Te lo agradezco.

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Nada es para siempre.

Te la pasaste recordándome esto muy bien. Lo mencionabas cada vez que empezaba a decírte lo tanto que te admiraba, lo única que me sentía al estar contigo y que NUNCA me iba a aburrir de ti.

Nunca, siempre, jamás.

Estas palabras te aterraban ¿cierto?

Vale, yo dejé de usarlas, dejé de hacer planes, dejé de imaginar.

Y esta, fue la primera vez que me limitaste. Pero, te lo agradezco.

Me entrenaste muy bien, y yo en cambio, te hice tan dependiente de mi, que la línea entre amor y obsesión era tan fina, tan delgada como mis cabellos rebeldes que hacías a un lado cuando  se interponían en nuestras bocas, tan débil como tu voz suplicando no te dejase, tan inexistente... Que la cruzaste.

¿Me conoces?

¿Tan perfectamente bien que ni siquiera te diste cuenta lo mucho que me dolió aceptar tu ausencia?

Esta bien, comprendo que no puedas venir a uno de los momentos más importantes y aterradores de mi vida.

Tengo miedo, pero esta bien, puedo afrontarlo sola.

Y lo hice.  Estuve sola,  en mi fiesta,  en el día que estuvimos esperando tanto tiempo.

¿Cuál fue la forma en que me lo compensaste?

Vale, no lo hiciste. Pero te lo agradezco.

Te agradezco haberme herido tantas veces que casi me hice inmune a tu indiferencia.

Creí acostumbrarme.

Pero cada vez dolía más.

Y con cada día que pasaba era
menos fácil soportar.

Entonces yo hablé, cuando menos te lo esperabas.

¿Te dolió?

Bueno, creí que nada era para siempre.

¿Lloraste?

Vaya, pensé que yo era la débil.

¿Fui mala?

Pensé que no te importaba nadie más que tú, pero...

Te vi tan desesperado por volver a domarme con tu posesividad disfrazada de bonitas palabras que casi regreso por mi cuenta.

¿Volveré a tener las agallas?

Me repetía una y otra y otra y otra maldita vez, acobardándome, echando a la basura hasta donde había llegado.

Entonces, en el punto cúlmine, tan vulnerable, tan orillado, me dejaste ver lo que había detrás de tu máscara, me dejaste conocer quien eras realmente.

Un manipulador.

Tu siempre quisite ser lo primero en mi vida, y nada más.

Querías ser mi fuente de existencia,  mi razón de levantarme cada día y el lugar donde desahogara todas mis desventuras.

Adiós a mi libertad, al diablo mi autonomía. Seré tu esclava.

¿Era amor lo que tu me jurabas?

¿O era tu egoísmo lo que querías que alimentara?

Todo lo que has hecho por mí, pensé que había sido por que a ti te nacía.

Te condecoraste como un héroe al recordarme las veces que secaste mis lágrimas.

Te diste el mayor premio cuando afirmaste que eras la mejor opción para acudir pidiendo ayuda.

Y anulaste a mis amigos tachándolos de hipócritas quienes no les importaba lo más mínimo.

¿Hasta dónde iba a llegar tu obsesión?

Hasta aquí.


Y fue cuando yo, en toda la expresión de la palabra...

Te dejé.

Te dejé porque estar conmigo te estaba haciendo daño.

Estabas tan dependiente de mí, que no era sano.

Y aunque yo podía curarte, no lo hice, porque lo intenté durante 7 meses y mírame.

Destruida.









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⏰ Última actualización: Sep 03, 2019 ⏰

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