Castillo de papel.
1
Harry, dementado.
Era un dia gris, de esos donde te quieres quedar en casa, sin leer o ver la tele, de esos días donde cualquier cosa que se te cruce por la cabeza no será ejercida por el simple motivo de la flojera, que carcomía por dentro y por fuera a nuestro protagonista.
Harry Castillo, un chico nacido en el año 2000, en la sala de algún hospital de ese pequeño país conocido como México, hijo único de un matrimonio roto a su tierna edad de 4 años y dueño de tres perros, una rata y un conejo.
Harry nunca se sentía solo, como los psicólogos y psiquiatras afirmaban, era cierto, no tenia personas reales a las cual hablarles y cada problema que se presentaba en su vida, era ignorado por el mismo y resuelto con ayuda del tiempo y varios tropezones.
Este dia, el problema era la flojera, la casa estaba recogida, la comida estaba echa, el pequeño librero de madera estaba limpio, sus ejemplares favoritos no tenían ni pizca de polvo, sus animales limpios y alimentados, el café a su lado tibio le impedia levantarse e ir a servirse mas en la cocina.
Harry rozaba con lo aburrido de todo el asunto, pero ¿Salir?
¡Salir es de locos! Se excusaba Harry, quien desde sus 14 años había decidido que salir era una completa perdida de tiempo, a Harry no le gustaba ser tocado o juzgado por desconocidos, sus nervios eran tales que se limitaba a darle dinero a la vendedora de boletos, quien de mala gana lo atendia y asi cruzar los torniquetes para entrar al metro. Aquella limitación solo aplicaba cuando Harry tenia que ir a la escuela, al otro lado del mundo.
Pero esa limitación no aplicaba cuando Harry estaba de vacaciones, mirando el cielo gris y jurando que podría comenzar una lluvia de esas que te dan respuestas en cualquier momento y era lo que el esperaba.
Harry, era ese dia un chico de 17 años de edad, con cabello revoltoso y lentes de montadura gruesa, con camiseta de botones y cuadros o de color negra, con pantalones de mezclilla y sueter viejo, gris que fue de su padre en antaño, con tenis de agujetas disparejas, la derecha de color negro, la izquierda de color naranja.
Y lo mas importante, es que no tenia amigos.
O no amigos reales por lo menos.
"Harry, dementado" decían en la secundaria. Tras alguna serie de eventos desafortunados, como a el le gusta llamar, su madre y el tuvieron que empacar sus cosas, subirlas a cuatro taxis diferentes y mudarse.
Mudarse a una casa llena de recuerdos para su madre, pues era la casa donde alguna vez ella fue feliz.
A veces se podía ver al Harry de ese entonces 13 años, sentarse en las escaleras de su nueva casa, e imaginarse la vida de su madre y de su padre, una sonrisa cruzaba por su rostro cuando aquello ocurría.
"¿Qué quieres desayunar hoy?" Podía escuchar el timbre de su madre, dulce, segura y ligeramente mas joven si cerraba los ojos.
"Sorpréndeme, pero que no me falte el café" Diría su padre, se escucharía el sonido de un beso, y ambos se alejaría, su madre se iría a la cocina y su padre a la sala.
Despertaba de aquella fantasía que se alejaba cuando abría los ojos.
Pero nunca fue capaz de ir con su madre y decirle "¿Papá y tu fueron felices?" Porque tenia miedo a que su madre, se deshiciera en llanto mientras asentía.
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Querido amigo.
Fanfiction¿Te puedo escribir? eh...soy Kenneth, y esta es solo una historia. Si te gusta leer el dolor de otro, ¡Bienvenido! P/D: Craig, te amo. ¡Lo dije! Por fin...