Los personajes de Blue Exorcist son obra de Kazue Kato y la finalidad de este relato es solo entretener.
Una de las tareas que más agradaba a Rin de su vida en el monasterio era limpiar la pequeña iglesia. Tras cada misa le gustaba repasar con un paño con cera los bancos, barrer el suelo y dejar el mantel del altar sin ninguna arruga.
Se sentía muy orgulloso cuando los feligreses le felicitaban lo bien cuidado que estaba todo desde que él se encargaba.
En el tiempo de adviento y Navidad redoblaba sus esfuerzos y velaba con mimo el pequeño nacimiento del fondo.
Cuando era más pequeño jugaba con las figuras del buey y la mula, ahora a sus diez años comprendía que no eran unas figuras cualquiera sino la representación de la familia sagrada.
Con la misma delicadeza con la que dibujada los adornos de un pastel, repasaba cada componente del belén con un pequeño plumero.
La bonita cara de la Virgen María, el alto y respetable San José, sus antiguos compañeros de juegos, la mula y el buey, y la cuna aún vacía del niño Jesús.
La noche del veinticuatro, el padre Fujimoto pondría esa delicada figura de bebé rosado y gordito, en el pesebre, mientras todos cantaban villancicos.
Siempre dejaba para el final el ángel que colgaba de un hilo plateado desde el techo. Para alcanzarle debía ponerse de puntillas y estirar mucho el brazo. A veces perdía el equilibrio y al dar un traspié golpeaba al ángel con el plumero haciéndole balancear.
Ese año, sin embargo, no tuvo ese problema pues llegó para su alegría al ángel sin ponerse de puntillas. Había crecido mucho últimamente, como las mujeres que acudían al rosario solían decirle mientras le pellizcaban sus mejillas redonditas.
Aquel segundo domingo de adviento, acaba de repasar al ángel mientras notaba cómo el estómago le crujía por el hambre.
Ya debía de estar preparada la comida en la mesa del refectorio y había además Sukiyaki.
No haría esperar a los demás.
Satisfecho por cómo había quedado el nacimiento, se dio la vuelta para irse cuando se oyó un golpe en el suelo.
Había sonado justo detrás de él. Miró hacia sus pies y las lágrimas fluyeron a sus ojos.
El ángel se había caído y al chocar contra el suelo se habían roto sus alas.
Sin pensarlo dos veces, cogió el ángel y todos los pedacitos de las alas, más de nueve, y se lo escondió bajo su jersey. Evitó el refectorio y corrió hacia su dormitorio.
Colocó la figura y los pedacitos sobre el escritorio, y buscó en el cajón de arriba el pegamento.
Le temblaban las manos cuando cogió el trozo de ala más grande y buscó que pedazo casaba para recomponerla. Ese mismo. Apretó el tubo y el pegamento impregnó todo la pieza. Había apretado demasiado. Maldijo mientras con los dedos trataba de quitar el exceso, lo que hizo que las yemas se empezasen a pegar entre ellas. Tenía que limpiarse pero no quería ir al baño para no encontrarse con nadie.
Eso le recordó que debía cerrar la puerta con llave.
Una vez girada se sintió más seguro pero los dedos se le pegaron y tuvo que dar un tirón.
Volvió a maldecir por undécima vez.
Cogió de nuevo el ala que había empezado a arreglar y se dio cuenta que el trozo que había pegado no era el correcto.
Gritó con rabia y tiró para separarlo. El pegamento se estiró como si fuera el queso de una pizza.
Buscó entre los pedacitos recuperados. Ninguno parecía ser el adecuado y se los llevaba detrás por sus dedos mojados en pegamento.
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El Ángel Caído [ Blue Exorcist]
Short StoryTras romperse las alas el ángel del belén del monasterio, Rin trato sin éxito de recomponerlas, por fortuna contará con ayuda.