Capítulo 2: Iris verdes.

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Damian, un joven de complexión atlética y cabello verde oscuro, deambulaba inquieto por el espacio, sus pasos resonando suavemente en el silencio opresivo de la cabaña. Sus ojos, de un verde claro intenso, escudriñaban cada rincón de la estancia, buscando desesperadamente algo que pudiera captar su atención y alejar sus pensamientos de la chica que había conocido el día anterior.

La habitación, aunque espaciosa y bien amueblada, parecía sofocante para Damian. 

Los estantes llenos de libros que en otro momento le habrían proporcionado horas de entretenimiento ahora parecían burlarse de él con su silencio. El escritorio de caoba, con su superficie impoluta, era un recordatorio de las tareas que había dejado atrás en la ciudad. Incluso la cama king-size, con sus sábanas de algodón egipcio, parecía demasiado grande, demasiado lujosa para el estado de ánimo inquieto de Damian.

Frustrado, pasó una mano por su cabello, jalándolo hacia atrás en un gesto de agobio. Un suspiro profundo escapó de sus labios, cargado de la frustración acumulada de días de aburrimiento y soledad disfrazada de vacaciones familiares.

— ¿Qué estoy haciendo aquí? — murmuró para sí mismo, su voz apenas audible en la quietud de la habitación. La pregunta quedó suspendida en el aire, sin respuesta, como tantas otras que habían plagado su mente desde que llegaron a este lugar remoto.

La cabaña, supuestamente un refugio para que la familia se reconectara, se había convertido rápidamente en otra prisión dorada. Sus padres, a pesar de las promesas de tiempo en familia y reconexión, habían vuelto a sumergirse en sus trabajos apenas unas horas después de llegar. La ausencia de años no podía ser compensada con unos pocos días de forzada convivencia, y Damian lo sabía mejor que nadie.

En ese momento, un sonido proveniente del exterior captó su atención. Risas alegres y el chapoteo del agua rompieron el silencio, infiltrándose a través de las ventanas cerradas. Damian se detuvo en seco, su cuerpo tensándose como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Entre las voces, reconoció una en particular: la misma voz femenina que lo había regañado y luego, para su sorpresa, coqueteado descaradamente con él el día anterior.

Los ojos de Damian se abrieron gradualmente, la sorpresa dando paso a una curiosidad que luchaba contra su habitual indiferencia. Intentó resistirse, convencerse de que no le importaba, pero la voz persistía, ahora acompañada por una risa masculina que sonaba joven y despreocupada.

"¿Por qué me importa?" se preguntó, frustrado por su propia reacción. "No debería afectarme en lo más mínimo."

Pero la verdad era que sí le afectaba. Por alguna razón inexplicable, esa voz había despertado algo en él, una chispa de interés en un mundo que generalmente le parecía monótono y predecible. La sensación era tan ajena, tan desconcertante, que Damian no sabía cómo manejarla.

"Tengo que salir de aquí," decidió finalmente, la idea formándose en su mente como una posible solución a su dilema interno. "Convenceré a mis padres de que regresemos a la ciudad. Allí, al menos, tengo mi rutina, mis responsabilidades. Aquí... aquí solo estoy atrapado con mis pensamientos."

Con determinación renovada, Damian comenzó a guardar los libros que había desperdigado por la habitación en un intento fallido de distracción. Cada tomo que devolvía a su mochila era como un paso más cerca de la liberación que anhelaba.

Salió de su habitación con paso decidido, solo para encontrarse cara a cara con su hermano en el pasillo. El encuentro fue breve, sus miradas se cruzaron por un instante antes de que su hermano continuara su camino sin decir palabra. Damian no se molestó en intentar una conversación; años de distancia emocional habían creado un abismo entre ellos que parecía imposible de cruzar.

-ˋˏ 𝑷𝒆𝒓𝒇𝒖𝒎𝒆ˎˊ- Anya → DamianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora