La habitación se encontraba a oscuras, había telarañas en las esquinas y las cortinas sucias y viejas evitaban que los rayos solares entrasen por la ventana. El lugar se sentía frío y estaba un tanto desordenado y con una que otra mancha de sangre en el suelo, parecía como si estuviera abandonado, sin embargo no era así, se notaba por las grandes muñecas que habían en los rincones, sobre la cama, en el suelo, se podría decir que casi casi éstas llenaban la habitación. Mientras tanto, un hombre de cabellos largos y negros se encontraba recostado en un escritorio, sus brazos rodeando su cabeza y en una de sus manos sostenía un ojo de cristal. Su ojo estaba cerrado, pero su ojo derecho se encontraba abierto, aunque, al ser éste remplazado por uno de muñeca, era imposible poder cerrarlo. Cualquiera pensaría que se encuentra dormido o incluso muerto, cualquiera quien no le conociera, claro. Pero al saber como es aquel hombre de trabajador, sabrían que se desmayó mientras trabajaba en una de sus nuevas creaciones.
En un segundo la puerta se abrió de golpe, seguida del sonido de zapatos caminar hasta llegar a donde el escritorio. Aquella persona o monstruo que había entrado, fruncio el ceño al ver al creador de muñecas recostado sobre el escritorio. Dejó salir un suspiró, seguido de carraspear su garganta.
– ¡Vine Pavel Volikow! ¡Despierta!
Habló, más bien, gritó aquel tipo que había entrado, haciendo que el hombre mencionado se despertara de golpe, estando alterado por lo cual tiró lo que había en su escritorio. El contrario retrocedió debido a la caída de frascos con ojos, que para nada eran de plástico o cristal, observando como iban rodando para luego dirigir su mirada al recién despertado.
– ¿Q-Qué sucedió?...
Estaba por responder ante la pregunta del hombre de cabellos oscuros de no ser porque éste volvió a hablar de manera alterada.
– ¡No puede ser! Me eh quedado dormido y aún no termino a mi creación.
Inmediatamente el pelinegro se levantó, dejando ver como sus cabellos estaban desordenados, cosa que no le importaba. El hombre que aún se encontraba ahí, le miró con aburrimiento, comenzando a dar pasos lentos hacia él. Cuando se colocó a su lado, observando como buscaba entre los cajones algo, su mirada viajó desde sus manos hasta su cuerpo y de ahí a pies y cabeza, en donde sus ojos se detuvieron. Una de sus manos se alzó para tocar el cabello negro del chico, cosa que no logró hacer pues éste habló de nuevo.
– No me toques.
Había dicho más en un tono amenazante y frío que como una petición. Era normal después de todo, no le gustaba ser tocado y al pelirrojo le parecía curioso pero nunca le preguntó el motivo.
– Por cierto... ¿Qué haces aquí, Jason?, bueno... ¿Qué es lo que se te ofrece o cuál es el motivo de la visita?
Volteó a ver al nombrado con seriedad, éste le miró directamente a los ojos, en especifico, a su ojo humano cual era de un color azul. Se quedaron en silencio por unos momentos, intercambiando miradas cuales comenzaban a tornarse incómodas para el hombre de cabellos oscuros quien fue el primero en romper el contacto visual.
– ¿Ya vas a decirme o me seguirás viendo como sin fueras un acosador?
Preguntó volviendo a su escritorio en donde colocó el cuerpo de una muñeca con suma sutileza, pues su cuerpo estaba hecho con porcelana. El pelirrojo de ojos ámbar caminó hacia el mayor, cruzando sus brazos.
– En realidad, sólo vine a molestar. Deberías darme las gracias por haberte despertado, ¿no crees?
– Gracias.
El creador de juguetes hizo un desdén ante el "gracias" del contrario. Se dispuso a mirar como daba retoques en el rostro de aquella muñeca, alegrándose a sus adentros por no tener la misma obsesión que aquel chico de cabellos negros pues, por lo general, sus creaciones tienen partes de todo, literalmente.
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Pretty Scars
Fanfiction» Desgastándose poco a poco... era lo que hacia, siempre encerrado, creando y creando más. Era su pasión después de todo, por lo que no le daba ni la más mínima importancia a su salud. Podría terminar muerto de aquella manera, pero lo haría haciendo...