Venditas adhesivas

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Autor: Yo.

Tipo de Fic: Drabble.

Nombre: Richard Tozier y Eddie Kaspbrak: Nos Llaman Raritos.

Capítulo cuatro: Venditas adhesivas.

—¡Corre, Eds!

Richard Tozier tomó de la mano a Eddie Kaspbrak y ambos corrieron colina abajo por una calle empedrada, cubierta con fango y hojas secas.

—¡Los tengo, mariquitas! —gritó Henry Bowers con su rostro enrojecido, yendo tras ellos dos, con un peligroso estado de cólera y mucha sangre escurriendo como agua de grifo alrededor de su cuello y pectorales—. ¡No escaparán de mí, raritos! ¡Los encontraré! ¡Yo y mi amiga! —Les enseñó su navaja mientras rechinaba sus dientes.

Richard jaló del brazo a Eddie y lo condujo por unos matorrales, hasta llegar a un frondoso árbol donde ambos comenzaron a trepar.

Con manos temblorosas, ya al llegar arriba, Eddie tapó la boca de su amigo: no querría que Bocazas Tozier llegase a decir algo malo en un momento tan inapropiado como aquél, y menos cuando aquella «amiga» estaba a punto de perforarles el estómago; bien sabía Eddie que de eso nadie se cura si tus intestinos llegasen a salirse por el orificio (o eso llegó a escuchar de Bill Denbrough cuando éste leyó el diario matutino de Derry, sobre un suicidio o algo así).

—¡Shhhh!... —lo acalló Eddie, presionando ambas palmas de sus manos sobre la boca de su amigo y lastimándole un poco la nariz; Richie se quejaba—. ¡Chist! ¡Calla! ¡O nos hallará!

—¿¡Dónde están, maricones!? ¡No se escondan! —vociferó Henry justo debajo del árbol donde se ocultaban, tocando la sangré de su cuello y sintiendo la herida en forma de T que le ardía como fuego, debajo de su nuca—. ¡Los sacaré de su madriguera de donde se esconden, malditas ratas! ¡Me las pagarán caro! ¿¡Me oyeron!?...

Henry Bowers pronto se rindió, se volvió y se fue caminando a paso acelerado, subiendo aquella pesada colina y siguiendo su propia raya de sangre que dejó marcada; pareciese que ya no los buscaba... por el momento.

—¡Uf! ¡Estuvo cerca! —soltó Eddie, aliviado, aunque aún seguía preocupado por las cortadas en el codo derecho de Richie.

—No es nada grave —trató Richie de tranquilizarlo, pero bien sabía que nada convencería a su amigo.

—¿¡Estás loco!? —gritó y abofeteó a Richie. Después lo abrazó con mucha fuerza. Sin embargo, ambos se separaron tan rápido conforme se dieron cuenta de lo inquietos que se hallaban sus corazones.

Ruborizados, trataron de hablar, de decir algo, cualquier cosa para romper el hielo, pero lo único que consiguieron fue tensar aún más la situación.

—Eds... yo... —«Piensa Richard. Dile algo. ¡Ahora!»—. Yo...

Eddie Kaspbrak sacó de su cangurera varias venditas adhesivas de colores, venditas que su gorda madre compró de oferta en uno de sus ataques por conseguir hartos antisépticos para su indefenso Eddie asmático.

Eddie colocó la primera vendita; Richie temblaba de sus manos, dándose cuenta de que ya no había más inhalador para Eds desde hacía semanas.

Eddie colocó la segunda vendita; Richie temblaba de sus piernas y balbuceaba en susurros, era algo muy importante que quería soltar desde el fondo de sus pensamientos.

Eddie colocó la tercera vendita y la última; Richie besó a Eddie en los labios.

Y ambos perdieron el equilibrio y cayeron del árbol, aterrizando sobre un arbusto seco. Y para cuando Eddie se levantó, atontado por la caída, se percató de que su mejor amigo ya no estaba por ningún lado; el ruido de los zapatos al correr fue lo último que escuchó antes de sobarse el cuello y de abrir sus ojos.

Había tantas cosas que Eddie quería decirle. Había tantas cosas que Eddie quería agradecerle a Richie después de haberlo salvado de las garras de Henry Bowers, de enfrentarse a él (sin sus anteojos) y de defender a ambos, navaja contra navaja. Había tantas cosas que Eddie Kaspbrak quería confesarle; ya era necesario.

Sin embargo, su corazón tendrá que esperar por una vez más.

#GraciasPorLeer ATTE: SYNKRO DESOLATE HIATUS

NOS LLAMAN RARITOS (richard tozier x eddie kaspbrak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora