se congelaban en sus mejillas a causa del frío invernal

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Sintió que las lágrimas se congelaban en sus mejillas a causa del frío invernal. No era como si pudiera decirle a sus ojos que parasen de llorar, pero tampoco tenía las energías como para levantarse del helado escalón en que estaba sentada. Simplemente quería sentarse ahí y mirar los copos de nieve danzar por el cielo nocturno hasta morir en el manto de nieve a sus pies.

Había sido una tonta. Una ilusa. Una ingenua. Una estúpida.

No, quería convencerla su corazón. Solo estabas enamorada de la persona equivocada.

Pero su cerebro le decía que eso no era excusa de nada. Estar enamorado y ser estúpido no eran la misma cosa, aunque sí que iban de la mano. Así como también se agarraban del hecho de ser un mentiroso. No con otra persona más uno mismo.

Desde que abandonó el almuerzo navideño en casa de Iida, nadie fue a buscarla. Ninguno de la veintena de personas que estaban allí festejando. Porque Ochaco no era importante para ninguno de ellos.

No para uno de sus mejores amigos, Iida. No para su otro mejor amigo y la persona que más creía haber amado, Deku.

Otro torrente de lágrimas cayó de sus ojos. Estúpida, estúpida, estúpida, no paraba de insultarse. Le hubiese gustado que se abriese un pozo en medio de la nieve y la tragase.

Así no tendría que verlos a todos ser felices: a Iida y a la chica loca llamada Mei; a Kiri de la mano de Mina; a la hermosa Momo con la estoica Jirou; a Tsuyu y Tokoyami, impensables pero más compatibles de lo que creían...

También a Todoroki Shouto, mirando con amor y besando los dulces labios de Midoriya Izuku. Esos con los que ella fantaseaba como si hubiese sido una tonta adolescente. Bueno, técnicamente sí lo había sido cuando posó sus ojos en él. No tenían más de quince años, y Deku era la única persona que mostraba verdadero interés en ella.

¡Qué fácil había sido caer por él! Con esa sonrisa y esas pecas, el cabello alborotado y un corazón tan cálido que ella solo quería tomarlo entre sus manos para poder cuidarlo por siempre.

Pero ese trabajo había estado destinado a ser de Todoroki. Y ella quería, anhelaba odiar al muchacho de cabello blanco como la nieve y rojo como la sangre. Fantaseaba con ser de esas personas que descargaban su ira en la otra persona, porque hubiese sido mucho menos doloroso culpar a un tercero que a ella misma.

No era lo suficiente para Deku.

—Joder, ¿no puedes irte a lloriquear a otro lado? —inquirió alguien desde el marco de la puerta en tono grosero—. Quiero fumar aquí.

Ochaco se giró, furiosa con aquel engreído que se creía el dueño del mundo y que tenía cero empatía por sus pares.

No se sorprendió al descubrir que era Bakugo Katsuki, el ser más detestable de sus viejos compañeros —y probablemente de todas las personas que ella conocía.

Mistletoe [Kacchako] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora