Hacía tiempo que Midoriya había notado un drástico cambio en Bakugō.
Aquel sujeto escandaloso, aquel rubio que solía gritarle y amenazarlo, ponerse sobre los demás se había vuelto un rubio pensativo y silencioso... ¿Dónde había quedado el Bakugō que él conocía? Ahora sólo veía como no quedaba ni la mitad de lo que había sido. Trató muchas veces de seguirlo y preguntarle qué pasaba, pero con un desgane increíble que sorprendió al joven Midoriya el rubio simplemente respondía "Nada. Piérdete." Ya ni siquiera sentía que esas palabras provinieran de los labios del rubio, parecía que ni ganas tenía de hablar con nadie, a veces escuchaba a Kirishima pero perdía el hilo de la conversación o simplemente se disculpaba... "Ah, lo siento, no estaba escuchando." Tomaba sus cosas y se retiraba, algo que llegó a impactar en exceso al pelirrojo, Bakugō no era así.
En clases parecía mirar a veces un asiento vacío a sus espaldas, Midoriya lamentablemente no había notado eso, tal vez no estaba observando bien. Pero para el rubio aquella ausencia era notoria... Ese pupitre vacío, aquel frío desolador.
Cada tarde camino a casa el rubio tenía incluso un semblante pensativo, frunciendo el ceño con suavidad y en sus labios no hacía más que una especie de ligero puchero como si se estuviese mordiendo el labio inferior constantemente.
Bakugō aún recordaba aquella persona como si fuera algo que imaginó, porque habían estado enamorados, pero tal vez ni uno de ellos lo supo, ni siquiera lo sabían o temían ser no correspondidos, callaron pero permanecieron juntos demostrando ese amor.
— Bueno, dime ¿Cómo se supone que vea la magia que decías que este sentimiento debía demostrarme?—Pensó en voz baja caminando por las calles que iban perdiendo calidez a causa del atardecer que ya se esfumaba abriendo paso al manto oscuro con estrellas. Aún recordaba de todas esas mierdas que habló con él... Todas esas estúpidas caminatas que ahora le parecían tan solitarias, tan huecas...
El joven rubio ya no quería pensar más en esa persona, pero nunca le diría, no le dolería que nada fue como quiso, que fue doloroso, para Bakugō era más fácil si Todoroki creía que se llevó la victoria, pues ni siquiera quería luchar... Porque sentía que ya había perdido desde el momento en que le vio con alguien más, no tuvo el valor de acercarse y preguntarle el por qué le había dejado de esa forma tan cruel. Una mueca de dolor se dibujó en su rostro recordando todas las fotos que aquella persona solía tomar cada vez que salían o estaban juntos, poniendo en pausa el tiempo con cada foto... Guardando aquellas sonrisas, aquellos abrazos, esos besos accidentales por parte de aquel joven de cabello bicolor, o sorpresivos por parte del rubio, aquellas manos unidas y todos esos momentos tan hermosos.
En su mente aun recordaba como si hubiese sido ayer que le pareció escuchar de aquellos labios: "Bakugō, no te dejaré." Parecía que esa persona no le conocía nada, a pesar de que todas esas caminatas y viajes hicieron un hermoso vínculo entre ellos simplemente se rompió, ¿Estaba roto? Si Bakugō no le hubiese amado de verdad ¿Acaso se encontraría ahora así?
Ahora su pasado quemándonos en llamas se encontraba, casi de forma literal pues aquella tarde el rubio había ido a parar en un pequeño parque alejado de las personas sacando algunas fotografías con ese semblante indiferente, melancólico... Las colocó en el suelo sacando una botella de alcohol, lentamente fue quemando una por una, observando como el fuego estaba consumiendo la sonrisa de quien amó... Un joven de cabellos bicolores quién sostenía unas bebidas para ambos mientras corría al rubio. Se mordió los labios dejando caer la foto que pronto se volvió cenizas. Así estuvo quemando las fotos de ambos, ya no quería nada. Quería olvidar, ¿Qué acaso no podía tener permitido eso? ¿Por qué tenía que ser él quien se quedara con todo ese dolor?