Siempre creyó que sería para siempre.
Que las palabras de Levi eran un juramento grabado con fuego sobre el corazón de ambos y que su amor sería invencible.
Aún tenía la certeza de ello. Eren sabía que Levi lo amaba con cada fibra de su ser y que lo haría incluso más allá de la muerte, como él mismo había dicho el día de su boda.
Si sabía todo eso, ¿por qué se encontraba sentado en el piso de su habitación, llorando con todas sus fuerzas, con un sentimiento enorme de traición y decepción?
Se negaba a creer lo que sucedía, no podía siquiera aceptarlo, pero ahí estaba, por tercera vez ese día desde que Levi salió a trabajar, con el sobre blanco frente a él, varias fotografías y un simple «te lo advertí» firmado por Erwin.
Todo eso bastó para romper el corazón de Eren en miles de pedazos, y por más que se negara a creer lo ocurrido, él sabía que pasó, ya que la prueba más clara era la manera en que dolía.
Aunque siempre dudó. Desde la aparición de Erwin, Eren sintió que no traería nada bueno a su vida, sabía que debía alejarlo, pero no lo hizo, no hizo nada, creyendo que solo eran celos por saber que la persona que amas tiene amigos demasiado cercanos para tu gusto.
Debió prestar más atención, debió intuir lo que pasaría. Pero ya era tarde y solo quedaba negar cada lágrima, ignorando el hecho de que su corazón dolía como si un cuchillo lo hubiera atravesado.
Eren deseaba con todo su corazón dejar de amar a Levi, quería alejarlo de su vida, quería que desapareciera de su mente por al menos un minuto, pero no podía aunque lo intentara. Lo necesitaba aún.
Necesitaba tenerlo cerca, que, aunque sepa que es mentira, Levi dijera que lo amaba. Aún necesitaba que le dijera que estaba loco si creía que había alguien más. Pero Eren sabía que no era el único en la vida del pelinegro y que, aunque fue el primero, no era la persona que tenía el corazón de Levi en ese momento.
El sonido de la puerta principal cerrándose sacó de sus pensamientos al castaño. Rápidamente juntó las fotografías junto con la nota, las guardó en su mesita de noche y corrió al baño de su habitación.
—¿Eren?— La voz de Levi se escuchaba cada vez más cerca. —Amor, ¿Estás aquí?— Dijo mientras golpeaba suavemente la puerta del baño.
Eren rodó los ojos al oír el apodo que lo hizo sentir miserable.
—Sí, Levi, aquí estoy—. Se maldijo internamente cuando su voz se quebró a mitad de la oración, rogando que Levi no se hubiera percatado de ello.
—¿Te encuentras bien?— Odiaba ese maldito tono de preocupación que elevaba sus esperanzas.
—Sí, e-estoy bien, no te preocupes—. Intentó sonar convincente mientras limpiaba los rastros de lágrimas de su rostro.
—Está bien, estaré abajo—. Fue lo último que se escuchó en la habitación.
Debes ser fuerte, no caigas ante sus palabras otra vez, se dijo a si mismo antes de tomar una gran bocanada de aire y salir del baño.
Bajó las escaleras lentamente, repasando mentalmente el pequeño plan que ideó esa mañana, solo sería una simple pregunta, si Levi no cedía, él mismo terminaría con esa farsa.
Siguió el tarareo del pelinegro hasta la cocina y lo encontró preparándose un té. Eren sonrió con nostalgia, sin poder evitar quedarse en silencio, admirando a Levi, olvidando por un segundo todo lo que ocurría en su corazón y en su cabeza, olvidando el dolor, regresando en el tiempo, cuando Levi solo tenía ojos para él y él vivía para Levi. Pero la imagen de cierto rubio se instaló en su cabeza, haciéndolo volver bruscamente a la realidad.
ESTÁS LEYENDO
The only one
Fanfiction«Dices que estoy loco porque no crees que yo sé lo que haces, pero cuando me llamas 'bebé' sé que no soy el único.»