When he let her go....

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Ya habían pasados tres años desde que tomé el mando y me convertí en algo que jamas deseé, Hokage. Últimamente todo me parecía tan....pacífico, hasta aburrido por así decirlo, odiaba estar en esa oficina encerrado casi las 24 horas, casi los 7 días de la semana. Hoy era un día como cualquier otro, con la gran diferencía que acabé todo mi trabajo relativamente rápido y después de varios días, finalmente tuve un poco de tiempo libre. Eran las 7 y 15 de la noche e iba caminando por las calles de la recontruída Konoha, mirando y grabandome cada detalle, las nuevas tiendas, las antiguas, pero mejoradas, observaba a los ciudadanos, mientras saludaba y conocia gente nueva, mucha de hecho.

Todo me parecía tan distinto, aún no me podía acostumbrar, era  como si estubíera en otro lugar, aún sabiendo que no era así, y por alguna razón, sentía que algo andaba mal. Pensamientos negativos comenzaron a rondar mi mente ¿Lo estare haciendo bien? ¿La gente de verdad me quiere como Hokage? ¿Soy apto para esto?¿Tendré que renunciar? Todas esas preguntas inundaban mi cabeza, cerré los ojos con fuerza, olvidando completamente que estaba en medio de la calle, cuando de pronto una voz me sacó del oscuro lugar en el que me encontraba. Una dulce y melodiosa voz que conocía a la perfección.

-Seeen-sei! - Dijo alzando un poco la voz ya que no le respondía - ¿Se encuentra bien? - Preguntó inocentemente.

La miré, con la mente en blanco, simplemente la miraba, mudo e incapas de moverme, mientras sus ojos me tenían cautivo en unas hermosas barreras color esmeralda, hasta que su delicada mano comenzó a agitarse frente a mi rostro, llamando mi atención y liberandome de aquella trampa mortal. Parpadeé rápidamente y desvié la mirada.

-Eeh...Sakura, ¿Como estas? - pregunté casi mecanicamente.

-¿Se encuentra bien, Kakashi-sensei? - preguntó una vez más.

-Ah, etto, si, si, je,je - respondí posando mi palma en mi nuca.

-Mmm... ¿Seguro? - insistió mirandome con una cara de incredulidad.

-Si, Sakura - Respondí, esta vez llevando mi mano de vuelta al bolsillo, mientras bajaba la mirada hacia ella nuevamente y me excusé con lo primero que se me vino a la cabeza - Solo tengo hambre, es todo...

-Si es así, ¿Que le parece ir a comer algo? - Propúso con una hermosa sonrisa, enseñando las blancas perlas de su boca.

-Me parece bien - Dije con una sorisa, sin que ella pudiera notar lo acomplejado que yo estaba, y lo peor de todo era que no sabía el por qué.

Creo que ahora me costaba más tratar con ella, siempre estuve ahí para cuando lo necesitó, pero últimamente se me hace hasta difícil estar a su lado o simplememte hablarle, hasta mirarla. No le he encontrado una causa, mucho menos una explicación, por lo que solo intento ignorar aquello y actuar como si nada.

Caminamos hasta Ichiraku, el camimo se me hizo larguísimo, no sabía cuanto habíamos caminado, pero para mi, fue una eternidad, llena de ese silencio que alguna vez fue demasiado relajante, el mismo que siempre había entre nosotros, pero esta vez era distinto, fue la primera vez que ese preciado silencio fue un martirio. Ella caminaba muy callada a mi lado, con sus manos atras, rodeando su fina cintura con sus fuertes pero delicados brazos, mientras sus largas piernas caminaban con un paso lento y rítmico, sin tener ni la más mínima idea de que yo ya estaba hasta sudando por la presión que no tenía ni la menor idea de donde provenía.

Eventualmente llegamos, pidió dos ramen mientras yo me sentaba, luego ella hizo lo mismo, quedando a mi derecha.

-¿Quién lo diría? - Preguntó mirando a la nada - Mi sensei es y mi mejor amigo será Hokage.

"Aah...de eso hablaba" pensé con cierta desilución, ¿Por qué? No lo se, ni siquiera sabía que era lo que me esperaba, si es que me esperaba algo.

El suicidio más hermoso... (Kaka-saku - One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora