La soledad de una pequeña princesa

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Y aquí me ves, Alejandro, mirando el mullido peluche que te regalé y me devolviste sin ninguna vergüenza. Porque ahora esto es lo único que me queda de ti, un peluche y recuerdos que me incordian, día y noche, dándome punzadas en el corazón. Pero no son las únicas que recibo, y tú bien lo sabes, Alejandro.

Fui yo la que desaparecí de tu vida, lo sé. Sé que de esta manera sufriria, pero tú serías feliz. Feliz junto a ella, tu actual pareja.

Has cambiado mucho, Alejandro. Demasiado. Me abrazabas y ya no sentía tu calor, me abrazabas fuerte, oprimiendome contra tu pecho, como si fuera a desaparecer de un momento a otro. Pero también sé que visualizabas en tu cabeza su dulce rostro cada vez que cerrabas los ojos. Ya no sentías nada por mí, y yo lo sabía perfectamente. ¿Dónde quedó ese brillo de tu mirada? Por favor, explicamelo.

¿Dónde quedaron todas esas declaraciones de amor? ¿Dónde quedó el tímido chico que yo conocí hace un año? ¿Dónde quedaron esas risas, sonrisas y lágrimas? ¿Dónde quedaron esos 'siempre' que juraste? Dime, Alejandro. ¿Dónde?

Tú piensas que te he olvidado, que ya se borró la marca que dejaste en mi corazón. Pero aquí sigue marcada, con sangre. Crees que no siento rabia e impotencia al verte con ella, pero sí, la siento.

Sacrifiqué mi felicidad por la tuya, y eso jamás lo sabrás. Tampoco sabrás todas las lágrimas que derramé al recordarte, ni el dolor al que he llegado. De sentirme tan sola como para tener que recurrir a las cuchillas. Pero igual que escondo mis cicatrices, escondo todo eso.

'Querer a alguien es anteponer tu felicidad a la suya', eso dicen. Y esto que siento y que tu jamás creiste, es amor. Porque si, estoy enamorada de ti.

¿Crees que no intento olvidarte? ¿De verdad lo crees? De mil maneras. Pero no puedo, no puedo... Cuando creo haberte olvidado, vuelves a aparecer en mi vida. Y la verdad es que me alegro, porque te echaba muchísimo de menos. Tengo ganas de abrazarte como en los viejos tiempos, pero no puedo. Me lanzaría a tus brazos, para que me consolaran tus hombros, pero sé que sería inapropiado.

Dices que nunca te amé, pero después de haberme hecho todo lo que me has hecho, te sigo queriendo. Y daría mi vida por ti.

Tú le confesaste a Carlo todos mis sentimientos hacia el, mi mejor amigo. Sabías que hace tiempo se los confesé a mi anterior mejor amigo y le perdí. Sabías que lo pasé muy mal por su pérdida, y también sabías que temía que pasara lo mismo con Carlo. Pero aun así lo hiciste, Alejandro.

Hacía mucho tiempo que no me sentía tan sola, simplemente me encerré en mi burbuja, alejándome de todo el mundo. Y lloré en silencio.

Miré a mi alrededor, todos riendo risueños. Y los envidié a todos por sonreir y tener razones para hacerlo. Hacía mucho tiempo que no sonreía, no al menos de verdad.

-Estoy mal.

-Ya, pero el otro día estabas riendote -me dicen.

Claro, me río. ¿Pero alguien se ha fijado el la fina capa cristalina que cubre mis ojos todos los días? ¿Acaso nadie se da cuenta de mi profunda tristeza? Debo de ser invisible para todos...

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