I

1.1K 141 47
                                    

Regalo para Taniyama Ren de la actividad de Santa Secreto en la página Izuku Midoriya no Harem, espero te guste
.
.
.
Un golpe seco seguido de un quejido habían alertado a la enfermera, al entrar a la habitación se encontró con la imagen de una chica castaña tumbada en el suelo y una chaqueta a medio poner, debió suponer que sucedería, tantos años atendiendo héroes le demostraron que estos solían ser algo necios.

—¿Enserio pensabas irte?— le preguntó con voz tranquila pero que no disminuía su autoridad.

—Yo… bueno, de verdad creí sentirme mejor— se excusó levantando con torpeza su rostro, parecía estar apunto de llorar y no sería precisamente por la caída.

Negando suavemente con la cabeza soltó un suspiro, ayudó a la castaña a levantarse y la acomodó correctamente en la camilla.

—Te trajeron un poco delicada esta mañana, Ochako-chan— comenzó a explicarle mientras le quitaba la prenda que pendía de su brazo —el villano que te golpeó no tenía una fuerza cualquiera y eso te dejó inconsciente algunas horas, necesitas quedarte para que descartemos alguna anomalía—.

—Si, lo sé pero es que...— frunció los labios y soltó un sollozo producto de su frustración —...no quiero pasar Navidad aquí… les dije que iría—.

La vida de un héroe profesional no era fácil, los compromisos tanto con sus semejantes como con la población en general eran algo que absorbían gran parte del tiempo, era por esa razón que muchos héroes solían estar solos en su vida como civiles pero si tenías la misma fortuna que Uraraka Ochako podías contar con que no todo era tan solitario pues los brazos de una cálida familia te esperarían a cualquier hora y lo era mucho más en fechas tan especiales como esa.

—Si tan solo no me hubiera distraído...— se culpó al recordar lo sucedido esa mañana.

Habían pasado ya dos años desde que se graduó de la UA, aún mantenía contacto con algunos de sus compañeros y hasta antes de ese día ella se jactaba de ser la que menos accidentes serios había vivido, si, no era inmune a los raspones o golpes que le dejaban hematomas alrededor del cuerpo pero nunca habían llegado al grado de tenerla tanto tiempo hospitalizada.

Había llegado junto a otro par de héroes para detener a un peligroso ladrón, seguían sin tener conocimiento de su quirk pero ella al verlo con intenciones de rendirse bajó la guardia y se acercó para inmovilizarlo, gran error, fue ahí cuando el rufián le impactó con un fuerte golpe propulsado por un potente remolino que creó con una de sus manos y que la hizo golpearse contra una pared, no pudo no reaccionar para evitarlo, solo sintió su cabeza chocar contra algo y luego todo fue oscuridad.

—Tranquila, son los gajes del oficio— dijo la enfermera posando una mano sobre el hombro de Uraraka —a cualquiera le pudo suceder, mejor aprovecha este día y descansa, sé que tus padres lo comprenderán —.

Tras revisarla y cerciorarse de que todo estaba bien volvió a dejarla sola no sin antes advertirle que si volvía a hacerlo la sedaría, la castaña entendía que era por su bien pero ni eso elevaba su ánimo.

Resignada posó su vista en la ventana, veía los copos de nieve caer y solo podía pensar en que a esas horas ella ya podría estar en casa, se imaginó la desilusión de sus padres al saber que no estaría con ellos y sin notarlo las lágrimas escapaban de sus ojos.

Con una mano cubrió su boca para reprimir los sollozos, no quería que nadie la viera así, su día ya era lo suficientemente malo como para ahora también provocarle lástima al personal.

—¿Y ahora que te pasa cara redonda?— dijo alguien a sus espaldas, solo existía una persona que se refería a ella de tal forma.

—¿K-Katsuki?— se giró incrédula, sin embargo ahí estaba el rubio de pie al umbral de la puerta —¿que haces aquí?—.

Visita inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora