Capítulo 2º

1.5K 25 3
                                    

      -¡Maldita sea, qué calor! Paremos aquí un rato, Diana; los árboles por esta zona son mucho más tupidos-jadeó Misa, sentándose en un fresno cercano. Sin embargo, notó que su perrita estaba muy revuelta-¿Qué te pasa, Diana?¿Hay algún conejo por aquí...?

      Al cabo de unos momentos, Diana se paró. Lenta, muy lentamente, se dio la vuelta. Misa siguió la dirección de su mirada, aunque no vio nada más que árboles, arbustos, una charquita cercana y algún que otro animalillo que las miraba con curiosidad. Pero nada más. Entonces...¿por qué Diana se comportaba así? De pronto, se puso a gruñir, y, después, a gemir, escondiendo el rabo entre las patas.

      -¿Qué te pasa, Diana?¿Hay algo ahí?-chilló Misa, presa del pánico-¡¡¡Quien quiera que seas, muéstrate!!!¿¡Qué le has hecho!?¡Contéstam...!-se detuvo. Diana había parado de gemir. Misa giró sobre sus talones y la miró. No estaba. Miró a todas partes, a todos lados. Nada.

      -¡¡¡DIANAAAA!!!-gritó. No podía comprenderlo. Hace un segundo, su perrita estaba allí, justo donde ella estaba. Yasí, sin más, desapareció, después de haberse acobardado ante no se sabe qué...Abrió desmesuradamente sus ojos azules: Diana acababa de reaparecer. Pero no había salido de entre los arbustos, sino...de la nada. Corrió a abrazarla, sin dejar de mirar ni por un momento el lugar del que había salido. Se puso en pie y avanzó, con paso vacilante, hacia aquella <<nada>>. Alzó el brazo y lo agitó, suavemente, pero no tocó nada. Se arriesgó a probar: caminó con paso firme(en apariencia), y cruzó aquella cortina invisible que separaba el bosque de algún lugar comprendido entre los límites del espacio y el tiempo...o  no. Tal vez se había dejado llevar por su imaginación(y un poquito también por la peli que vio anoche); el caso es que avanzó, convencida de haber encontrado un nuevo mundo o algo parecido...pero no atravesó nada. Bosque. Se volvió y vio a Diana mirándola, con la cabeza ladeada, como diciendo: <<Mi dueña está un poquito mal...>>. Misa, impacientándose, braceó con fuerza de un lado para otro, sin darse cuenta de que, en un pliegue entre el espacio y el tiempo, justo tras ella, dos personas contenían el aliento.

      Cuando, al cabo de varias horas, Misaki se marchó a casa, el cielo ya comenzaba a presentar distintos tintes rosáceos. Aile estaba subida a un árbol. Un sauce, en concreto. Era aquél el árbol que la había protegido cuando era pequeña; el árbol que la había arropado al dormirse, el que velaba sus sueños. Su "padre" vegetal. Miraba al horizonte, siguiendo con la vista a dos puntitos marrones que corrían por la pradera, camino de la ciudad. Cerró los ojos. Había notado cierta presencia tras de sí, aunque no se había girado.

      -¿Qué quieres?

      <<Ya lo sabes. Han estado a punto de descubrirlo todo>>

      -Sí, pero el animal era simpático. Hizo amistad con el resto de criaturas de Athia...y eso es buena señal.

      <<Deja el asunto del perro aparte. Me refiero a Saskia. ¿Qué haremos si logra entrar en Athia, eh?>>

      -No lo sé. Pero tal vez sea mejor así. Athia es su mundo, y no veo la razón por la que se lo ocultamos...aparte de Haijan, claro. Pero eso es...

      <<¡Deja de hablar como si Haijan no fuera lo que es!¡Sabes bien que es ésa la razón por la que nos ocultamos en Jankadd!¡Debes recordar que somos renegados! Y ella no debe saberlo. Todavía no.>>

      -Sí, pero ella debe saber quién es...al menos, a mí me parece lo correcto.

      <<Ya, pero antes hemos de localizar a Delphina, recuédalo>>-al no recibir respuesta, bajó por el tronco del árbol. Entonces, Aile susurró:-No tiene por qué...y tal vez venga a casa...

Los Misterios de AileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora