Después de una agradable conversación con el chico de ojos mieles tuve que volver a casa… a ver qué haré con mi vida.
Debo conseguir un trabajo, claro está, pero quedarme con la casa de mis padres será remodelar todo, comprar todo de nuevo e hacer una nueva casa con la madera endeble de mi casa antigua que está por cumplir sus sesenta y cinco años.
Cuando intenté sentarme en mi cama vieja, la madera se hizo mierda y mi cama se partió en la mitad. No he ido ni a comprar comida porque los muebles están llenos de arañas y no hay refrigerador. Con el dinero de la indemnización no me alcanzará para renovar la casa y tampoco puedo gastarla en ello.
Revisé los muebles de toda la casa, hasta que choqué con estrecho clóset, con poleras que ahora que quedaban como corpiño y pantalones que me llegaban a la mitad de los muslos.
Para casos desesperados, medidas desesperadas. Tendría que ir al regimiento y quedarme ahí. Si no tengo familia, ropa, comida ni una cama ¿Qué estoy haciendo acá?Necesito a Eliot y Giovanni.
Bufé, volví a arreglar cuidadosamente la trenza que peinaba mi pelo y salí de casa.
Mientras caminaba hacia algún centro comercial, fijé mi vista en toda la gente que caminaba por ahí. Habían chicos saliendo de la escuela, algunas parejas de abuelitos paseando por el parque y hasta parejas de mi edad paseando a sus bebés por las calles de Florencia. En solo pensar en un hijo mis tripas se deshacían y creaban una mezcla vomitable. Negué con la cabeza y seguí caminando. Terminé en la calle donde se encontraba la Catedral de Arezzo. Mucha gente se encontraba en su entrada, esperando el momento para poder entrar y participar de la misa que se hacía todos los días del año a la misma hora.
Mordí la parte interna de mi mandíbula esperando el semáforo. Cuando menos lo esperé, la luz cambió y crucé la calle rápidamente.
Entre el bullicio de la gente que estaba conversando, escuché a lo lejos una canción de rock pesado. Caminé hasta ella, guiándome con el ruido hasta cuando topé con una tienda punk-rock-metal-acá-hay-chicos-malos.Observé las vitrinas con sumo cuidado: piercings, tatuajes, unas tales “expansiones” y hasta branding con cautering se vendían en la pequeña tienda.
Supe que hacer en ese momento.
Entré, una chica con cabello rojo y ojos maquillados al extremo atendía en la caja y su lado se encontraba un chico regordete, con la cabeza rasurada al cero y con un complejo tatuaje de un dragón cruzando todo su cráneo y cuello.
—Hola.
— ¿Qué necesitas? —la apagada voz de la chica llegó a mis oídos y sus ojos me miraron fijamente— chica rubia. La pelirroja rio y dirigió su atención a mí. ¿Somos así de fenómenos las rubias en el mundo?
Me rendí y terminé respondiendo: —Un tatuaje en la espalda.
La chica miró por sobre su hombro al chico robusto con el que anteriormente hablaba: —Oscar, llévate a la chica.
A diferencia de la pelirroja, el chico me sonrió amablemente y me invitó a pasar a un minúsculo cubículo, equipado con una silla reclinable, semejante a la de un dentista, una silla negra de metal a su lado, y una mesa llena de pequeños pocillos rellenos con tinta.
— ¿Dónde quieres hacerte el tatuaje? —el chico me miró mientras se ponía unos guantes negros de látex en sus manos.
—En la nuca, es un tatuaje pequeño.
—Y… ¿qué es? ¿Dibujo, frase…?
—“É un brutto sonno” (Es solo un mal sueño). Me gustaría que fuera con una letra simple, como la de las máquinas de escribir, —señalé— si puedes hacerla así te lo agradecería mucho.
—Estoy a tus órdenes —rio— Iré a hacer el dibujo y vuelvo. Mientras sácate la ropa.
Cuando el chico salió del cubículo me fue inevitable reír al mal pensar su frase. Saqué mi chaqueta con el diseño militar impreso en ella y en un costado el parche con mi apellido. Lo toqué suavemente y dejé la chaqueta en la parte inferior de la silla reclinable. Me senté en ella, con los pies colgando mientras esperaba que el chico llegara. Unos minutos más tardes la cortina del cubículo se corrió y apareció el cráneo colorido del chico.
—Esta bien… ¿tu nombre?
—Clariee.
—Muy bien Clariee, ha quedado así.
Me entregó un papel algo áspero y pequeño con la frase tan significativa dibujada en ella.
—Es perfecto —sonreí levemente.
—Genial, ahora saca tu polera y recuéstate allí.
Suspiré algo indecisa y saqué la sudadera negra de algodón. Me recosté boca abajo en la semi-camilla y esperé.
Cuando el chico se acercó a pegar el diseño básico del tatuaje, ahogó un grito y su cara se deformó en un inevitable shock.
—Mierda, chica, ¿qué te ha pasado ahí?
Sacudí mi cabeza: —Nada digno de ser contado.
***
El molesto plástico en mi nuca me estaba produciendo un calor de mil infiernos, hasta cuando entré al centro comercial. El fresco aire acondicionado me abrazó, me relajé y caminé por el gigantesco pasillo, observé tiendas: dinero, dinero, dinero.Salí en menos de cinco minutos del centro comercial sin nada en mis manos, hasta que topé con una tienda de segunda mano en una esquina.
Compré tres poleras sin mangas desgastadas de algodón, con estampados de Rolling Stones y Ramones en el centro, un pantalón negro simple y un chaleco grande y abrigador para pasar el frío invierno que estaba cayendo sobre Italia. En una menuda tienda encontré ropa interior a un buen precio y por último me las arreglaría con las botas del ejército, a pesar que están gastadas, no podía gastar más dinero en ropa.
Totalmente feliz y muy orgullosa de ser tacaña; salí con mi nueva compra de la humilde tienda camino a casa.
Caminé, parando en el camino para comprar un jugo y un para reemplazar mi almuerzo. Flojera. Topé con la misma cafetería de hoy en la mañana y entré a preguntar por algún trabajo rápido que tuvieran disponible.
El mismo chico que me había atendido en la mañana ahora estaba limpiando el mesón.Si lo miras de cerca logras notar sus ojos azul mar, cabello negro y liso con un corte que remarcaba su nariz perfilada y la mandíbula cuadrada que le daba un aspecto increíblemente varonil. Sonreí.
—Hola.
…
—Hola —repitió.
Reaccioné.
—Necesito conseguir trabajo urgente— ugh, soné demasiado desesperada.
— ¿Y quieres trabajar acá? —las comisuras de sus labios se elevaron y una margarita apareció en su mejilla izquierda.
—Sí es que hay trabajo, claro.
—Al parecer mi jefe necesita una chica nueva en la caja —señaló a la señora de alrededor cincuenta y cinco años, con aspecto aburrido y de muy buena suerte no se quedaba dormida sobre los billetes que le entregaban.Hice una mueca de asco y el chico rio.
—Y… ¿está tu jefe acá? —pregunté sin despegar mi vista de la sosa cajera que se encontraba a unos metros míos.
—Iré a preguntarle, espera un momento.
El chico desapareció por una puerta y a los segundos volvió a entrar.
— ¿Tu nombre?
—Clariee Bossi.
— ¿Tienes experiencia?
—No.
— ¿Trabajaste por un corto período en algo así? ¿Camarera, cajera, cocinera de McDonald’s…?
—No.
—Espera un momento.
El chico volvió a desaparecer y a los minutos entró con una sonrisa triunfante.
—Mi jefe quiere verte.
Me acompañó hasta una oficina escondida tras la cocina de la cafetería, un caballero vestido algo informal, con un computador en su escritorio y un lápiz en su mano nos esperaba sentado.
—Antonni Bianki, un gusto Clariee.
—El gusto es mío, Sr. Bianki.
—Creo que cualquier chica será mil veces mejor que Alba, la chica de allá afuera.
— ¿Eso significa que…?
—Tienes el trabajo —me mostró una gratificante sonrisa y admiré al chico de ojos azules que me miraba complacido.
Una meta más hecha.--------------
Están trabajando en el trailerrrrrrrrrrrrrrrrrr. Maravilloso :)
En multimedia les dejo una foto de Clariee. Es una actriz muy poco conocida así que... ¿vayan conociéndola?
CAPÍTULO SUPER DEDICADO A MI JARAS POCHOCHA:* feliz feliz cumpleaños<3
-Super aviso: me demoro mucho en escribir, así que van a necesitar paciencia, ja ja YYYY, pronto se viene lo bueno, pero necesitan esta introducción o no cacharian ni weas :D

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Infected ➸ j.b
Fiksi PenggemarLos peligros pueden complementarse y crear una distorsionada felicidad.&nbsp;Secretos que arden en llamas. Verdades que pueden acabar con ellos. Cuerpos infectados buscando su propia realidad. INFECT...