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"Te lo voy a jurar, risueña

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"Te lo voy a jurar, risueña.
Te lo voy a gritar, sin pena.
Mañana entenderás que no hacía frío, porque el tiempo es un extraño inaudito."




Ella no entendía nada de lo que sucedía en ese momento. El local, el robo, los regalos, el atardecer, sus lágrimas; ni siquiera comprendía las astillas que seguían lastimando su inútil corazón.

La mujer de ojos tranquilos le había ofrecido una taza de té que ella misma se había servido. No le habló, pero las miradas que le brindaba decían cosas que ella nunca podría haber descifrado, al menos en ese momento.

Lo más raro de todo residía en la atmósfera del local. ¿La mujer no lo sentía?, se cuestionó con extrañeza. El lugar parecía de otro mundo, estático, difuso... raro, entre otras denominaciones, pero tranquilo y sereno con sus tazas de porcelana decoradas con flores y todos esos manteles color beige que resaltaban cada mesa en el mismo.

¿Qué tontería la había dirigido a aquél lugar? Se puso a pensar en el camino que había tomado, el que la llevaba a su casa, y no entendía la razón del porqué ella aún no se había movido del centro, justo en donde ella había ido a buscar paz y etéreo refugio...justo donde se estancó por primera vez.















Tazas de té en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora