La odisea de Ed Sherman.

359 13 13
                                    

           Me preguntó como si no supiera nada,  que cuál era mi nombre y temblaba... Y yo le dije "Yandel", ella dijo "No jodas, marico, pensé que eras Ed Sherman".

          Esa fue otra mañana en el Starbucks,  evadiendo a otra fan retrasada, cosa de todos los días. Soy Ed Sherman, un ídolo pop cachondo que no recuerda su propia edad, o tal vez el huevón que me está redactando no se la sabe.  No es tan fácil como creen ser un artista famoso, no puedes ni tirarte un peo porque la farándula del mundo te enfoca y, empieza a opinar: "¡Fos! ¡Comió huevo con caraotas!" dicen los detractores, "fue un peíto de princesa" dicen los aduladores. A veces quisiera escapar de todo, de la fama, de las disqueras, de todos esos grilletes que no me dejan vivir just the way i am. Sí, me copié esa última frase del negro Bruno.

         Una noche, los de la disquera me hicieron llegar al borde: me pusieron a cantar 4 horas seguidas sin darme un solo cold coffe. ¡Eso no se hace! Definitivamente esa fue la gota que desbordó la taparita. Ya va, ya les sigo contando, que llegaron unos ladillosos a interrumpir al huevón que me está redactando.  Ajá... Bueno, como les decía, ese día me molesté hard con esos maricos, "¡no mi hablen maj!" les dije. Me fui para un puticlub y pagué una noche con 5 furcias, no se me paró... ¡Coño de la madre! Pero no me importó, me emborraché con dos tragos de tequila y... ¡Me solté el cabello! Me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella.

        Al otro día, desperté  a las dos de la tarde. Me sentía 'ulde escoñeta'o, como si Adele me hubiera pasado por encima. Tomándome un cold coffe, pensé: ¿Y si me voy de esta shit? Podría irme a un país de esos botao's del caribe, a reír, a bailar, a gozar, vivir mi vi... Ay, puto Marc Anthony y su canción satánica. Pensándolo bien, creo que es una buena idea. Allá la gente es india, casi ni hay internet, seguro nadie me reconoce.

            Fui decidido esa noche al aeropuerto. Me monté en un avión donde había un negrito gritando: "Países tercermundistas, paisajes bonitos, plashas, los que se van, los que se quedan".

        Llegué en la mañana al aeropuerto. No sabía en qué puto lugar del globo terráqueo me encontraba, así que tomé un taxi y le dije que me llevara al mejor hotel de los alrededores.  Íbamos por una autopista  que a sus lados tenía cerros plagados de unas extrañas construcciones en ladrillos rojos, quise pensar que era arte abstracto, pero me dio miedito, porque el tráfico se atascó y, al lado nuestro, pasaban motorizados muy mal vestidos cada 5 minutos.

-          ¿Dónde estamos? –Le pregunte al taxista.

-          En la Francisco Fajardo, el mío. –me contesto éste.

-          Ajá, pero... ¿En qué país o ciudad? –Al preguntarle eso, el tipo estalló de risa.

-          ¿Tú vienes así de paseo? ¡Qué lacreo! –Me dijo con un acento jocoso- Estamos en Caracas, Venezuela, lugar de felicidad, donde reina el buen humor.  Aquí todo comienza por un "Qlq" y termina por un "Dale, menol"

*** Espacio en blanco coz yes***

            Entramos a un hotel llamado "Venetur". Era muy bonito, pero no sé por qué decía "patria" por todos lados. La rabia me invadió; al reservar una habitación, me di cuenta que había perdido el pasaporte...  Qué imbécil. Por más que les dije  que pagaría el triple o lo que fuese por la habitación, no accedieron. El taxista –muy amable-, dijo que me podía dar hospedaje y servir de guía mientras solicitaba otro pasaporte en la embajada,  yo no quería causar molestias, pero no me quedó de otra.

-No, vale, tranquilo, ¡Donde comen dos, comen tres! – Me dijo, aunado a su oferta.

-Gracias, de verdad, no sé qué haría sin usted. –Le conteste apenado.

-No se preocupe, mi hermano, soy Ñango Pérez para servirle. –Me estiró la mano.

-Ed Sherman –Se la estreché.

-Ed Sherman... ¿Tú no eres uno de los wuandis? –Me preguntó levemente confundido.

-No, nada que ver.

                  Subimos a uno de esos cerros que vi al llegar a la ciudad, El Ñango vivía allí. Al parecer los ranchos rojos en realidad eran viviendas. Al entrar al rancho de El Ñango, nos recibió una chica morena con rulos muy sensuales:

-Qlq, Ñang... ¡Es Ed Sherman! ¡No puede sel! –Grito eufórica, para luego halarnos a El Ñango y a mí dentro de la vivienda- ¿Cómo vas a traer a Ed Sherman para acá? ¿Y si lo roban? Ay... Etoi felij!

            Le explicamos toda la situación a la chica de los rulos sensuales, se calmó y se fue a la cocina. "Quieren café?" –Gritó- "pero no hay cold coffe, te me conformas con un guayoyito", acepté  la oferta, aunque no sabía qué carajos era.

             Llegada la noche, El Ñango estaba durmiendo, así que fui a la sala, donde estaba la chica viendo TV.

-          Hola... ¿Qué haces? –Intenté romper el hielo, pero me ignoró- ¿Cómo te llamas?

-          ¡Deja de coquetearme! ¡Sé lo que tramas! Quieres seducirme para luego acostarte conmigo y relatarme en una de tus canciones, ¿no? ¿A eso vienes a Venezuela? Qué furcio eres...  Ah, me llamo Nuty. –Nuty dijo todo eso tan rápido que me mareé, así que sólo le di una sonrisa como respuesta.

           Justo en ese momento, se fue la energía eléctrica. Nunca había pasado eso en el lugar donde yo vivía, pero aquí parecía ser algo normal, por la reacción que tuvo Nuty.  Como no había nada más que hacer, nos fuimos  a dormir. Ojo, cada quien por separado, mal pensados. A pesar de las vicisitudes que enfrenté apenas llegué, había sido un día muy loco y divertido. ¿Qué me deparará el destino en este lugar? Quién sabe... Habrá que rogarle al huevón este que me siga redactando.  

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 13, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La odisea de Ed Sherman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora