¡Puddin!; Kookmin ✧

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Jimin estornudó por quinta vez en ese momento, tirando luego el pañuelo sucio que había usado al cesto de la basura, Jeon le tendió otro sentado en una silla a un lado de la cama en donde el rubio acostado estaba.

- Ese idiota de Tae me estornudó en la cara -hizo un puchero con las cejas fruncidas.

- Debería matarlo por hacer que te enfermes -decía el más alto poniendo agua en un vaso mientras se lo entregaba a Jimin con las pastillas que debía tomarse, él forzosamente se las tomó.

- Aunque me gusta que me cuides y me consientas -sonrió Park.

- Siempre te consiento aunque no estés resfriado, y lo sabes -besó su frente sonriendo.

- Alejate, te contagiare y sabes que no soy bueno cuidando de las personas.

- No me enfermo casi nunca, puddin, no te preocupes por mi.

Jimin río tiernamente.

Claro que no lo hacía.

Jimin, era conocido en el instituto como el manipulador y seductoramente mentiroso Park, aunque no era completamente odiado, sabían todos que nadie tendría agallas y no debían de meterse con él luego de los tantos casos en donde su novio Jungkook, dejaba prácticamente inconscientes a quien molestaba a su pequeño puddin.

Jungkook, siempre fue un chico bueno, con buen físico, una presa fácil para el pequeño y para entonces el recién llegado Jimin decidió embaucarlo con su encanto y hechizarlo con tan belleza embriagadora, por eso es que Jungkook desde que vio al rubio se enamoró completamente de éste, a tal punto de entregarle todo y renunciar a sus amigos quienes excluyeron al castaño luego de saber quien era su pareja; el mentiroso Jimin.

Todo problema o pequeña cosa que a Park no le pareciese, Jeon tendría que arreglarlo, pues ama con todo su corazón a su pequeño pelirubio y haría lo que fuera por no perderlo. No había duda de que Jimin era un malcriado sin escrúpulo alguno, pero el castaño no lo veía, en su mente había una imagen de Jimin que nadie más tenía del susodicho, una imagen completamente inocente y errónea.

- Kookie, ¿puedes ir a traerme unos pañuelos nuevos? Estos ya se acabaron -el mayor mostrando la caja de pañuelos vacía a Jungkook pidió, éste asintió y rapidamente tomó sus cosas y fue a hacer lo que su amado le había solicitado.

Caminando a paso veloz, iba a todas las farmacias que su mente recordase, pues la primera a la cual fue estaba cerrada, supuso que así fue porque en épocas navideñas estaban además del clima que avisaba que una tormenta de nieve venía a Busan. Con los pequeños copos de nieve y rocío que comenzaban a caer sobre él mojando aquella chaqueta de cuero y sus cabellos castaños sentía cansancio al estar corriendo para ya llegar a casa. Minutos antes cuando entró a la farmacia, la decoración navideña era notable y esa mujer que le vendió dichos pañuelos lo miró con pena, pues había ingresado cansado y mojado hasta no poder más. Cuando por fin logró ver la casa rosa pastel de su Jiminie, mientras se aproximaba a ella resguardando los pañuelos en su chaqueta para que no se mojasen intentó abrir la puerta pero ésta se encontraba cerrada, lo que le resultó raro pues recordó haberla dejado abierta, así que decidió dar golpes en ella, pero nadie le abrió. Pensó que tal vez su novio se encontraba durmiendo y no oía el sonar de los golpes en la puerta. Llamó varias veces al teléfono de su pareja, pero se dio cuenta de que estaba apagado, era inútil.
Con dificultad por el cansancio que lo consumía luego de correr tanto ideó el plan de rodear la casa hasta llegar a las ventanas de la habitación del rubio, llegó hasta éstas y pegándose a los ventanales de vidrio pudo divisar a su amado, Jimin, haciéndole una mamada a su mejor amigo, Taehyung.
Creyó ver mal, creyó estar loco, y por primera vez en su vida rogó tener esquizofrenia y así estar imaginándolo todo, que su traición sea un espejismo. Finalmente, no pudo más, las lágrimas parecían infinitas retrocediendo hasta caer al piso sollozando, el cansancio y la tristeza lo consumieron haciéndolo colapsar inconsciente en aquél césped mojado y frío, aunque aún así, seguía protegiendo aquellos pañuelos de la lluvia.