Akira metió los dedos entre su pelo y le resultó gracioso lo pronto que se acababa este. Estaba acostumbrado a su pelo largo y ahora le producía una extraña sensación; que él recordase nunca lo había tenido corto, incluso cuando veía sus fotos de pequeño ya lo tenía más largo que los demás niños, alguna vez lo tendría corto pero no lo recordaba. Recogió todo el pelo que se había cortado con mucho cuidado y lo metió en una caja; lo miró, desde luego que era más abundante de lo que se imaginaba y le daba un poco de pena pero bueno, al fin y al cabo solo era pelo y volvería a crecer.
Después de barrer y limpiar los restos de cabellos que aún quedaban por el servicio se dispuso a ir a su habitación para reorganizar su estrategia. Ya lo tenía todo planeado, Akane, Ayesa, Kamui... sabía lo que pretendía y esperaba conseguirlo pero la mala suerte tuvo que jugar en su contra y ponerle una gran traba: el maldito debate. Eso estropeaba todos sus planes, el azar había emparejado a Akane y Kamui y le fastidiaba bastante, sin contar con la inesperada proposición de Akane que tenían pendiente... pero que complicado que era todo. Pues nada, tocaba pensar en otra estrategia, se había pasado el día lamentándose y eso no era de mucha utilidad, por suerte había conseguido librarse de ese dolor que le atenazaba y ahora podía pensar con más claridad.
Sonó el teléfono de la casa. Era su tío para que le dijese a su padre que el próximo fin de semana, cuando fuese al pueblo, no se olvidase de llevar unas cuantas cosas que necesitaban; comenzaba la época de celo de los ciervos y eran días muy importantes y trabajosos, los Shikamoto no solo se ocupaban de vigilar los enfrentamientos entre los machos sino que además se iniciaba "la berrea" ese espectáculo a base de berridos que daban los ciervos y que atraía a muchos turistas. También su tío le recordó que él era un Shikamoto y debería ayudar en esos días y que aprovechara para llevar a su novia porque la chica disfrutara de ese fenómeno tan grandioso.
"No sería mala idea" pensó "Volvería a llevar a Akane a mi territorio y la alejaría de Kamui. Pero su madre no va a querer, con eso de que ahora duerme lejos de su casa aprovecha los fines de semana para que la ayude con sus hermanos" Sin embargo esa idea se empeñó en permanecer en la mente de Akira dando vueltas, la berrea era sin duda un gran espectáculo en el que los ciervos bramaban para atraer a las hembras, vamos que hacían mucho ruido...
Tomó su teléfono móvil y mandó un mensaje. Si había que hacer ruido para que las hembras se fijasen en los machos pues habría que hacer ruido.
Después de mandar el mensaje sonrió con maldad.
Akane y Kamui repasaban el discurso que tenían que dar presentando sus argumentos. Akane de vez en cuando pillaba a Kamui mirándola fijamente y eso la hacía sentirse un poco incómoda ¿por qué la miraría tanto y encima sonreía? Mientras decidían cuál sería su estrategia para enfrentarse a los argumentos de sus rivales el móvil de Akane sonó indicando que tenía un mensaje. La chica miró y después de leer volvió a guardar el móvil en su mochila con evidente desconcierto.
—¿Tus padres?
—No, que va, un toca-pelotas que no tiene otra cosa que hacer que molestarme.
—¿Algún admirador?
—¿Tengo yo pinta de tener admiradores? Venga, vamos a seguir con lo nuestro.
Akane se preguntaba qué demonios le pasaba a Akira y que le había llevado a escribir ese absurdo mensaje. Lo que ignoraba es que el mensaje había obrado en ella exactamente la reacción que el chico esperaba.
"Será tonto" se decía mentalmente "¿A que está jugando? Se va a enterar cuando le vea"
Con el mismo mal humor volvió a coger el móvil.
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Hola, cielo
Genç KurguSegunda parte de la novela "Con sabor a mandarina" Bastante complicado era para Akira, relajado y perezoso, intentar recuperar la confianza de Akane como para que llegase el popular y guapo Kamui a interesarse también por ella. Además el haber aver...