Cápitulo Único.

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Las tradiciones de año nuevo refuerzan la fe y esperanza de modificar conductas y comportamientos. Es el comienzo y una nueva oportunidad de alcanzar la felicidad que tanto se desea obtener.

• ~★~ •

Ya pasados unos cuantos meses del intercambio académico, Lila Rossi, estaba lista para partir de nuevo a su tierra natal: Italia. Pasaría navidad y año nuevo en París, pues debería volver unos días después de iniciado enero.
La chica castaña debía admitir que era todo un deleite convivir con los alumnos de Françoise Dupont, aun cuando mintió para encajar y ocultar un poco su nerviosismo. Accedieron a aceptarla sin condición alguna, cualidad muy de ellos. Sin embargo, la franco-china, no estaba bien consigo misma, su conciencia siempre picaba con la misma cosa y es que, ¿quién no se encontraría así? Tal caso que no vivía pacíficamente.

Cierta tarde, ambas amigas, salieron de compras para "renovar el closet" y tener algo que estrenar en la fiesta de año nuevo. No era una boutique prestigiosa, pero vendía buenos diseños, sencillos y elegantes, estilo Marinette.

—Mari, estos días has estado decaída, ¿me puedes explicar qué pasa?— Cuestiona Alya naturalmente mientras descuelga una chaqueta del estante. La ojizarca ni siquiera emitió un sonido o mueca ante dicha pregunta —Oh... ya veo. Entonces no dirás nada. Bien.

—Sabes que estás mal cuando alguien te hace actuar diferente a tu persona...— ella desvía su mirada y soba su brazo para tomar calor— Creo que le debo una y mil disculpas,— susurró para sí —Alya, me voy. Recordé que debo ayudar en la panadería, tenemos muchos pedidos que solventar. Adiós.

La mencionada se quedó con la palabra en la boca y su mano estirada. A veces, esa niña solía ser muy rara en su actitud, seguro las hormonas, sí, probablemente.

No soportaba más el hecho de tener sobre sus hombros un rencor. Caminaría donde Lila, luego se disculparía.

(...)

Los copos de nieve caían delicadamente, danzando al compás del viento. La escarcha cubría el ventanal volviéndolo borroso, mas una mano canela, suave y cálida pasa para dejar un rastro de su recorrido.

—¿Qué rayos pensaba? — la ojiverde puso a su mente a divagar. La situación ameritaba una epifanía. Suspiró.

No sólo recordaba sus actos inmorales, sino su supuesta atracción hacia el rubio, ¿verdaderamente sentía eso? La respuesta fue: no. Todo lo que quería era más miradas, cosa inevitable con semejante chico.
Supuso que resultaría sencillo suplir la atención de sus padres por las cámaras y paparazzis. Si bien tenía una vida de ensueño, odiaba pagar el precio.
Cada vez estaba más absorta en sus profundos pensamientos, desconectada de la realidad, por tanto, la inesperada aparición de la moteada fue un tremendo susto para su corazón que latía a mil.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2017 ⏰

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